Los cabos sueltos del debate territorial
El Bierzo y el Valle de Ar¨¢n ven como una amenaza el autonomismo leon¨¦s y el separatismo catal¨¢n
En la frondosa aldea de Ambasmestas (El Bierzo, Le¨®n) viven 43 personas, y el cotilleo de tres vecinas es el ¨²nico ruido que da vida a una calle por la que cruza el Camino de Santiago. ¡°Si Le¨®n se separa de Castilla, o Bierzo morre¡±, comenta una de ellas, combinando el castellano y el chapurreado, como llaman al particular gallego de la zona. Los 131.000 habitantes de El Bierzo viven a diario un extra?o rompecabezas: son bercianos, parecen gallegos, pertenecen a Le¨®n y se sienten abandonados por Valladolid. Ahora, ven en las reivindicaciones autonomistas del leonesismo una amenaza a su estatus como ¨²nica comarca legalmente constituida en Castilla y Le¨®n. A m¨¢s de 800 kil¨®metros de all¨ª, el Valle de Ar¨¢n, un pr¨®spero territorio pirenaico que funciona de facto como una autonom¨ªa dentro de Catalu?a, tambi¨¦n aguarda con suspicacia la resoluci¨®n del proceso independentista. Son los cabos sueltos de un debate territorial siempre inacabado.
En un bar de Vega de Valcarce, Sergio Guti¨¦rrez, de 51 a?os, juega la partida con sus amigos. Como muchos de ellos, tiene claro que El Bierzo ha sido dejado de lado. La falta de oportunidades en un territorio deprimido tras el fin de la miner¨ªa ha vaciado los pueblos y tambi¨¦n se deja notar en Ponferrada, la capital comarcal. ¡°Todos hablan de si Le¨®n es independiente o de si nos vamos a Galicia. El problema real es que no invierten en nosotros¡±, lamenta.
Los debates identitarios no tienen respaldo en las urnas: los partidos bercianistas ¡ªque reclaman volver a ser una provincia, como ocurri¨® entre 1822 y 1823¡ª obtuvieron poco m¨¢s de 5.000 votos en las pasadas auton¨®micas (un 7%) y Uni¨®n del Pueblo Leon¨¦s solo tiene dos concejales en todo El Bierzo. El ¨²nico anhelo de ?ngel, un minero retirado, es que la comarca resucite con otro modelo productivo: ¡°Que geogr¨¢ficamente todo siga igual, pero que cambie la econom¨ªa¡±, resume sin convicci¨®n.
Gerardo ?lvarez, el presidente socialista del Consejo Comarcal, sostiene que los problemas de fondo solo pueden solucionarse desde Valladolid, la capital de la regi¨®n. ¡°Quisiera tener una varita m¨¢gica¡±, se lamenta. Pero sus manos est¨¢n atadas por la ley comarcal de 1991, que apenas otorga competencias en medioambiente, asistencia a municipios y protecci¨®n a la infancia. ?lvarez juega con dos camisetas. Como afiliado del PSOE, evita generar pol¨¦micas con sus compa?eros socialistas que han aupado la causa autonomista en Le¨®n. Pero como presidente de El Bierzo, habla sin filtros sobre el ¡°pulso¡± que ha lanzado el regidor leon¨¦s, Jos¨¦ Antonio D¨ªez, promotor de la primera moci¨®n que inici¨® el proceso: ¡°No debe erigirse en alcalde de toda la provincia¡±.
A diferencia de El Bierzo, el movimiento leonesista se ve con simpat¨ªa en Trevi?o (1.350 habitantes), un peque?o enclave burgal¨¦s situado en ?lava. Enrique Barbadillo, alcalde de Condado de Trevi?o ¡ªuno de los dos municipios del territorio¡ª salta en su asiento cuando rememora la iniciativa de Le¨®n para separarse de Castilla: ¡°Tienen todo mi apoyo¡±. Los trevi?eses quieren hacer lo mismo, pero para unirse al Pa¨ªs Vasco. Este domingo se cumplir¨¢n 22 a?os desde que el 68% de ellos se pronunci¨® a favor de hacer una consulta por la anexi¨®n. El regidor colgar¨¢ una pancarta en la fachada del Ayuntamiento para recordar la efem¨¦ride, y pretende aprovechar la reivindicaci¨®n leonesa para reanimar la causa. ?l es del PNV; en el otro pueblo, La Puebla de Arganz¨®n, gobierna EH Bildu.
Ar¨¢n quiere ser espa?ol
El Valle de Ar¨¢n tambi¨¦n tuvo su propia consulta. En el siglo XIII, la monarqu¨ªa francesa envi¨® a unos encuestadores para preguntar, casa por casa, a qui¨¦n pertenec¨ªa este territorio. En ese momento, los araneses decidieron formar parte de la Corona de Arag¨®n, pese a estar al norte de los Pirineos. Ahora quieren seguir siendo espa?oles. Y reclaman el derecho a volver a ser consultados si Catalu?a se independiza. Ester Sirat, profesora de esqu¨ª de 50 a?os, lo tiene claro: ¡°Yo me voy a Arag¨®n. Esta guerra no va con nosotros¡±, dice sin acritud. En el Valle hay distintas opiniones, pero ning¨²n problema de convivencia.
La estaci¨®n de Baqueira-Beret tiene poca nieve y mucha gente con dinero, que toma el sol en la terraza patrocinada por una marca de coches de alta gama. Es el gran motor econ¨®mico de un ¡°pa¨ªs¡± ¡ªas¨ª es como lo llaman la mayor¨ªa de sus 10.000 habitantes¡ª que ha transformado su econom¨ªa gracias a los deportes de invierno. Hoy el 90% del PIB depende del turismo, lo que ha atra¨ªdo a nuevos vecinos de otras partes de Catalu?a y Espa?a. Sin embargo, la identidad permanece intacta.
El Valle recuper¨® su autogobierno en 1990 y desde entonces el Conselh Generau d¡¯Aran ha ganado competencias hasta gestionar la sanidad y varios servicios sociales. En los colegios se ense?a el aran¨¦s, una variante del occitano, oficial en toda Catalu?a, que tiene su propia academia; en las calles lo hablan los aut¨®ctonos, aunque el castellano y el catal¨¢n ganan peso por la inmigraci¨®n. Paco Boya, el S¨ªndic socialista, reconoce que la Generalitat ha sido emp¨¢tica con sus reivindicaciones, y apunta, sin urgencia, el siguiente paso: ¡°Nos gustar¨ªa tener un reconocimiento constitucional dentro de Espa?a¡±.
A la espera de lo que suceda con el proc¨¦s, del que siempre se han sentido ajenos, la mayor¨ªa de los araneses disfruta de un estatus que les garantiza prosperidad econ¨®mica, autonom¨ªa pol¨ªtica y bienestar social. En Bausen, una aldea de casas de piedra y tejados de pizarra, Pepe y Silvia, ya jubilados, conversan frente al lavadero. ¡°Eso es Francia, y eso, y eso tambi¨¦n¡±, dice la mujer, mientras se?ala los tres puntos cardinales que ocupa la monta?a. A sus espaldas queda el Valle en absoluto silencio, pero siempre dispuesto a tomar la palabra si hiciese falta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.