Cal Newport, el hombre que nunca procrastina
Este profesor de Georgetown, ¡®podcaster¡¯ y autor de superventas como ¡®C¨¦ntrate¡¯ o ¡®Hazlo tan bien que no puedan ignorarte¡¯ tiene la clave para no trabajar horas extra, cumplir con los objetivos y tener tiempo libre. Su ¨¦xito es el mejor ejemplo de que sus t¨¦cnicas funcionan
El plan del d¨ªa, un radiante lunes de finales de junio sin clases, incluy¨® dos horas escribiendo su nuevo libro, una preparando el siguiente programa de su podcast, dos para grabarlo, otras dos para la entrevista con El Pa¨ªs Semanal y una reuni¨®n de 30 minutos entre medias. Total: a eso de las 16.30, Cal Newport, profesor de Inform¨¢tica en la Universidad de Georgetown y escritor de exitosos ensayos sobre el trabajo en la era de la distracci¨®n y las trampas de la tecnolog¨ªa, dio por terminada su bien aprovechada jornada laboral. El resto del d¨ªa, cont¨®, no vuelve a abrir el ordenador, y trata de dedicar el tiempo a su esposa y a sus tres hijos. Raramente trabaja los fines de semana.
Parece f¨¢cil cuando lo cuenta en su casa de Takoma Park, un elegante extrarradio de Washington con pedigr¨ª izquierdista que pertenece a Maryland. All¨ª tiene dos despachos. En el de la planta baja ¡ªuna luminosa estancia con chimenea, estanter¨ªas azul Klein con traducciones a unos 45 idiomas de sus libros y un ordenador port¨¢til cerrado sobre una mesa de roble hecha por encargo por ¡°una empresa de Maine especializada en mobiliario acad¨¦mico¡±¡ª est¨¢n prohibidos los tel¨¦fonos m¨®viles y ¡°las pantallas fijas¡±. En el de arriba, como quien mete todos los trastos que quiere perder de vista en un cuarto, est¨¢ la impresora, el esc¨¢ner o la computadora de mesa. ¡°En realidad, no s¨¦ lo que es procrastinar¡±, dice Newport, firme defensor del time blocking (pensar el d¨ªa anterior de qu¨¦ manera organizar el horario del siguiente y cumplir con ese dise?o a rajatabla). ¡°Puede que me cueste empezar, o que retrase los proyectos, pero una vez me pongo no pierdo el tiempo hasta que hago las horas que me he propuesto¡±.
Newport cumpli¨® 42 a?os el d¨ªa anterior a la entrevista. Naci¨® en Houston, donde vivi¨® hasta los siete, edad en la que su familia se mud¨® a Nueva Jersey, cerca de Princeton. All¨ª, por influencia del Instituto de Estudio Avanzado, centro asociado a la prestigiosa Universidad que fue hogar intelectual de Oppenheimer, de Einstein o de Richard Feynman, descubri¨® lo que le interesaba: ¡°La vida de las ideas¡± y ¡°trabajar frente a una pizarra en blanco¡±. De muy joven ya hab¨ªa fundado una start-up. ¡°Crec¨ª en la era de los barones de internet, el tiempo del ascenso de Microsoft o de Oracle, y me apasionaba por el software¡±, recuerda. Mientras estudiaba en Dartmouth, universidad de la Ivy League, consigui¨® a los 21 a?os un contrato editorial. De ah¨ª salieron sus tres primeros libros, de consejos para estudiantes.
Tras rechazar una oferta de Microsoft (¡°era mucho dinero, pero no habr¨ªa podido seguir escribiendo¡±) recal¨® en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde se doctor¨®. Despu¨¦s, mientras sopesaba d¨®nde seguir¨ªa su vida acad¨¦mica (acab¨® decant¨¢ndose por Georgetown), surgi¨® la idea de Hazlo tan bien que no puedan ignorarte, ensayo de 2012 que ahora publica Pen¨ªnsula con la traducci¨®n de Diego Pereda Sancho. Su escritura nace de las preguntas que se hizo cuando estaba a punto de ¡°emprender un viaje profesional que posiblemente iba a ser para el resto de la vida¡±.
