Silencio, en esta casa se escribe
En esta casa Truman Capote redact¨® parte de ¡®A sangre fr¨ªa¡¯ durante su retiro en la Costa Brava. Ahora la Casa Sani¨¤ se ha convertido en la Residencia Literaria Finestres, uno de los pocos lugares de Espa?a creados espec¨ªficamente para apoyar la producci¨®n literaria, donde el tiempo transcurre entre el rugido de las olas y las palabras.
La casona blanca se incrusta en el paisaje como el ¨²ltimo diente en una boca desdentada. Entre los pinos y sobre un risco que cambia de color al mismo tiempo que se mueve el sol, la fachada austera y sin ornamentos despierta los mismos sentimientos que una omisi¨®n: la necesidad de saber qu¨¦ hay dentro.
Dentro: un sal¨®n biblioteca; una cocina equipada con la ¨²ltima generaci¨®n de electrodom¨¦sticos y ollas; una mesa redonda de comedor en la que pueden comer hasta ocho personas; tres dormitorios con sus tres ba?os cada uno; tres estudios con sus tres escritorios y sus tres sillas, y, en cada una de ellas, tres escritores rompi¨¦ndose el cerebro por conseguir la frase exacta, esa que transforma un texto en una novela.
¡°Lo que podemos ofrecer es un espacio c¨®modo y propicio para trabajar de una manera distinta a la que podr¨ªas trabajar en medio del caos de una vida normal en la ciudad¡±, explica Nicol¨¢s G. Botero, director de la Residencia Literaria Finestres, en la que cada mes se acogen de tres a cuatro escritores para que puedan avanzar en su manuscrito sin distracciones. Mientras tiene lugar la entrevista, la noche se cierne sobre la casona. El d¨¦bil gorgoteo del agua de la piscina es ahogado por el rugir de las olas al romper contra las piedras de los acantilados sobre los que reposan los terrenos de la casa. Por encima, el viento bate las ramas. Esa noche anuncian tormenta y lo aislado del lugar convoca cierto instinto primario de desamparo ante los elementos y la naturaleza. ¡°A veces el paisaje se pone tr¨¢gico aqu¨ª. Cuando sopla el lebeche, siempre hay una sensaci¨®n muy desapacible. Una especie de peligro latente¡±, confiesa Botero.
El lebeche, que lleva soplando en el levante espa?ol desde que la Tierra es Tierra, tambi¨¦n pudo haber tensado los nervios de Truman Capote. Fue precisamente en esta casona blanca, de nombre Casa Sani¨¤, donde el escritor estadounidense pas¨® varios a?os seguidos trabajando en su obra A sangre fr¨ªa y a la espera de la sentencia capital de sus protagonistas, el punto final de la historia.
La propia existencia de la Casa Sani¨¤ es ya un artefacto literario. Fue en los a?os treinta del siglo pasado cuando una pareja de rusos arist¨®cratas compr¨® barato un terreno yermo en la cima de unos acantilados que solo serv¨ªa para recoger le?a. En una ¨¦poca en la que se valoraba m¨¢s el terreno cultivable que las vistas impresionantes, Nicolai Woevodsky y Dorothy Webster (que no era rusa sino inglesa, pero se qued¨® para el resto de su vida con el gentilicio ¡°rusa¡± por estar casada con uno) edificaron la casona en la cima de una cala de la Costa Brava situada entre Palam¨®s y Calella de Palafrugell. Ellos, que conocieron al ¨²ltimo zar de Rusia, a Rasput¨ªn, al descubridor de la tumba de Tutankam¨®n y a Coco Chanel, se refugiaron en este lugar apartado dispuestos a vivir su historia de amor huyendo de los cotilleos. A pocos minutos andando de Casa Sani¨¤ edificaron el castillo de Cap Roig, su lugar final de residencia. Sani¨¤ pas¨® entonces a manos de lord Inchcape, al marqu¨¦s de Amurrio y, finalmente, a Carlos Ferrer, fundador de la farmac¨¦utica Ferrer, propietaria de medicamentos como el Gelocatil. De Carlos Ferrer, la casa (y la farmac¨¦utica) fue heredada por Sergi Ferrer.
