Liu Thai Ker: ¡°Los coches estropean m¨¢s de lo que solucionan en las ciudades. Crean problemas sociales¡±
Es el hombre que hizo de Singapur un modelo de urbanismo humano, basado en un eficaz sistema de vivienda y transporte p¨²blicos y en su control por parte del gobierno
Liu Thai Ker (Muar, Malasia, 86 a?os) se muestra serio, pero busca la atenci¨®n de quien lo escucha sonriendo. Invitado por la Fundaci¨®n Arquitectura y Sociedad, lleg¨® a Pamplona a inaugurar el VII Congreso Internacional de Arquitectura explicando la transformaci¨®n de su pa¨ªs de isla pobre a potencia mundial. Aunque el cambio fue radical, ¨¦l habla sin hip¨¦rboles, utilizando datos concretos. Como si fuera algo sencillo, fue capaz de ver que sin vivienda, sin naturaleza y con coches, las ciudades no prosperar¨ªan. Por eso adelant¨® las cuestiones que hoy protagonizan los problemas de las urbes europeas.
No muchos urbanistas logran dise?ar una ciudad. ?Qu¨¦ le permiti¨® hacerlo?
Estudi¨¦ Arquitectura en Australia porque no me pod¨ªa permitir estudiar sin trabajar y all¨ª pod¨ªa asistir a clase a tiempo parcial. Durante 11 a?os fui el mejor alumno de la Universidad de Nueva Gales del Sur. Cuando termin¨¦, pens¨¦ que para ser un buen arquitecto deb¨ªa aprender urbanismo. Solicit¨¦ admisi¨®n en Harvard. Me aceptaron, pero en Yale adem¨¢s me ofrecieron una beca. De modo que acept¨¦ su oferta.
All¨ª se interes¨® por las infraestructuras del transporte.
Entend¨ª que para ser un buen urbanista deb¨ªa fijarme en c¨®mo se mov¨ªa la gente. Me acerqu¨¦ a un profesor especializado en el tema, el ingeniero Herbert S. Levinson. Y nos hicimos amigos. El Gobierno de Singapur hab¨ªa o¨ªdo hablar de m¨ª porque no hab¨ªa gente que dise?ara teniendo en cuenta esas cosas. Y¡ el ministro de Vivienda vino a buscarme.
Por entonces usted trabajaba en Nueva York, en la oficina de I. M. Pei.
S¨ª, durante cuatro a?os. Como yo, Pei era de origen chino, y un arquitecto muy atento. Estuve con ¨¦l hasta que me ofrecieron trabajar para el Ministerio de Vivienda y pens¨¦ que en Estados Unidos hab¨ªa muchos arquitectos y que yo solo ser¨ªa uno m¨¢s. En cambio, en mi pa¨ªs, podr¨ªa lograr una mayor contribuci¨®n.
Pasar de chabolas a vivienda p¨²blica fue la clave de su dise?o urbano.
No fue una idea m¨ªa. Era la pol¨ªtica del Gobierno. En aquel momento, en Singapur no exist¨ªa un sentido de pertenencia. ?ramos un pa¨ªs nuevo. Los chinos, incluido yo mismo, mir¨¢bamos a China como nuestro pa¨ªs. Para los indios, su patria era la India, y para los malayos, Malasia. En ese nudo de nacionalidades, el Gobierno se plante¨®: ?c¨®mo podemos crear un pa¨ªs unido con gente tan distinta? La vivienda confiere sentido de pertenencia. Construye una identidad.
En lugar de desarrollar un barrio indio, otro chino y otro malayo ¡ªcomo en tantas ciudades¡ª mezclaron razas.
Pensamos que la mezcla de grupos ¨¦tnicos generar¨ªa respeto, conocimiento y convivencia. Dise?amos una regla sencilla, un porcentaje, y decidimos que la convivencia interracial e intersocial de gente con distintos ingresos deb¨ªa aplicarse en todos los barrios y en todos los edificios. Hoy hemos aprendido a convivir. La decisi¨®n fue sencilla, pero dif¨ªcil de aplicar.
?Por qu¨¦?
Criticaron que la ingenier¨ªa social interfer¨ªa con la libertad personal obligando a convivir.
Tambi¨¦n desarrollaron normas que forzaban a ser amables. Incluso instrucciones sobre c¨®mo limpiar los ba?os¡
Empezamos desde cero para facilitar la convivencia.
