La palabra derecha
La meta que realmente los unifica a todos es la que silencian: mejorar las vidas de los ricos
Los espa?oles hablan de derechas porque creen que son muchas; los sudacas decimos derecha porque quiz¨¢ sospechamos que todas son una. Pero el significado pol¨ªtico de la palabra viene de Par¨ªs y cumpli¨®, hace semanas, 235 a?os: ¡°El 29 de agosto empezamos a reconocernos: los que defend¨ªan su religi¨®n y su rey se reunieron a la derecha del presidente para evitar los gritos, los insultos y las indecencias que suced¨ªan en la parte opuesta, a su izquierda¡±, escribi¨® en sus memorias el bar¨®n de Gauville, diputado de la nobleza en la Asamblea de la Revoluci¨®n Francesa. Era el nacimiento de la definici¨®n pol¨ªtica m¨¢s eficaz de los ¨²ltimos siglos: la izquierda, la derecha.
Funcion¨®, se mantuvo: era muy clara, muy gr¨¢fica y tan arbitraria que, aunque ahora parezca extra?o, aquellos se?ores se podr¨ªan haber parado al rev¨¦s y lo dir¨ªamos al rev¨¦s y ser¨ªa lo mismo. En cualquier caso seguimos hablando de derechas e izquierdas, sus matices. Durante a?os las derechas quisieron disfrazarse de centros. Pero vieron que las izquierdas lo consegu¨ªan mejor y tuvieron que lanzarse a su derecha. As¨ª que ahora las que m¨¢s suenan se hacen llamar ¡°extrema derecha¡± o ¡°ultraderecha¡±.
Estamos impresionados porque la ¡°extrema derecha¡± resucit¨® cuando la d¨¢bamos por muerta. Durante d¨¦cadas fue la etiqueta que casi todos esquivaban; ahora, al contrario, es una que muchos buscan, aun cuando no est¨¦ muy claro qu¨¦ quiere decir, qu¨¦ quieren decir. Lo que s¨ª lo est¨¢ es que nos venden la ilusi¨®n de un movimiento global unificado ¡ª¡±la extrema derecha avanza en el mundo¡±¡ª cuando las diferencias entre ellos son cuantiosas.
A veces parece que decir ¡°extrema derecha¡± es tan vago como decir ¡°populista¡±. Vago, digo, en el sentido de perezoso, descuidado. Es una concesi¨®n que les hacemos y deber¨ªamos dejar de hacerles. Definir a todos esos oportunistas dispersos como parte de lo mismo les da poder, los agiganta ¡ªy, por lo tanto, vale la pena hilar m¨¢s fino y resaltar sus diferencias.
Que son tantas: algunos son estatistas, otros quieren destruir el Estado; algunos son nacionalistas, otros son pura globalizaci¨®n; algunos mueren por el mercado, otros le desconf¨ªan; algunos responden a viejas tradiciones fascistas, otros acaban de inventarse; muchos son bien cristianos, otros m¨¢s bien supersticiosos; varios son muy hom¨®fobos, otros un poco m¨¢s. Y suelen ser antisemitas como sus mayores pero han inventado una nueva manera de serlo: apoyar a su camarada de Israel.
Los une, si acaso, su forma de aprovechar la frustraci¨®n reinante y ofrecer a esos frustrados la expectativa de un ¡°cambio social¡±. Es curioso: en varios pa¨ªses esas derechas han conseguido aparecer como la ¨²nica reacci¨®n contra un statu quo que todos los dem¨¢s supuestamente representan. Y as¨ª convierten a los dem¨¢s en ¡°conservadores¡± que quieren mantener la democracia, estas sociedades donde tantos no viven las vidas que merecen.
Eso s¨ª que es un cambio: la derecha siempre se defini¨® por conservar, por pelear para que nada cambiara porque cualquier cambio era peor, destru¨ªa el orden. No se pod¨ªa ser de derecha sin una religi¨®n, que garantizaba que todo iba a seguir igual porque era la voluntad de un dios. Ni se pod¨ªa ser de derecha sin alg¨²n dinero porque la derecha exist¨ªa para garantizarte que los pobres no te lo ¡°robar¨ªan¡±. Ni se pod¨ªa sin aferrarse a las viejas tradiciones y las viejas reglas. Ahora, en cambio, muchos de los votantes de derecha son trabajadores que temen ser reemplazados por migrantes, perder los privilegios que deber¨ªan tener por haber nacido m¨¢s cerquita. Estas nuevas derechas expresan y exprimen como nadie el miedo al diferente.
Pero la meta que realmente los unifica a todos es la que silencian: mejorar las vidas de los ricos. Lo hacen de muchas maneras. El enredo fiscal es uno de sus favoritos: se nota poco y los beneficia mucho. Y as¨ª cumplen su viejo objetivo con eficacia renovada: si hay algo que estas nuevas derechas tienen en com¨²n es su habilidad para conseguir que los voten los pobres para defender los intereses de los ricos. Descubrieron que estas nuevas m¨¢scaras ultras pueden dar un aspecto moderno y sexy a las pol¨ªticas de siempre, y tratan de pon¨¦rselas. Usar a los descontentos para mejorar la situaci¨®n de los m¨¢s contentos es el truco m¨¢s viejo del manual y, por eso, cada tanto cambia de nombre comercial: ahora se llama extrema derecha cuando deber¨ªa llamarse la gran derecha, el gobierno tradicional de los poderosos de toda la vida. O derecha a secas, que es lo que es y ha sido desde aquel d¨ªa en que todos los nobles que defend¨ªan al rey decidieron juntarse en un costado del sal¨®n ¡ªy atrincherarse all¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.