Lo que al principio era una casa de veraneo de una familia de la burgues¨ªa catalana cambi¨® de estatus por una casualidad. Sergi Ferrer, involucrado en proyectos sociales con la Fundaci¨®n Ferrer Sustainability, dedicada a repartir 4.400 comidas al d¨ªa; Ferrer Talent, con un programa de acceso al tenis, y la Fundaci¨®n de M¨²sica Ferrer-Salat, que entrega cada a?o el Premio Reina Sof¨ªa de Composici¨®n Musical, es tambi¨¦n el due?o de la librer¨ªa Finestres de Barcelona. Fue as¨ª como Ferrer conoci¨® a Botero, que en 2022 empieza a colaborar con la Fundaci¨®n Finestres en la criba de las becas literarias anuales que otorga la fundaci¨®n. Botero, que naci¨® en 1991 en Medell¨ªn (Colombia) y que estudi¨® Derecho sin querer ser nunca abogado, llevaba desde 2015 trabajando en la residencia literaria Santa Magdalena, en la Toscana, el lugar de retiro de grandes escritores m¨¢s prestigioso del sur de Europa. ¡°Le dije a Sergi: ¡®?Por qu¨¦ no les ofrecemos a los ganadores de la beca una estad¨ªa en Santa Magdalena?¡±, rememora Botero, y prosigue: ¡°Sergi me dijo: ¡®?C¨®mo as¨ª? Hagamos nosotros una residencia¡±. La Residencia Literaria Finestres quedaba fundada.
La luminosidad sin sombras anuncia que acabamos de pasar del mediod¨ªa cuando por la escalera de la casa baja la escritora Mercedes Cebri¨¢n. Es una de las autoras invitadas por Botero para pasar el mes de diciembre escribiendo en Sani¨¤. En su estancia coincide con la autora mexicana Daniela Tarazona y el catal¨¢n Antoni Veciana, que se re¨²nen con nosotras en la cocina-comedor pasadas las 13.30, acudiendo a la llamada de un olor apetitoso. La comida de hoy consiste en besugo con bulgur, setas asadas y ajetes y un carpacho de gamba de Palam¨®s y aguacate. De postre, torrijas con helado de vainilla. La responsable de tales exquisiteces es la chef catalana Ariadna Juli¨¢n, cocinera jefa de la casa curtida en restaurantes de estrellas Michelin que aterriz¨® en la Costa Brava despu¨¦s de haber trabajado en Monv¨ªnic, restaurante y tienda de vinos propiedad de Ferrer, y de haberle ayudado a levantar la fundaci¨®n de las comidas solidarias. Desde el primer momento en el que se ide¨® la residencia literaria, se pens¨® en la comida como en una piedra fundacional. ¡°Ariadna ha sido mi bendici¨®n. Hace un trabajo maravilloso porque tiene una serie de proveedores que nos lo traen todo aqu¨ª y los men¨²s pensados para un mes¡±, explica el director de la casa.
Porque los escritores tambi¨¦n comen, ¡°y bastante¡±, a?ade Botero entre risas, era importante que en un retiro en el que solo dedican sus horas al trabajo de la escritura tuvieran una alimentaci¨®n de calidad con la que nutrir mente y cuerpo. Bajo el mando de Juli¨¢n, en la casa solo entra comida de proximidad, verduras del Empord¨¤, carnes de ganaderos locales y pescados de la lonja de Palam¨®s. ¡°Solo cometemos dos pecados: el aguacate y el caf¨¦, que no son kil¨®metro cero¡±, confiesa la chef. A lo largo del primer a?o de residencias, Juli¨¢n dice haber visto de todo, pero lo m¨¢s com¨²n es ver a los profesionales del escribir llegar en estado de casi abandono de su propio bienestar. ¡°Voy a ser clara. Los escritores llegan jodidos. Entre un 80% y un 95% vienen con antidepresivos. No tienen el ¨¢nimo de preocuparse de s¨ª mismos. Creo que salen mejor de aqu¨ª. No s¨¦ lo que dura. Pero creo que comer, compartir alrededor de la mesa, sentirse cuidados¡ es muy terap¨¦utico¡±, relata la chef.
