El PP echa le?a al fuego en Bruselas
Es un error convertir el Fondo de Reconstrucci¨®n de la UE, imprescindible ante el batacazo que se avecina, en un arma arrojadiza
Hay que tener talento para sintetizar una ¨¦poca en un pu?ado de conceptos o nociones que consigan resbalar hasta el lenguaje. Quienes lo logran tienen ganada la batalla pol¨ªtica. Bruselas y Berl¨ªn lo hicieron hace 10 a?os: en uno de los grandes gatos por liebre de la historia, convirtieron una crisis financiera de libro en una crisis fiscal y decretaron austeridad (traducci¨®n bastarda: recortes a mansalva), reformas (lean mis labios: recortes) y rescates. ?Rescates? En realidad, cr¨¦ditos en condiciones ventajosas a los pa¨ªses con el agua al cuello, pero a cambio de una condicionalidad en forma de l¨¢tigo, con dur¨ªsimos ajustes. Austeridad, reformas y rescates protagonizaron una respuesta europea lamentable a la crisis: encendieron la mecha de una guerra de baja intensidad entre acreedores y deudores cargada de prejuicios.
Esa guerra sigue ah¨ª, larvada. Los eurodiputados del PP han cerrado filas con Holanda y compa?¨ªa para intentar imponer una condicionalidad muy exigente a los 750.000 millones del Fondo de Recuperaci¨®n. Empieza as¨ª una fea batalla por los conceptos, que puede acabar convirtiendo ese dinero en un arma arrojadiza. No es la calamitosa austeridad de anta?o, pero queda claro que el PPE, seg¨²n el alem¨¢n Manfred Weber, ¡°no est¨¢ dispuesto a financiar las promesas de Podemos¡±. ?Qu¨¦ promesas, el ingreso m¨ªnimo aprobado por el propio PP y bendecido por el FMI? Esa ofensiva pasa por garantizar que el dinero se gasta de manera adecuada. Y ah¨ª aparece sotto voce el estigma como un alfilerazo: aquello de que el Sur se gasta el dinero en alcohol y mujeres, como dec¨ªa un exjefe del Eurogrupo.
Espa?a necesita consensuar aut¨¦nticas reformas, y un d¨ªa u otro tendr¨¢ que hacer recortes; pero no ahora, que dec¨ªa San Agust¨ªn. Porque viene un batacazo formidable: el Fondo es una soluci¨®n urgente para tratar de encajar el golpe. No deber¨ªa haber condicionalidad asociada; s¨ª un plan transparente para ver en qu¨¦ y c¨®mo se gastan los fondos. Y Bruselas, por cierto, suele poner a Espa?a como ejemplo de dinero bien gastado en fondos estructurales y pr¨¦stamos del Banco Europeo de Inversi¨®n.
Bienvenido sea el control, en fin, pero menos lecciones: el PPE est¨¢ a?adiendo le?a al fuego de una ret¨®rica peligrosa, capaz de estigmatizar el fondo. Eso puede ser comprensible de cara a los electorados del Norte, pero es mucho m¨¢s dif¨ªcil de explicar en Espa?a. El PP, adem¨¢s, lleva semanas jugando a convertir en t¨®xico el dinero del mecanismo de ayuda (Mede), como hace Salvini en Italia. Ese patriotismo de hojalata acaba nublando el debate pol¨ªtico, y a la postre encarece la factura de la deuda y se traduce en menos profesores y m¨¦dicos. La guinda llegar¨¢ cuando el coro de apocal¨ªpticos clame por recortar antes de tiempo. Lo vimos en 2010. Y ese estilo paranoico no ha desaparecido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.