Una de relojes
A todos los chup¨®pteros les da por lo mismo: en cuanto sacan unas cuantas perras, se atizan el peluc¨®n en la mu?eca
Una de las historias m¨¢s desopilantes de la vida pol¨ªtica en los ¨²ltimos tiempos es el caso de los relojes de la presidenta de Per¨², Dina Boluarte. A m¨ª, por lo menos, me tiene turulata. D¨¦jenme que les refresque el asunto: la noche del Viernes Santo, que tambi¨¦n tiene su gracia la coincidencia de fechas, la polic¨ªa irrumpi¨® en el domicilio de Boluarte. Llevaban una orden de allanamiento y no hab¨ªa nadie, as¨ª es que entraron por la fuerza. Estaban investigando una colecci¨®n de relojes de lujo que la presidenta pose¨ªa y que no hab¨ªa mencionado en su declaraci¨®n de bienes ni justificado de forma adecuada. Los relojes en debate son por lo visto 15, entre ellos varios Rolex, uno de ellos un megamodelo rosado de 19.000 d¨®lares. Ahora bien, resulta que Boluarte, de 61 a?os, abogada y funcionaria del Registro Nacional de Identificaci¨®n, entr¨® en la pol¨ªtica hace poco. En 2021 sali¨® elegida vicepresidenta del Gobierno de Castillo, y cuando ¨¦ste fue destituido por el Congreso, asumi¨® la presidencia por sucesi¨®n constitucional. Y resulta tambi¨¦n que, al parecer, antes de 2021, con su trabajo en el Registro, apenas ganaba 15.000 d¨®lares al a?o, de modo que ten¨ªa un pasar m¨¢s bien apretadito en lo econ¨®mico. Pero al llegar por carambola a la presidencia empez¨® a lucir en su mu?eca una flipante colecci¨®n de relojazos. Un cambio llamativo, porque antes, en sus tiempos funcionariales, seg¨²n coment¨® un testigo con una precisi¨®n en el detalle casi conmovedora, incluso usaba relojes de pl¨¢stico.
No deja de sorprenderme que la gente se fije en esas cosas. Que miren con semejante ah¨ªnco las joyas que lleva la se?ora. Me pregunto qui¨¦n o qui¨¦nes habr¨¢n ido haciendo la lista oprobiosa; me los imagino analizando cada v¨ªdeo, cada foto, haciendo zoom, buscando los modelos. Una ingeniosa v¨ªa para fiscalizar los ingresos de los representantes p¨²blicos. Y han hecho muy bien, han cazado in fraganti a la supuesta infractora, aunque me parece que, para que esta v¨ªa sea ¨²til, se ha de partir de cierta penuria anterior del investigado. Para poder comparar con los relojes de pl¨¢stico. Creo que los ricos antiguos son capaces de disimular mejor las chorizadas. ¡°Este Rolex me lo regal¨® mi abuela en mi primera comuni¨®n¡±, podr¨ªa argumentar el menda en cuesti¨®n, pongo por caso, y quedarse tan pancho. Se dir¨ªa que ser rico lo facilita todo, incluso robar.
Una semana despu¨¦s del allanamiento, la presidenta declar¨® que la colecci¨®n de relojazos era un pr¨¦stamo del gobernador de Ayacucho y que, al no ser suyos, no ten¨ªa que declararlos; que se equivoc¨® al aceptar el pr¨¦stamo y que ya los hab¨ªa devuelto. Wilfredo Oscorima, el gobernador (que ser¨ªa como la abuela de la primera comuni¨®n pero menos eficaz), es un amante de los Rolex y, en efecto, seg¨²n un registro de ventas, compr¨® el 31 de mayo de 2023 un modelo exacto al patat¨®n de oro rosa que luci¨® la mandataria y que costaba 19.000 d¨®lares. Y resulta que justo ese 31 de mayo Baluarte cumpl¨ªa 60 a?os. No me digan que este culebr¨®n relojil, conocido en Per¨² como el Rolexgate, no es formidable (todos los datos salen de los estupendos reportajes de Renzo G¨®mez Vega en EL PA?S).
No s¨¦ en qu¨¦ acabar¨¢n las supuestas irregularidades de Boluarte, pero el caso me ha hecho recordar la afici¨®n que la gente de torcido vivir parece tener por los relojes car¨ªsimos. A todos los chup¨®pteros les da por lo mismo: en cuanto sacan unas cuantas perras, se atizan el peluc¨®n en la mu?eca. Podr¨ªamos seguir los pasos de los peruanos y hacer una labor de hemeroteca para ver qu¨¦ relojes usaban los espa?oles condenados por corrupci¨®n de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Apuesto a que todos costaban m¨¢s que un coche utilitario (y sin la ventaja de poder transportarte de un sitio a otro). Lo que demuestra varias cosas: que los de las empresas relojeras son muy listos y m¨¢s que fabricar relojes venden estatus; y que los malos carecen por completo de personalidad e imaginaci¨®n y son muy tontos. Porque, aunque todos sabemos (las pel¨ªculas de atracos nos lo han ense?ado una y mil veces) que lo peor que puede hacer un ladr¨®n cuando ladronea es ser ostentoso, a la inmensa mayor¨ªa de los corruptos les pierde la vanidad, y se lanzan de cabeza a las marisquer¨ªas a pelar bogavantes con las camisas remangadas y gran exhibici¨®n de sus relojes de lujo. Pero qu¨¦ panolis. Hay que seguir llev¨¢ndolos de pl¨¢stico.
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