En ¨¦l, Newport trata de convencer al lector de que guiarse por la pasi¨®n a la hora de escoger profesi¨®n no es buena idea, por m¨¢s que en un famoso discurso de graduaci¨®n Steve Jobs dijera a los alumnos de Stanford: ¡°La ¨²nica manera de tener un buen trabajo es amar lo que se hace¡±. Newport repasa la vida del fundador de Apple para desmontar ese mito, y concluye: ¡°Mucho mejor que trabajar en lo que te apasiona es amar aquello en lo que trabajas¡±. ?C¨®mo? Ya lo dice el t¨ªtulo: volvi¨¦ndote tan bueno que no puedan ignorarte. Newport dio con la f¨®rmula ¡ªconvertirte en un experto y desarrollar unas aptitudes ¡°escasas y valiosas¡± que te permitan acumular el ¡°capital laboral¡± necesario para lograr ¡°un trabajo genial¡±¡ª y se aplic¨® el cuento: as¨ª fue como se convirti¨® en una rara mezcla de tecn¨®logo y escritor, que tiene adem¨¢s un podcast, un blog y una newsletter con 100.000 suscriptores.
¡°Met¨ªan muchas horas y aun as¨ª se sent¨ªan frustrados¡±
Al principio cost¨®. El ensayo que ahora se edita en Espa?a no fue tan bien como esperaba. Cuatro a?os despu¨¦s public¨® el siguiente: C¨¦ntrate (Deep Work), su mayor best seller, con, calcula, entre 1,5 y 2 millones de copias vendidas en ingl¨¦s. ¡°Supongo que supe leer el Zeitgeist¡±, dice. ¡°Lleg¨® en un momento en el que los trabajadores del conocimiento se empezaban a sentir cada vez m¨¢s quemados tras una d¨¦cada y media de usar correo electr¨®nico y otras tecnolog¨ªas en red y de una crisis econ¨®mica bestial. No sab¨ªan bien por qu¨¦. Met¨ªan muchas horas y aun as¨ª se sent¨ªan frustrados con los resultados de su oficio¡±.
Aquel fue tambi¨¦n el libro en el que dio con la etiqueta m¨¢s afortunada de su carrera hasta ese momento, esa idea del trabajo en profundidad. ¡°Mi obra no consiste en convencer al lector de algo en lo que no cree, sino de ayudarle a entender mejor lo que ya sabe. Por eso es muy importante el acto de nombrar lo que les pasa. A muchos les bast¨® con escuchar el t¨ªtulo para entender por qu¨¦ estaban frustrados en la oficina¡±.
El cultivo del deep work no pasa por trabajar m¨¢s horas, sino por hacerlo con intensidad y sin distracciones (correos electr¨®nicos, noticias basura, redes sociales¡) para acabar antes y de una vez a una hora razonable. ¡°Pensamos que la tecnolog¨ªa nos har¨ªa m¨¢s productivos, y no ha sido as¨ª¡±, considera Newport. ¡°Las innovaciones nos permiten hacer ciertas cosas, como conseguir informaci¨®n mucho m¨¢s r¨¢pido, pero han a?adido tanto ruido que en realidad producimos menos que nuestros abuelos¡±.
En sus siguientes a?os, Newport ahond¨® en sus cr¨ªticas desde dentro a la tecnolog¨ªa, y a sus estragos en el ¨¢mbito laboral, con Minimalismo digital (Paid¨®s) o Un mundo sin e-mail (Revert¨¦). Los consejos contenidos en esos libros son fruto de teor¨ªas que, dice, le vienen caminando. No tiene redes sociales y ha hecho p¨²blica su cruzada contra ellas, pese a la presi¨®n que sinti¨® durante a?os. ¡°Parec¨ªan una especie de fuerza progresista capaz de democratizar las ideas y conectar al mundo, adem¨¢s de imprescindibles para tu carrera. Hoy ya nadie cree eso¡±.