?Suprimieron libertades?
Desarrollamos responsabilidades. El Estado ofrece ense?anza gratuita. A cambio, los padres deben asegurarse de que sus hijos terminan la primaria. Si no lo hac¨ªan, eran multados. Cuando das, puedes exigir. Cuando das a la poblaci¨®n lo que prometes que vas a ofrecer, te ganas la confianza de los ciudadanos.
Singapur tuvo el problema de vivienda solucionado en 1985.
Los pisos no se compran. Esa es la clave. Son viviendas p¨²blicas. Se alquilan durante 99 a?os. La clave es que el sistema sanitario, el educativo y la econom¨ªa funcionan. Buscamos evitar la segregaci¨®n racial y la econ¨®mica. No quer¨ªamos que los pobres vivieran solo en un barrio de la ciudad. Haciendo edificios con pisos de m¨¢s y menos habitaciones puedes mezclar familias con rentas diferentes
?De d¨®nde sacaron el dinero para transformar el pa¨ªs?
Adem¨¢s de vivienda construimos tiendas y f¨¢bricas que proporcionaban ingresos.
Supieron ver el potencial destructivo de los coches.
Decidimos que el Estado no pagar¨ªa para que se pudiera aparcar el coche en la calle. Vimos que limitar el n¨²mero de coches era la manera de controlar la poluci¨®n.
Tomaron una decisi¨®n que muchas ciudades aplican ahora, medio siglo despu¨¦s. ?C¨®mo supieron verlo cuando el coche se consideraba como un s¨ªmbolo de libertad?
No fue una decisi¨®n m¨ªa. Lo decidi¨® Lee Kuan Yew [el entonces primer ministro]. ?l quer¨ªa que Singapur fuera una de las grandes capitales del mundo. Para eso debes tener un tr¨¢fico fluido, jardines y un nivel de poluci¨®n bajo.
?Eso sigue definiendo lo que es una gran ciudad? ?La falta de agua no cuestiona la cantidad de parques que se pueden mantener?
Lo que nos deber¨ªa salvar de las grandes sequ¨ªas es la tecnolog¨ªa. Hoy han mejorado los drenajes, el agua de la lluvia no se pierde. Las aguas residuales se pueden utilizar para riego o incluso se pueden llegar a beber.
?Considera que Dub¨¢i es una ciudad de futuro?
No. Tiene proyectos interesantes, pero su estructura urbana no funciona como deber¨ªa. No me gusta criticar otras ciudades, pero dir¨¦ que en arquitectura hay un problema extendido cuando la forma obedece a la fama y no a la funci¨®n. A pesar de que hoy soy muy famoso, nunca me ha movido la fama. Nunca quise ser famoso, quer¨ªa ser ¨²til. Estoy en contra de que la forma de los edificios la decida la moda o la fama de los arquitectos que los dibujan.
?Siempre pens¨® as¨ª o lo ha aprendido con el tiempo?
Siempre he estado en contra de la arquitectura innecesariamente formalista. O de la que logra r¨¦cords del mundo: el edificio m¨¢s alto, el m¨¢s caro, el m¨¢s¡ Las modas duran poco. Si el valor es la sorpresa, la gente deja de sorprenderse y termina cans¨¢ndose. Los mejores edificios no cansan. No representan a un tiempo, quedan fuera de ¨¦l.
?Los criterios que definen la calidad de las ciudades cambian poco?
Piense: ?qu¨¦ es esencial para una persona? Tener un refugio ¡ªuna casa¡ª, un trabajo, colegio para los ni?os¡ Los coches¡, s¨ª, aparecieron como los grandes transformadores de las ciudades. Pero fue una visi¨®n cortoplacista. Los coches en las ciudades estropean m¨¢s de lo que solucionan. Crean problemas sociales. Incluso en los a?os sesenta, cuando yo estudiaba en Yale, ya habl¨¢bamos de esto. Si todo lo conf¨ªas al coche, la gente deja de caminar. Y, cuando envejece, se queda aislada. Las carreteras y los aparcamientos se llevan el dinero que podr¨ªa desarrollar un sistema de transporte p¨²blico. El bienestar de los ancianos y los ni?os mide la calidad de una ciudad.
?Qu¨¦ es la prosperidad?
