Gibraltar busca reiniciar la relaci¨®n con Espa?a
Picardo defiende un arreglo pos-Brexit que garantice la movilidad y supere siglos de desconfianza mutua
Gibraltar no celebra el carnaval a la manera de su vecina C¨¢diz, pero en las chirigotas de La L¨ªnea de la Concepci¨®n, el municipio que linda con el Pe?¨®n, resonaban hace unos d¨ªas los ecos del Brexit. A escasos metros de la gran roca brit¨¢nica, grupos de linenses cantaban el martes de carnaval a la ¡°madrastra Espa?a¡±, de la que se consideraban ¡°hijos bastardos¡±, y ped¨ªan atenci¨®n econ¨®mica en vez de exhibici¨®n de banderas. Sin el sarcasmo de las coplas gaditanas, al otro lado de la verja el mensaje gibraltare?o no es muy diferente: el divorcio brit¨¢nico debe servir para tejer una relaci¨®n fluida que supere la guerra de identidades.
La realidad a uno y otro lado de esa peculiar frontera es diametralmente opuesta. De los 34.003 habitantes con que cuenta Gibraltar, solo 40 est¨¢n oficialmente desempleados. A pocos metros, La L¨ªnea, con una poblaci¨®n de algo m¨¢s de 63.000 personas, ten¨ªa 8.299 parados registrados el pasado diciembre. Esa acerada brecha, que se traslada a otros indicadores socioecon¨®micos, impulsa al Gobierno espa?ol a querer aprovechar el Brexit para suavizar el abismo. Pero las soluciones no son f¨¢ciles, menos aun si el plazo para alcanzarlas vence el 31 de diciembre, cuando expira el periodo de transici¨®n del Brexit.
El diagn¨®stico del problema difiere seg¨²n desde d¨®nde se contemple. Espa?a atribuye esas enormes diferencias a lo que considera pr¨¢cticas fiscales abusivas por parte de la colonia brit¨¢nica. Gibraltar, que ha cimentado su riqueza en actividades como las finanzas, la asesor¨ªa legal y el juego online, niega el abuso. ¡°No dependemos de la evasi¨®n fiscal de Espa?a¡±, zanja el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, desde un amplio sal¨®n en Convent Place, sede del Gobierno gibraltare?o. En esa estancia, una antigua capilla, luce desde hace unos d¨ªas un trozo de la bandera de la UE que antes coronaba el puesto fronterizo con C¨¢diz. En lugar de esta ense?a, convertida ahora en una mera reliquia, en la frontera ondea desde el pasado 1 de febrero la de la Commonwealth.
El Pe?¨®n es un lugar peculiar, plagado de contrastes. Sus escasas dimensiones re¨²nen elementos tan dispares como el llamado castillo moro, las murallas inglesas y un parque de viviendas que incluye desde las m¨¢s lujosas hasta las llenas de desconchones. En gastronom¨ªa, los carteles de fish and chips conviven con los de paella. Y en sus calles, distribuidas en pendientes ascendentes y descendentes, se escucha un habla particular que entremezcla el ingl¨¦s est¨¢ndar con el espa?ol de C¨¢diz.
A esa mezcolanza contribuye un fen¨®meno del que dependen enormemente tanto Gibraltar como el Campo de Gibraltar que lo circunda: los trabajadores transfronterizos. Cada d¨ªa cruzan la verja alrededor de 15.000 personas que se desplazan desde Espa?a a Gibraltar para trabajar. El colectivo representa la mitad de la poblaci¨®n ocupada en el Pe?¨®n. De ellos, m¨¢s de 9.000 son espa?oles, seg¨²n datos de la Oficina Estad¨ªstica de Gibraltar. De los que no lo son, la inmensa mayor¨ªa vive en los municipios del Campo de Gibraltar, principalmente en La L¨ªnea, localidad castigada por la falta de oportunidades y en cuyo espacio visual figura omnipresente la gran roca gibraltare?a.
Malestar
¡°El Estado ha abandonado la zona durante 300 a?os [desde que una parte de Gibraltar pas¨® a manos brit¨¢nicas por el Tratado de Utrecht]. No hay proyectos ni empleo, las profesiones como m¨¦dicos y docentes tienen una enorme rotaci¨®n. ?Qu¨¦ hacemos? No es una situaci¨®n c¨®moda. Este pueblo es emigrante diario¡±, lamenta Juan Franco, alcalde linense, independiente, en el Palacio de Congresos donde minutos despu¨¦s las chirigotas har¨¢n su particular reinterpretaci¨®n de ese malestar.