Las horas del desayuno, la comida y la cena sirven tambi¨¦n a los escritores para airear su mente tras largas horas de trabajo o resolver conflictos de sus textos consultando en voz alta con otros. Animales solitarios acostumbrados a verse en presentaciones, fiestas de editoriales y, alguna que otra vez, en premios literarios, no suelen ser conocidos por prodigarse en detalles sobre las l¨ªneas casi secretas de un manuscrito. Sin embargo, Cebri¨¢n, Tarazona y Veciana hablan mientras comen de las dudas que tienen o los problemas que deben resolver ese d¨ªa para que el texto funcione. Tambi¨¦n de la profesi¨®n. Y de los cotilleos dentro de la profesi¨®n. ¡°Aqu¨ª no pasa nada. En este lugar nunca pasa nada. Todo lo que pasa est¨¢ aqu¨ª¡±, asegura Veciana mientras se da dos golpecitos en la cabeza. Afuera, el sol comienza su descenso y ruge el mar.
Despu¨¦s del primer a?o de funcionamiento de la residencia literaria, el equipo de Finestres ha decidido que para 2024 los escritores puedan acceder al retiro de escritura por tres v¨ªas: las invitaciones que manda el propio director de la casa, la pasant¨ªa que se ofrece a los ganadores de la beca Finestres y una selecci¨®n realizada a partir de los manuscritos enviados por los autores. En esa convocatoria puede participar cualquier escritor de cualquier parte del mundo. La ¨²nica condici¨®n es cumplir con un m¨ªnimo de palabras y enviar la propuesta en castellano, catal¨¢n o ingl¨¦s. La situaci¨®n privilegiada de la casa y sus comodidades, en las que est¨¢n cubiertas todas las comidas de un mes, la limpieza de la habitaci¨®n o la colada hecha m¨¢gicamente, puede hacer desviar a algunos de su funci¨®n. Para otros, es la ¨²nica oportunidad de acabar un texto.
¡°No quiero aqu¨ª a autores que vengan a unas vacaciones lujosas. Quiero gente que venga a trabajar, no a alguien que viene, pasa un mes tomando el sol, escribe cualquier cosita y se va. No se trata de eso¡±, defiende Botero. A cambio, a los autores residentes se les pide un diario de su estad¨ªa que se publica en la web de la fundaci¨®n, donde ya se pueden leer las experiencias de los que pasaron por aqu¨ª en 2023.
¡°Estando aqu¨ª pienso: tengo cinco o seis horas, no pasa nada si estoy media hora con una frase. En casa est¨¢ la lavadora o recoger a las ni?as del cole. Y esto, el lujo del tiempo, te da la posibilidad de dedicarte a las cosas peque?as, que son las que al final conforman la historia¡±, cuenta Veciana sobre su experiencia. Cebri¨¢n coincide y a?ade: ¡°Es como una fantas¨ªa que me hace trabajar bajo una espec¨ªfica presi¨®n. Una burbuja irreal que parece que no deber¨ªa existir¡±.
Botero sabe que la mayor¨ªa de los escritores est¨¢n acostumbrados a ara?arle horas a su tiempo libre o a los minutos que quedan entre trabajo y trabajo para dedicarse a sus textos. ¡°No invito a nadie por caridad, pero tampoco me interesa ir solamente a por las estrellas. Quiero crear una comunidad de escritores que queden vinculados por haber venido aqu¨ª en una especie de familia extra?a¡±, justifica. A lo largo de 2023 ya han pasado por la casa autores como Leila Guerriero, Sabina Urraca, Kae Tempest, Mariana Enriquez, Juan G¨®mez B¨¢rcena o Robin Robertson. Aunque tambi¨¦n reconoce que ha tenido experiencias con algunos autores de peticiones extravagantes. ¡°Uno pidi¨® venir con su mujer, algo que se repite bastante porque otras autoras han pedido venir con su marido. Y luego recuerdo a uno que me dijo que solo vendr¨ªa si le dejaba el mes entero la casa para ¨¦l solo para poder invitar a gente y escribir desnudo¡±, relata riendo el director de la residencia, y remata: ¡°?Eres un genio? Ve a ser genio a otro lugar. Aqu¨ª no estamos para acariciar vanidades¡±.
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