La confianza de la ciudadan¨ªa hace posibles las mejores ciudades. Cuando una pol¨ªtica gubernamental funciona, la econom¨ªa se dispara. Se crean puestos de trabajo y aumenta la poblaci¨®n porque necesitas que m¨¢s gente haga esos trabajos. En Singapur tenemos muchos inmigrantes porque sabemos que los necesitamos para que el pa¨ªs siga funcionando. A Singapur llegan empresarios y obreros.
La mayor¨ªa del mundo parece m¨¢s inclinada a que la vivienda sea un negocio que a defenderla como derecho.
La vivienda no puede ser un negocio. En Singapur tenemos una oficina de anticorrupci¨®n.
?Y funciona?
De manera muy estricta. Hoy trabajo mucho en China y est¨¢n tratando de aplicarlo all¨ª. Creo que ser¨¢ bueno para China.
La demanda de pisos tur¨ªsticos est¨¢ haciendo que aumente el precio de los alquileres y que cada vez m¨¢s ciudadanos no puedan permitirse alquilar un piso.
Si tienes vivienda p¨²blica no sufres gentrificaci¨®n porque los turistas no pueden expulsar a nadie de su casa.
?En Singapur hay edificios vac¨ªos?
?Comprados como bienes de inversi¨®n? Dir¨ªa que el control actual no es tan bueno como yo desear¨ªa, pero, aun as¨ª, es mejor que en la mayor¨ªa de las ciudades. Lo que salva a Singapur es que no hay gente sin casa por el sistema de vivienda p¨²blica. El Gobierno controla el excedente de vivienda. No lo deja en manos privadas. Para la estabilidad de una ciudad es esencial limitar los alquileres y no hinchar los precios. Si uno opta por que el mercado decida, termina por no saber el coste real de las cosas.
?Cu¨¢nto debe durar un edificio?
Cuando empec¨¦ a dise?ar la ciudad habl¨¦ con mis ingenieros: aunque Singapur era entonces un lugar muy pobre, les ped¨ªa que construyeran para que los edificios duraran siglos. Construir para derruir es una p¨¦rdida de dinero y energ¨ªa que el mundo no se puede permitir.
Regres¨® de Nueva York a Singapur casado con una mujer australiana.
Y luego me cas¨¦ con una americana. Gretchen, mi esposa, es periodista. Ha publicado varios libros sobre la historia visual y la arquitectura de Singapur.
A mediados del siglo XX, los arquitectos eran, todav¨ªa, una ¨¦lite social. ?Qu¨¦ importancia tuvo que su familia no tuviera dinero para pensar en ofrecer viviendas a los ciudadanos?
Haber conocido la pobreza me ayud¨® a ponerme en la piel de los m¨¢s necesitados.
?De qu¨¦ tipo de pobreza habla?
Viv¨ªamos en una casita, no en una chabola, pero en lugar de inodoro, ten¨ªamos un cubo. Eso te pone en la piel de los otros.
?Qui¨¦n se puede permitir tener coche hoy en Singapur?
Muy poca gente. Es muy caro comprarlo y mantenerlo. Por eso es disuasorio. Nadie protesta, porque tenemos un sistema p¨²blico de transporte eficaz que llega a todas partes. El 86% de la poblaci¨®n se mueve en transporte p¨²blico. Y cada vez m¨¢s gente utiliza bicicletas. Uno de mis arrepentimientos es no haber planificado, en los sesenta, carriles-bici.
?Usted c¨®mo se mueve?
Tengo un coche.
?C¨®mo se puede defender el sistema p¨²blico de transporte y tener coche?
Es sencillo: me lo puedo permitir. Defiendo pagar caro tener coche para que poca gente pueda tenerlo.
Ha pasado de dise?ar su ciudad a planificar urbes por todo el mundo: en China, en Rusia¡
He trabajado en el urbanismo de 70 ciudades. Tres de ellas, megaciudades. En China, una de 11 y otra de 12 millones de habitantes. Trabajo en una que tendr¨¢ una poblaci¨®n de 32 millones de habitantes.
?D¨®nde est¨¢?
No se lo puedo decir.
?Y eso? ?Cree que va a pasar inadvertida?
No me conviene desvelar ninguna informaci¨®n.
?Aplicar¨¢ las mismas ideas que aplic¨® a Singapur?
