Breve cat¨¢logo de malos
Dec¨ªa Elie Wiesel, superviviente del Holocausto, que lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia
Toda la vida me ha fascinado el tema del Mal. Y lo escribo con may¨²sculas porque me refiero a esa maldad tan colosal e inexplicable que te vuelve loco. Sin duda es uno de los grandes problemas del ser humano; las religiones se han inventado para darle un sentido al Mal, con el fin de que no nos destruya. De hecho, quiz¨¢ no haya nada m¨¢s importante a lo que tengamos que enfrentarnos que esos dos enigmas tenebrosos que son el Mal y la muerte. Por qu¨¦ existe el Mal. Por qu¨¦ tenemos que morirnos.
Ya se sabe que, seg¨²n los expertos, hay un dos por ciento de psic¨®patas (no confundir con los psic¨®ticos, que padecen una enfermedad mental) que son capaces de todo, porque carecen de empat¨ªa y utilizan fr¨ªamente al pr¨®jimo para su beneficio. Y a esos hay que a?adir cerca de un diez por ciento de psicopatoides y narcisos, gente tambi¨¦n muy t¨®xica, manipuladora y egoc¨¦ntrica. En total, un buen pellizco de personas muy malas. Pero mal¨ªsimas, vaya. Pr¨¢cticamente todos los grandes monstruos de la Historia deben de proceder de esa cantera.
Pero no es de esos de los que quiero hablar hoy, sino de los malos menores, unos individuos que en realidad no tendr¨ªan por qu¨¦ ser unos miserables, pero que lamentablemente se dejan llevar. Como, por ejemplo, los malos por pereza ¨¦tica e intelectual. Son esa gente sin sustancia, carente de ambiciones e inquietudes, cuya m¨¢xima aspiraci¨®n consiste en vivir lo mejor posible con el m¨ªnimo esfuerzo. Lo cual hace que, entre otras cosas, sean grandes consumidores de fake news y de cuanta trola social les pase cerca, porque verificar los datos o pararse a pensar les resulta cansino. A esta categor¨ªa deb¨ªan de pertenecer muchos de los que se apresuraron a retuitear, el pasado agosto, que el autor de los apu?alamientos sucedidos en el Reino Unido era un inmigrante musulm¨¢n radical, una noticia falsa que provoc¨® aquella espeluznante ola de violencia racista en todo el pa¨ªs. Resumiendo: ellos mismos no ser¨ªan linchadores, son demasiado vagos, pero son quienes azuzan para linchar.
Luego est¨¢n los malos con heridas pero sin reflexi¨®n (como en el caso anterior, la dejaci¨®n del pensamiento tiene consecuencias peligrosas), que son aquellas personas que arrastran un sufrimiento, un rencor y una furia que no han sabido razonar ni asumir. Estos son los ejecutores del Mal y pueden llegar a ser atroces. Yo dir¨ªa que una parte de los agresores en la violencia de g¨¦nero viene de ah¨ª (otros son directamente psic¨®patas), as¨ª como muchos de los causantes de la violencia social. El gran neur¨®logo Robert Sapolsky cuenta en su libro Comp¨®rtate c¨®mo el odio alivia, por desgracia, la angustia de quienes no saben manejar sus emociones.
Cerrar¨¦ este somero e incompleto cat¨¢logo con los malos por miedo. Y ah¨ª hay una divisi¨®n muy importante; por un lado, est¨¢n aquellos que sienten un miedo insuperable. Imagina la ¨¦poca del nazismo, y que tu vecino jud¨ªo viene a aporrear tu puerta para pedirte ayuda, y que no abres. Lo que est¨¢s haciendo es horrible, pero el pavor te tiene paralizado. Yo veo ah¨ª una disculpa, aunque arrastres esa mancha toda la vida. Pero luego est¨¢ el miedo social, o, por mejor decir, la conveniencia. No defiendes a tu amigo del instituto al que est¨¢n acosando, y no porque pienses que tambi¨¦n puedan pegarte a ti, sino porque no quieres pasar a formar parte de los pringados de clase. Este apartado puede envilecerse hasta lo infinito con aquellos malos que lo son para sacar tajada. Esto es, su temor no es a descender en la escala social, sino a no ascender lo suficiente. Son todos aquellos que se pliegan siempre al poder que mas conviene: los chaqueteros, los m¨¢s papistas que el Papa, los que escupen al vecino jud¨ªo si est¨¢ delante un gerifalte de las SS, porque en realidad el vecino les da igual. Quiero decir que no hay ideolog¨ªa ni odio, sino c¨¢lculo. Y se las apa?an para cegar su conciencia solo en el rinconcito justo que les permite medrar; en lo dem¨¢s, hasta pueden parecer encantadores (?qu¨¦ tal Juan Goytisolo alardeando de pureza ¨¦tica y luego permitiendo que su amante violara a su nieta?). Estos malos, en fin, son los que m¨¢s me angustian, los que m¨¢s aborrezco. Dec¨ªa Elie Wiesel, superviviente del Holocausto, que lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia. Y esa fr¨ªa indiferencia de par¨¢sito es lo m¨¢s aterrador del ser humano.
El Mal existe porque los tibios de coraz¨®n se lo permiten.
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