Las ¨²ltimas frases
Se ha hablado mucho, yo dir¨ªa que hasta el aburrimiento, de los textos. Creo que se mitifican en exceso
Ha llegado a mis manos un libro singular, peque?o pero de alg¨²n modo enorme. Sali¨® el pasado mes de marzo, se titula La ¨²ltima frase y es el primer libro de Camila Ca?eque. Supongo que tambi¨¦n ser¨¢ el ¨²ltimo, porque Camila muri¨® el 14 de febrero, a los 39 a?os, mientras su obra se imprim¨ªa. Veo ahora que era artista y fil¨®sofa; que reflexionaba en sus trabajos en torno al tema del cansancio existencial. Hizo instalaciones y performances art¨ªsticas en diversas galer¨ªas y museos, nacionales e internacionales. En 2013 se tumb¨® boca abajo en un pasillo de Arco vestida de flamenca, rodeada de flores y poemas del Romancero gitano, de Lorca. Como no hab¨ªa pedido los permisos correspondientes, Arco la oblig¨® a levantarse. Yo no la conoc¨ªa antes de llegar a este libro, pero todo lo que ahora veo de ella me interesa. La ¨²ltima frase es de una originalidad deslumbrante. Tiene detr¨¢s un trabajo cicl¨®peo, y tanto el lenguaje como el pensamiento poseen la agudeza y la esencialidad de la destilaci¨®n de un alquimista.
La idea es muy sencilla, uno de esos hallazgos evidentes que estuvieron siempre ah¨ª, pero que no vimos. Es un libro sobre los finales de los libros. Se ha hablado mucho, yo dir¨ªa que hasta el aburrimiento, de los comienzos de los textos, y todos nos sabemos de memoria las primeras l¨ªneas de alguna novela. Personalmente creo que se mitifican en exceso esas frases iniciales: hay novelas maravillosas que no recordamos c¨®mo empiezan, y por desgracia hay muchos p¨¢rrafos primeros a los que se les nota demasiado el desaforado intento del autor por crear una apertura que atrape al lector, pura tramoya y farsa. Por otro lado, tambi¨¦n se ha escrito bastante sobre las frases finales que dijeron los personajes famosos antes de morir. Desde el ¡°Estoy tan aburrido de todo¡± de Winston Churchill al ¡°Ya ha sido suficiente¡± de Beethoven, pasando por unas palabras conmovedoras, las de Mar¨ªa Antonieta al subir a la guillotina, que, tras pisar sin querer al verdugo, le dijo: ¡°Perdone, se?or, no fue a prop¨®sito¡±. Todas estas sentencias y muchas m¨¢s ruedan por el mundo desde hace tiempo, aunque dudo de que sean muy fiables. (Salvo lo de la pobre Mar¨ªa Antonieta, que parece ser cierto).
Pero el texto de Camila habla de algo nunca recopilado antes, que yo sepa: del final de los libros, y recoge nada m¨¢s y nada menos que 452 ¨²ltimas frases de otras tantas obras. Yo habr¨¦ le¨ªdo cerca de la mitad de ellas, pero ninguno de los textos me sonaba, lo cual, aparte de mi proverbial desmemoria, me hizo comprender que el final de los libros que leemos va m¨¢s all¨¢ de sus ¨²ltimas palabras. Es un apagarse de la acci¨®n, una conclusi¨®n que viene de mucho m¨¢s lejos en la trama, un cierre m¨¢s vasto y complejo. Las novelas nos son necesarias porque ordenan el caos insoportable de la vida, y para ordenarlo han de ponerle un fin. Gracias a esos finales podemos consolarnos con un espejismo de destino y sentido en este insensato e incomprensible mundo.
Esto lo ha percibido Camila en su obra con visi¨®n de rayos X. Cuenta que siempre ha estado obsesionada por los finales, que empezaba las novelas leyendo la ¨²ltima p¨¢gina (ah, c¨®mo me desesperan esos lectores) y que fue acumulando a?o tras a?o toda una obsesiva colecci¨®n de frases ¨²ltimas. Tambi¨¦n explica que toda su vida se sinti¨® perseguida por la idea de la muerte (ah, qu¨¦ cerca la he encontrado en eso: era de las m¨ªas). Durante un tiempo, cuenta, le dio por ir todos los d¨ªas al aeropuerto a observar despedidas. En otra ¨¦poca, por acudir a los cementerios a ver entierros. Sus reflexiones sobre el tiempo y sobre el consuelo que los finales ofrecen (sobre todo si el finado es otro y somos supervivientes) son muy hermosas y est¨¢n talladas como diamantes en el texto. Y adem¨¢s escalofr¨ªan por el hecho a?adido de su inesperado fallecimiento. Quiero decir que es un libro sobre el fin de todas las cosas, y cuando lo leemos nos golpea la verdad esencial de que ella ya se ha ido. Igual que nos iremos todos alg¨²n d¨ªa. ¡°La soluci¨®n a mi profunda aversi¨®n a la muerte ha sido medicarme con agon¨ªas. (¡) Pero no se puede matar a la muerte¡±, dice. Falleci¨® de forma s¨²bita mientras dorm¨ªa. Sin duda, el mejor de los tr¨¢nsitos. Un poco demasiado pronto, pero ese es un dolor para quienes se quedan, no para ella. Ella consigui¨® ser la gran artista de los bellos finales.
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