La generaci¨®n que se moviliz¨® en medio de la cat¨¢strofe
Los j¨®venes rompen el estigma de una generaci¨®n de cristal, fr¨¢gil, indiferente, con su emp¨¢tica y masiva presencia entre los centenares de miles de voluntarios que han aportado manos, compa?¨ªa y esperanza a las v¨ªctimas de la dana en Valencia
Una mujer mira lo que fue su moderna cocina. Ahora es un amasijo de hierro y ca?as, cubierto de lodo. Su c¨®modo sof¨¢ est¨¢ despedazado por el sal¨®n, hundido en el fango. Su pareja intenta animarla, pero est¨¢ tan destrozado como ella. No saben ad¨®nde habr¨¢n ido a parar sus dos coches que empleaban para trabajar. No tienen ganas de nada y eso que pueden dar gracias por haberse salvado, le cuentan a una amiga que acaba de llegar a la casa, sin puertas ni vallas, que tambi¨¦n se las llev¨® el agua. La esperaban, pero no a las chicas y chicos que vienen detr¨¢s y no conocen. Desde la calle, embarrados, cargados con pozales, escobones y mochilas llenas a rebosar de agua y comida, preguntan de manera respetuosa: ¡°?Os podemos ayudar?¡±.
Los j¨®venes (y no tan j¨®venes) ya estaban echando una mano antes de que aparecieran por esa urbanizaci¨®n de Picanya los agentes de la polic¨ªa, los bomberos o los militares. ¡°Sin la ayuda, la compa?¨ªa y el buen rollo de los voluntarios no habr¨ªamos levantado cabeza¡±, asegura la mujer. Al d¨ªa siguiente, volvieron, o llegaron otros, all¨ª y a las m¨¢s de 69 poblaciones afectadas por la cat¨¢strofe del 29 de octubre que ha causado 223 muertos en la Comunidad Valenciana. Al principio, la mayor¨ªa proced¨ªa de las localidades m¨¢s cercanas. Cuando empez¨® el puente del 1 de noviembre, los voluntarios ya hablaban con los diferentes acentos del espa?ol y tambi¨¦n de otras lenguas. Solo en los cuatro primeros d¨ªas, alrededor de 50.000 personas se desplazaron a la zona cero para ayudar, seg¨²n los c¨¢lculos del experto en redes de participaci¨®n del departamento de Geograf¨ªa Humana de la Universidad de Valencia, Javier Serrano.
Los voluntarios estaban por todos lados. Su presencia ha sido muy visible, sobre todo durante el primer mes
La Generalitat convoc¨® a las siete de la ma?ana del s¨¢bado 2 de noviembre para intentar encauzar la riada de los voluntarios, pero se desbordaron todas las previsiones y la mayor¨ªa prefiri¨® ir por su cuenta. La ola de solidaridad no hab¨ªa hecho m¨¢s que empezar. Y en ese vasto contingente, destacaba la presencia masiva de j¨®venes, muchos nacidos entre 1990 y 2010, pertenecientes a la llamada generaci¨®n Z o de cristal, que alude a su supuesta fragilidad por sobreprotecci¨®n emocional y a su presunta indiferencia hacia los problemas de los dem¨¢s. Un estigma que, como sucede con las generalizaciones, se ha revelado injusto y, en todo caso, se ha hecho a?icos con la implicaci¨®n personal, emocional y tambi¨¦n pol¨ªtica de la generaci¨®n de TikTok. Muchos de ellos han participado en las protestas improvisadas en los pueblos y en las manifestaciones en Valencia por la gesti¨®n de la dana.
Estudiantes de instituto, universitarios, trabajadores o chavales en paro atravesaban la pasarela peatonal, bautizada al poco como ¡°el puente de la solidaridad¡±, que une el n¨²cleo urbano de Valencia con la zona cero; recorr¨ªan varios kil¨®metros andando, en bici o en patinete para meterse en el fango de los garajes, sacar los enseres inservibles de las casas, repartir v¨ªveres, retirar el omnipresente lodo de las calles o caminar del brazo de los mayores por las resbaladizas aceras. ¡°Me vieron salir por la ma?ana de mi garaje con las bicis destrozadas de mis hijos y con mi careto de circunstancias y dos chavalas y un chaval se quedaron conmigo todo el d¨ªa, sacando mierda todo el d¨ªa¡±, comenta un vecino de Catarroja, conteniendo la emoci¨®n. Ha habido infinidad de v¨ªdeos en X, TikTok o Instagram protagonizados por la gente joven en los pueblos de la dana. En varios de ellos se los ve limpiando en las calles al un¨ªsono, unos al lado de los otros y formando filas organizadas, en una suerte de coreograf¨ªas del barro que se hicieron virales: las redes sociales han sido muy ¨²tiles para convocar a grupos de amigos, conocidos y desconocidos con el fin de bajar al lodo. Los voluntarios estaban por todos lados. Su presencia ha sido muy visible, sobre todo durante el primer mes despu¨¦s de las inundaciones. Luego, no han dejado de presentarse, de acudir a la cita, aunque en menor n¨²mero. Como es l¨®gico, la afluencia se ha ido reduciendo conforme pasaba el tiempo.
Esta respuesta altruista de la gente, y especialmente de los m¨¢s j¨®venes, ha sido la ¨²nica noticia alentadora en la tragedia. Ha aportado luz en sus horas m¨¢s sombr¨ªas a la poblaci¨®n del territorio devastado por la dana. As¨ª lo reconocen los vecinos con sus abrazos de despedida, sus gestos, sus comentarios, sus recuerdos y sus mensajes de agradecimiento: Gr¨¤cies, voluntaris.
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Redactor de EL PA?S en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de secci¨®n de Cultura. Licenciado en Lengua Espa?ola y Filolog¨ªa Catalana por la Universitat de Val¨¨ncia y m¨¢ster UAM-EL PA?S, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria period¨ªstica en el campo de la cultura.