Un respirador para una barriada en la UCI
Los Asperones, una zona marginada de M¨¢laga, sobrevive gracias a las ayudas que canaliza un colegio p¨²blico
El tel¨¦fono de Patxi Velasco echa humo desde hace un mes. Su WhatsApp est¨¢ repleto de audios. ¡°Ahora no puedo aparcar coches, me echa la polic¨ªa, ?de qu¨¦ vivo?¡±. ¡°Sin rebuscar chatarra, ?c¨®mo voy a tener para comer?¡±. ¡°No tengo alimentos para mis hijos, ?qu¨¦ hago?¡±. Los mensajes eran cada vez m¨¢s cr¨ªticos y Velasco quiso buscar soluciones. ?l no es trabajador social ni responsable de una ONG. Desde hace cinco a?os es el director del colegio p¨²blico Mar¨ªa de la O, que se ha convertido en el respirador de la barriada de Los Asperones, en M¨¢laga capital. Un centro que lleva a?os siendo referente en la zona, pero que durante la crisis sanitaria ha concentrado toda la ayuda a los vecinos de este rinc¨®n al margen de la capital de la Costa del Sol. En ¨¦l se reparte alimentaci¨®n, productos de higiene o limpieza, deberes para los menores y se solventan las m¨¢s diversas situaciones.
¡°?Cu¨¢ndo nos vamos? Esperando desde 1988. ?Ya est¨¢ bien!¡±, refleja un mural pintado a la entrada de Los Asperones, que naci¨® aquel a?o dentro de un plan de erradicaci¨®n del chabolismo que las administraciones jam¨¢s han culminado. Estaba preparado para acoger a unas 175 familias, pero hoy son m¨¢s de 250 las que residen all¨ª. Un millar de personas, 400 de ellas menores, conforman una ¡°comunidad olvidada". ¡°El 90% vive en situaci¨®n de pobreza extrema¡±, asegura Crist¨®bal Ruiz, profesor de Pedagog¨ªa Social en la Universidad de M¨¢laga. ?l form¨® parte de la comitiva que se reuni¨® el pasado febrero con el relator de la ONU sobre extrema pobreza y derechos humanos, Philip Alston, para que conociera la realidad de este rinc¨®n al margen de la Costa del Sol. Dos meses despu¨¦s, la emergencia social se ha multiplicado con la crisis sanitaria.
¡°Lo llevamos fatal¡±, resume Estrella Santiago, de 26 a?os, que vive junto a su hijo Joaqu¨ªn -de 7 a?os- y su marido. ?l es chatarrero y ahora no puede trabajar. Ella tampoco recibe los 200 euros de beca que recib¨ªa mientras estudia el graduado escolar. ¡°Sin dinero es todo muy dif¨ªcil¡±, asegura la joven que solo pide una cosa: ¡°Por favor, que no se olviden de Los Asperones, que no nos dejen solos aqu¨ª¡±. Su caso es similar al de la mayor¨ªa de sus vecinos. Sin econom¨ªa sumergida, las opciones de adquirir alimentos desaparecen. M¨¢s a¨²n en un lugar sin supermercados ni farmacias: los negocios m¨¢s cercanos est¨¢n a un kil¨®metro por una carretera sin arc¨¦n. Pero el desamparo va m¨¢s all¨¢. "Es total: toda ayuda psicol¨®gica, laboral, sociocultural o educativa ha desaparecido¡±, insiste Crist¨®bal Ruiz, quien destaca que ¡°el liderazgo del Mar¨ªa de la O es b¨¢sico estos d¨ªas¡±.
Alimentos, deberes y productos de limpieza
La obsesi¨®n del director del colegio, Patxi Velasco, es la de centralizar las ayudas que recib¨ªa el barrio antes del confinamiento para solucionar el presente. Duren lo que duren. La alimentaci¨®n es lo primero, pero hay m¨¢s. El primer lunes de encierro, el colegio reparti¨® bol¨ªgrafos, libretas y material escolar a las familias, que no disponen de ordenadores, impresoras o Internet. Cada lunes, los monitores entregan junto a la bolsa de comida los apuntes, tareas y fichas ¨Dtodo ya impreso¨D a las madres de los peque?os. Y, cada 15 d¨ªas, las personas que forman parte del Programa de Tratamiento con Metadona, son dispensados all¨ª. ¡°A veces presto mi tel¨¦fono para gestionar el desempleo, buscamos ayudas para el bonob¨²s¡, cada d¨ªa es una aventura¡±, dice Velasco, tambi¨¦n docente del centro desde 2005.
La Junta de Andaluc¨ªa aporta los men¨²s de 105 escolares dentro del Programa de Refuerzo de Alimentaci¨®n Infantil. Tambi¨¦n una subvenci¨®n de 83.000 euros para que la asociaci¨®n Misioneros de la Esperanza (Mies) pueda apoyar con alimentos, talleres de empleo o salud y otras actividades a 80 adultos -la mayor¨ªa sin ingresos o pensiones de apenas 200 euros mensuales- durante siete meses. Pero la crisis sanitaria ha multiplicado el n¨²mero de beneficiarios por tres. ¡°Estiramos el chicle para que todos puedan comer, pero los recursos se van acabando¡±, dice Eva Mu?oz, responsable de Mies. ¡°A este ritmo llegamos a mayo, pero no s¨¦ si podremos ir mucho m¨¢s all¨¢¡±, insiste Patxi Velasco, que recuerda con cierto agobio la pel¨ªcula Titanic: ¡°Los del fondo, los m¨¢s pobres, son los primeros en hundirse¡±.
El barco de Los Asperones, por ahora, flota. Para conseguirlo, el docente trata de anticiparse y tira de la ayuda de organizaciones, empresas o fundaciones para intentar dar respuesta al barrio. Gracias al apoyo privado llegan productos de higiene y limpieza, leche o aceite. La red sostiene la ca¨ªda, pero a veces es insuficiente. ¡°La comida que nos dan es una ayuda, pero necesitamos m¨¢s. No tengo ni para un bocadillo para la merienda de mi hijo¡±, insiste Estrella Santiago despu¨¦s de pasar por el colegio a recoger su bolsa diaria. Ella anda asustada tambi¨¦n con las ¨²ltimas lluvias porque siempre calan una de las habitaciones de su humilde hogar. Muy cerca, otros viven a¨²n peor en chabolas de 15 metros cuadrados sin ba?os o casas de 40 metros donde viven seis o siete personas. ¡°El confinamiento as¨ª es terrible¡±, dice el director del centro escolar, que destaca el alto grado de cumplimiento de las familias de las medidas de seguridad para evitar la covid-19. La enfermedad ya se ha llevado a una vecina de 62 a?os del barrio y una veintena de personas viven recluidas tras ser diagnosticadas como positivos. El virus a¨ªsla a¨²n m¨¢s a Los Asperones.
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