En lugar de perderse en reproches de qui¨¦n vampiriza a qui¨¦n, Picardo aboga por adoptar un enfoque pragm¨¢tico y buscar un encaje entre Espa?a y el Pe?¨®n que sobreviva al Brexit. ¡°Aspiramos a mantener los intercambios econ¨®micos, a que haya libre movimiento de personas y potencialmente de mercanc¨ªas. Y sobre todo, a tener la certeza jur¨ªdica de que la frontera no va a cerrar o a restringir los movimientos¡±, expone.
Tras el trauma del cierre de ese paso entre 1969 y 1982 ¡ªy que ha dejado cicatrices en cada rinc¨®n de este peque?o territorio¡ª, el tr¨¢nsito hoy resulta relativamente arm¨®nico. A pie, un ciudadano avezado puede cruzar el puesto fronterizo del Pe?¨®n evitando las m¨¢quinas que registran los documentos. En coche, los ocupantes del veh¨ªculo deben mostrar sus documentos de identidad tanto a las autoridades gibraltare?as como a las espa?olas. Se trata de una inspecci¨®n ocular bastante relajada, aunque cualquier incidente provoca un par¨®n en la cola que desencadena los temidos embotellamientos.
Pese al perenne resquemor, todas las partes consultadas observan una oportunidad de superar viejas rencillas para construir el futuro pos-Brexit. ¡°Soy optimista. Creo que tanto Gibraltar como Espa?a y Reino Unido parten de una base pragm¨¢tica y de buena voluntad en esta fase¡±, conf¨ªa Brian Reyes, director del Gibraltar Chronicle, el principal diario del Pe?¨®n. Las reuniones que se desarrollaron hace unos d¨ªas en Algeciras entre el Gobierno central y el brit¨¢nico, junto a las autoridades gibraltare?as, las de la Junta de Andaluc¨ªa y las del Campo de Gibraltar, constituyen un buen arranque. ¡°Tenemos que trabajar sin c¨¢maras, pero vamos a sentarnos. Aunque fracasase el acuerdo general entre la UE y el Reino Unido, el nuestro, el relativo a Gibraltar, no tendr¨ªa por qu¨¦ fracasar¡±, aventura Picardo.
Una r¨¦plica de Schengen que blinde los tr¨¢nsitos en la verja
Sin un futuro acuerdo de movilidad, cuyas bases legales distan de estar claras, esa peculiar frontera entre La L¨ªnea de Concepci¨®n se ver¨¢ lastrada. Ante ese escenario, Fabian Picardo abunda en la soluci¨®n Schengen, el esquema europeo que garantiza el libre tr¨¢nsito por las fronteras de sus pa¨ªses miembros. ¡°Un acuerdo de ese tipo nos dar¨ªa cierta certeza jur¨ªdica. Ese esquema interesa aqu¨ª, en Gibraltar, y all¨ª, en el Campo, y es la clave para que las inversiones transfronterizas se materialicen¡±, defiende el ministro principal.
La idea cuenta con el respaldo de los empresarios del lugar, muy dependientes de la mano de obra que vive al otro lado de la verja. ¡°Yo espero que se aplique el sentido com¨²n. Si no, tendremos problemas aqu¨ª, por supuesto, pero tambi¨¦n en el Campo de Gibraltar¡±, advierte John Isola, presidente de Anglo-Hispano, uno de los grandes mayoristas de bebida y alimentaci¨®n de Gibraltar. Como ejemplo de los intereses entrelazados que unen a los dos territorios, Isola cita la dependencia que tiene el comercio de La L¨ªnea respecto de la actividad del Pe?¨®n y el volumen de segundas viviendas de gibraltare?os en esa costa andaluza.
Parad¨®jicamente, uno de los principales obst¨¢culos a esa especie de arreglo Schengen puede estar en Londres. ¡°El Reino Unido, incluido Gibraltar, no forma parte de la zona Schengen de libre tr¨¢nsito¡±, constata una portavoz de la embajada brit¨¢nica en Espa?a. Aun as¨ª, esta representante brit¨¢nica a?ade: ¡°Los Gobiernos del Reino Unido y de Gibraltar han respaldado siempre arreglos en la frontera que favorezcan la fluidez y una prosperidad compartida en la regi¨®n¡±. Consciente de que las trabas en la frontera pueden perjudicar a su propia colonia, que vot¨® contra el Brexit por un abrumador 96%, el Ejecutivo brit¨¢nico se abre a negociar f¨®rmulas que faciliten la movilidad. Probablemente la eventual soluci¨®n no incluya el t¨¦rmino Schengen, tan asociado al bagaje comunitario que Inglaterra quiere dejar atr¨¢s.
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