La incertidumbre cae sobre San Sebasti¨¢n
Las calles se vac¨ªan y los empresarios se preguntan: ¡°?Hasta cu¨¢ndo podremos aguantar?¡±
¡ªAita, ?puedo salir esta tarde con los amigos?
¡ªYa sabes que no.
¡ª??Pero por qu¨¦¡!?
El eco lastimero de la ¨²ltima ¡°e¡± se solapa con las palabras de Pedro S¨¢nchez en las que pide a los j¨®venes su ¡°colaboraci¨®n decisiva para cortar los contagios¡±. El presidente del Gobierno deja a los padres el marr¨®n de traducir al rom¨¢n paladino la declaraci¨®n institucional: ¡°No se sale esta tarde¡±. La tarea no es f¨¢cil, y a pesar de ello los efectos ya se dejan sentir a lo largo de la playa de la Zurriola, donde el sol y la espuma de las olas se funden en un atardecer de postal.
En la explanada de Sag¨¹¨¦s, Andoni a¨²pa a su hijo de cinco a?os para que intente llegar a la canasta. ¡°En una tarde de viernes normal¡±, explica, ¡°estas canchas est¨¢n llenas de adolescentes, pero hoy se ve que a muchos no les han dejado salir¡±. Tampoco hay casi nadie en Re-Read, una librer¨ªa de la calle de Segundo Izpizua. Las dos dependientas llevan mascarillas y guantes. ¡°Es la ¨²ltima tarde que tenemos abierto¡±, anuncia una de ellas mientras busca un ejemplar de El se?or de las moscas para un estudiante de tercero de la ESO. ¡°Nadie nos ha obligado a cerrar, pero es lo mejor tal como se est¨¢ poniendo la situaci¨®n¡±, dice.
En el barrio de Gros, los vecinos parecen haberse adelantado a las autoridades, y los comercios siguen abiertos, pero sin apenas clientes. En la calle Pe?a y Go?i, frente al Kursaal, Roberto Jim¨¦nez, el gerente de FeelFree, una empresa dedicada a la gesti¨®n de apartamentos, cuenta que el lunes empezaron las cancelaciones de las reservas hasta el punto de que ayer solo se han registrado dos entradas: un grupo de neozelandeses y una pareja de franceses. ¡°Lo peor de todo¡±, explica, ¡°es la incertidumbre. La pregunta que no dejamos de hacernos es: ?hasta cu¨¢ndo podremos aguantar sin un solo ingreso?¡±. Pero hay m¨¢s incertidumbres revoloteando, id¨¦nticas o parecidas a las de due?os de restaurantes y peque?os negocios. Una de las principales, a?ade Jim¨¦nez, tambi¨¦n tiene forma de pregunta sin respuesta: ¡°?Qu¨¦ hacemos con nuestros empleados?¡±.
En la sidrer¨ªa Calonge, situada en el barrio de Igeldo, se escucha el eco, algo muy extra?o trat¨¢ndose de un viernes, cuando lo normal es el bullicio. Hoy la sidrer¨ªa est¨¢ vac¨ªa, como todas las de Gipuzkoa. Han cancelado las 280 reservas de este s¨¢bado, otras 145 del domingo, y otras tantas para el pr¨®ximo fin de semana. ¡°Es una faena tremenda, me dan ganas de llorar¡±, dice Nerea Arrillaga. Calonge tiene siete empleados, todos de la familia, y sus responsables solo esperan una cosa: ¡°Que cuando todo esto pase, alguien del Gobierno se acuerde de que aqu¨ª seguimos¡±.
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