Una buena decisi¨®n urban¨ªstica es aplicable en cualquier lugar del mundo.
?Se puede construir una gran ciudad donde hay poca agua?
S¨ª. Planificando un buen sistema de recuperaci¨®n de aguas residuales. El reciclaje definir¨¢ la vida de las ciudades. Reciclar es m¨¢s costoso que no hacerlo, pero es pensar a largo plazo. Las ciudades necesitan agua. Pero una buena planificaci¨®n puede ahorrar mucha.
No le gustan las ciudades inteligentes.
La etiqueta inteligente (smart) no crea una ciudad inteligente. Puede que sirva para lograr que una ciudad funcione con m¨¢s precisi¨®n: sabiendo a qu¨¦ hora llegan los autobuses y cu¨¢ntos aparcamientos libres hay en los garajes. Pero lo que hace que las ciudades funcionen es la planificaci¨®n. Necesitas empezar bien para que la ciudad sea sana y permita una buena vida. Y para m¨ª lo sano es la mezcla: la convivencia.
?Qu¨¦ hace de Singapur la mejor planificaci¨®n urbana?
La vivienda para todos, el sistema p¨²blico de transporte y la protecci¨®n de la naturaleza. Es un sistema de prioridades b¨¢sico que se puede repetir en cualquier parte del mundo.
Se le considera un visionario. Fue capaz de prever los problemas que sacudir¨ªan a las ciudades del futuro: la movilidad, la falta de agua, la vivienda, la convivencia con la naturaleza. ?Qu¨¦ le permiti¨® verlo?
Nunca sabr¨¦ si fue mi infancia sin lavabo o conocer a un ingeniero especializado en transporte p¨²blico como Levinson. Somos la suma de lo que vivimos, aprendemos y llegamos a pensar. La clave son los profesores. No necesariamente los de la escuela, la gente que te ense?a a ver con libros, con su ejemplo, con sus dudas.
Tras firmar el urbanismo de su ciudad-Estado, en 1979, abri¨® su propio estudio.
Sent¨ª que ten¨ªa un nivel de conocimiento de los problemas urbanos que muy poca gente ten¨ªa. Y quise compartirlo con mis empleados para poder retirarme.
?Se est¨¢ enriqueciendo m¨¢s ahora que no trabaja para el Estado y se ha pasado al sector privado?
Trabajar para el sector privado no es f¨¢cil. Debes asumir las fluctuaciones del mercado. Es m¨¢s c¨®modo trabajar para el Gobierno. Pero quiero compartir lo que s¨¦ con muchas ciudades del mundo y la ¨²nica manera de hacerlo es teniendo mi propia compa?¨ªa. No es solo un negocio, yo lo veo como una misi¨®n.
Tiene 86 a?os.
Por eso entreno a mis empleados.
?Cu¨¢ndo planea retirarse?
En¡ ?20 a?os?
?Se ha arrepentido alguna vez de no haberse dedicado a pintar?
No. Creo que lo que hago contribuye m¨¢s al bienestar de la humanidad. Todav¨ªa dibujo y hago caligraf¨ªa. Como arquitecto, creo que aprendo m¨¢s dibujando que pensando. Dibujo ciudades. Ser urbanista es un trabajo complicado, pero apasionante. La pasi¨®n hace f¨¢cil lo dif¨ªcil. Por eso insist¨ª a mis hijos en que eligieran un trabajo que les gustara. De los tres de mi primera esposa uno es psiquiatra, otro inform¨¢tico. Y Esther es la celista principal de la ?pera de S¨ªdney.
?Le gusta la m¨²sica?
Claro. Tocaba el piano. Llegu¨¦ a grabar un disco, pero hace mucho que no toco. Tengo dos hijos m¨¢s. Daniel trabaja conmigo. Y Christine estudi¨® Historia del Arte. Hacen lo que les gusta. La pasi¨®n es importante.
?De d¨®nde saca la suya?
De sentirme parte de la humanidad. No soy religioso. Pero mi manera de estar en el mundo es espiritual.
Ha tenido dos mujeres.
?Cree que no es suficiente?
D¨ªgamelo usted: 70 ciudades, cinco hijos¡
Y solo dos mujeres. S¨ª. [Risas]. Tal vez en los 20 a?os que me quedan pueda encontrar m¨¢s.
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