El monstruo que vest¨ªa de macho
El autor de la matanza en Noruega se cri¨® en un barrio acomodado. Acusaba a su padre de cortar el contacto con los hijos, viv¨ªa aislado y estaba obsesionado con su apariencia f¨ªsica
El barrio de Skoyen, al oeste de Oslo, es un suburbio en el que las casas de color rojo y ocre se alternan con edificios de ladrillo visto. La mayor¨ªa tienen chimeneas, jardines cuidados y flores en los balcones. Las avenidas son anchas, la vegetaci¨®n espesa y, en general, no parece que sus habitantes se vean demasiado afectados por los rigores de la vida moderna, el tr¨¢fico o la contaminaci¨®n. En ese lugar tranquilo de familias acomodadas y escasa inmigraci¨®n viv¨ªa el monstruo.
Nadie sabe exactamente cu¨¢ndo Anders Behring Breivik dej¨® de ser un chico normal para convertirse en un tipo que se puso como misi¨®n la de eliminar al mayor n¨²mero de personas posible. Peter Svaar, periodista de la televisi¨®n p¨²blica noruega y amigo de la infancia de Breivik, lo recuerda como un "chico agradable, inteligente y leal a sus amigos". "Ten¨ªa todas las posibilidades, nunca le ha faltado nada. Nunca ha sido v¨ªctima de alguna injusticia social. ?De d¨®nde viene su odio?", se pregunta Svaars.
"No me gusta la educaci¨®n superliberal, matriarcal y sin disciplina que me dieron. Me feminiz¨®"
Breivik naci¨® en Londres en 1979. Su padre, un diplom¨¢tico de la Embajada de Noruega, y su madre, enfermera, pelearon por la custodia del chico. Ella se hizo finalmente cargo de su educaci¨®n. Aunque Breivik mantuvo cierto contacto con su padre, la relaci¨®n se rompi¨® en 1995. "Tiene cuatro hijos, pero ha cortado el contacto con todos ellos. Est¨¢ claro de qui¨¦n es la culpa", explica el propio Breivik en el manifiesto de 1.500 p¨¢ginas que envi¨® a varias personas por Internet poco antes de cometer los asesinatos.
Aparentemente no sucedi¨® nada traum¨¢tico, pero lo cierto es que algo ocurri¨® en esos a?os que acab¨® por obsesionar a Breivik. En sus recuerdos de esa ¨¦poca su madre era una feminista moderada que le dio una educaci¨®n que, seg¨²n ¨¦l, le convirti¨® en un d¨¦bil. "No me gusta la educaci¨®n superliberal, matriarcal, que me dieron. Carec¨ªa de disciplina. Aquello contribuy¨® a feminizarme", cuenta Breivik.
Empez¨® a mostrar alg¨²n gesto de rebeld¨ªa. Se le daba bien el grafiti. Sus amigos le recuerdan por eso m¨¢s que por otra cosa. En clase no llamaba la atenci¨®n. Al final de la adolescencia, empez¨® a aislarse de alguna manera. No encajaba con los dem¨¢s. Siempre pasaba desapercibido. Su complejo de inferioridad le llev¨® a preocuparse por su apariencia f¨ªsica. Ya maduro, empez¨® a tomar esteroides para aumentar la masa muscular. Incluso acab¨® pasando por el quir¨®fano en Estados Unidos, donde se oper¨® la nariz, la frente y el ment¨®n. Se jactaba de salir con muchas mujeres pero no se le conoce novia alguna. En su manifiesto deja claro que no es homosexual, aunque algunos amigos suyos lo piensen. "Es gracioso", dice, "porque yo soy 100% hetero".
Trat¨® siempre de cultivar una imagen de macho y llev¨® ese extremo hasta el pensamiento pol¨ªtico. De alguna forma, lo que viene a decir Breivik en su manifiesto es que los socialdem¨®cratas han hecho de Noruega un pa¨ªs de nenazas. En 1999 se afili¨® al Partido del Progreso, una formaci¨®n conservadora que acab¨® abandonando en 2004 por considerarla demasiado tibia con el multiculturalismo y la correcci¨®n pol¨ªtica, los grandes males de Europa, seg¨²n Breivik. Hab¨ªa tonteado con el nazismo a los 18 a?os, pero pronto le pareci¨® que no era su camino. Seg¨²n ¨¦l, el problema son los musulmanes, no los jud¨ªos.
El a?o de 1999 es la fecha que marca pol¨ªticamente su ideolog¨ªa. El bombardeo de la OTAN sobre Serbia es descrito en su libro como una traici¨®n a la cristiandad en favor de los musulmanes.
No hizo el servicio militar, aunque no est¨¢ claro por qu¨¦. Un amigo suyo citado por el peri¨®dico noruego Dagbladet dice que intent¨® entrar en sus filas pero que fue rechazado por "inestable". Breivik dice no haberlo hecho porque defiende ideas en las que ¨¦l no cre¨ªa. En cualquier caso, en su cabeza empez¨® a organizar un ej¨¦rcito imaginario con ¨¦l como general y soldado. Modific¨® un traje de gala al que colg¨® parches y medallas de su invenci¨®n, se vio a s¨ª mismo como un miembro de los templarios. Contact¨® en Internet con todas las personas y grupos que criticaban la religi¨®n isl¨¢mica, ley¨® ensayos y debati¨® en foros las ideas que quer¨ªa implantar. Muchos defienden en esa esfera la guerra contra el islam. ?l la quer¨ªa llevar a cabo. Empez¨® a organizar la misi¨®n que ¨¦l mismo se hab¨ªa encomendado para salvar a Europa de la amenaza islamista que -a su entender- trae consigo la inmigraci¨®n.
En mayo, alquil¨® una granja en las afueras de Rena, 160 kil¨®metros al norte de Oslo. Se entreten¨ªa viendo el festival de Eurovisi¨®n y jugando a los videojuegos, pero la mayor¨ªa del tiempo trataba de convertir seis toneladas de fertilizantes y polvo de aspirinas en material explosivo. Y escrib¨ªa. "Intent¨¦ contactar con mi padre hace cinco a?os, pero me dijo que no estaba mentalmente preparado", dice en otro momento de su manifiesto.
D¨ªas antes de cometer los atentados, Breivik se registr¨® en Facebook. La foto de su perfil -pelo largo, abrigo, corbata, perilla recortada- dista mucho de la imagen que tiene en la actualidad, con el pelo rapado y bastante m¨¢s gordo. En las ¨²ltimas semanas, tom¨® drogas para sentirse m¨¢s fuerte y eficiente, seg¨²n relatar¨ªa luego a su abogado.
El 22 de julio, Breivik se levanta temprano, hace las ¨²ltimas pruebas con los explosivos y se viste de polic¨ªa. "Creo que esta ser¨¢ mi ¨²ltima entrada de hoy. Es viernes, 22 de julio, las 12.51", concluye.
En Skoyen, el barrio de casas de color rojo y ocre, una muchacha camina sola por la calle Hoffsveien. A mediod¨ªa son muy pocos los que transitan por las anchas aceras del vecindario. La chica indica amablemente que esa es la casa en la que se cri¨® Breivik: "Ese es el edificio, el primer piso, el que tiene el balc¨®n con las flores peque?as. Saludo a su madre cada vez que la veo. A ¨¦l lo he visto alguna vez, pero no le recuerdo muy bien. No ten¨ªa el aspecto de un monstruo".
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