La televisi¨®n es como el pan de molde; las redes sociales son los ultraprocesados
Solo echa un par de veces al d¨ªa un vistazo a la web de The New York Times. Puede pasar horas sin consultar el m¨®vil, para desesperaci¨®n de su familia y sus amigos. Y no piensa dejar que sus hijos tengan tel¨¦fono hasta los 16. ¡°El mayor tiene 11, as¨ª que ahora est¨¢ a punto de ponerse la cosa interesante¡±, cuenta. En la escuela del muchacho ejerce de asesor en esos asuntos, aunque no comparte que las nuevas generaciones est¨¦n perdidas por haber nacido ya bajo el influjo digital. ¡°No creo en el tecnodeterminismo, en esa gente que dice que por estar disponible no hay que resistirse a la tecnolog¨ªa. El cerebro del ser humano no cambia tan r¨¢pidamente. El de mis hijos es b¨¢sicamente el mismo que el de mi abuelo. El problema es c¨®mo unos y otros se relacionan con las nuevas herramientas¡±.
A la pregunta de si considera que ¨¦l tambi¨¦n contribuye a la dispersi¨®n generalizada como autor de dos formatos reci¨¦n llegados al salvaje mercado donde se compra y se vende nuestra atenci¨®n ¡ªel podcast, que graba en un estudio a un par de calles de su casa, y la newsletter¡ª, recurre a un s¨ªmil gastron¨®mico: ¡°Leer un libro es como la comida org¨¢nica, puedes atiborrarte, no ser¨¢ un problema para tu salud. Los alimentos moderadamente procesados, como el pan de molde, son la televisi¨®n, las pel¨ªculas, los podcasts y newsletters: hay que tomarlos con moderaci¨®n, pero resultan aceptables. Y luego est¨¢n los ultraprocesados, las oreos, los doritos: su calidad es baj¨ªsima y enganchan mucho. Ah¨ª entran las redes sociales¡±.
La pandemia, con la promesa truncada de la liberaci¨®n del teletrabajo, el diluvio interminable de reuniones en Zoom y la tiran¨ªa del Slack y otras formas de comunicaci¨®n instant¨¢nea entre empleados, empuj¨® muchas de sus ideas al centro del debate. ¡°Aceler¨® todos esos problemas, y al final tuvo eso bueno, porque nos puso alerta¡±, opina.
En la ¨¦poca del confinamiento, empez¨® a colaborar con m¨¢s regularidad con The New Yorker, donde trata estos asuntos desde un lugar que niega que sea el de la ¡°autoayuda¡±. Prefiere llamarlo ¡°no ficci¨®n pragm¨¢tica¡±. ¡°Mis libros contienen ideas, pero tambi¨¦n consejos. Y eso despista a algunos que buscan una cosa o la otra, y tambi¨¦n a los cr¨ªticos¡±. Tampoco definir¨ªa lo suyo como una cr¨ªtica al capitalismo tard¨ªo. ¡°El blanco de nuestros dardos puede parecerse, pero los que hacen esa clase de cr¨ªtica desde la izquierda tienden a situar al capitalismo en el centro del problema, y yo tengo una perspectiva m¨¢s tecnosocial. Cuando critico el e-mail lo hago porque la herramienta ha hecho estragos entre los trabajadores, pero al haber aumentado la distracci¨®n tambi¨¦n provoca p¨¦rdidas a las empresas¡±.
De sus aprendizajes en la pandemia surgi¨® la idea de su ¨²ltimo libro, Slow Productivity (a¨²n sin traducci¨®n), donde defiende ¡°hacer menos cosas, a un ritmo m¨¢s natural y cuidando la calidad¡± para evitar la quemaz¨®n, ese agotamiento f¨ªsico y mental que parece cernirse sobre todos y que ahora llamamos burnout. El nuevo ensayo en el que trabaj¨® durante dos horas el d¨ªa de la entrevista ser¨¢ una continuaci¨®n de aquel, y ¡°llevar¨¢ esas ense?anzas m¨¢s all¨¢ del trabajo, a la vida en general¡±, seg¨²n cont¨® antes de despedirse a la puerta de su casa. Antes, tambi¨¦n, de continuar con el resto de su jornada medida a rajatabla.
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