La frontera bloquea a las empleadas del hogar
Las trabajadoras transfronterizas de Ceuta y Melilla pierden sus trabajos ante el cierre de los pasos con Marruecos
Soraya, que prefiere no dar su verdadero nombre, acababa de llegar a casa, en la villa marroqu¨ª de Barrio Chino, pegada a la valla con Melilla, cuando su sobrino llam¨® por tel¨¦fono. La conversaci¨®n la recuerda as¨ª: ¡°Tita, van a cerrar la frontera esta noche. Est¨¢ abierta hasta ma?ana, a las 6.00, van a cerrar 14 d¨ªas¡±. Inmediatamente su cabeza se puso a procesar alternativas. ¡°Mi marido no quer¨ªa dejarme venir a Melilla, ni mis hijos y yo, que no pod¨ªa dejar a la abuela sola, ?c¨®mo ¨ªbamos a vivir si perd¨ªa el trabajo?¡±, cuenta ahora con cierta sorna. ¡°Mi marido me acab¨® diciendo: ¡°Haz lo que quieras, pero no te vayas a arrepentir, que esto parece que lleva meses, no semanas¡±, recuerda. Todo ocurri¨® la noche del 13 de marzo, cuando Marruecos decidi¨® cerrar los pasos fronterizos con Espa?a para contener la expansi¨®n del coronavirus, un d¨ªa antes de que Madrid decretase el estado de alarma. Cuatro meses despu¨¦s, Soraya no ha podido volver a casa porque decidi¨® ir a trabajar y tuvo que quedarse en casa de su empleadora.
Al otro lado de la valla, se qued¨® Rachida (nombre ficticio). Su rutina ahora, sin empleo, gira en torno a c¨®mo buscarse la vida. Tiene su contrato rescindido como trabajadora en una casa de Melilla, pero sigue cobrando los 700 euros de sueldo que sus empleadores le env¨ªan por correo, el ¨²nico sustento para su marido, su hermana y sus dos hijos. ¡°Aqu¨ª no tenemos ni ayudas ni nada¡±, cuenta por tel¨¦fono.
Ambas mujeres son trabajadoras transfronterizas empleadas de hogar, el sector m¨¢s afectado por la crisis de la covid-19 en Ceuta y Melilla. En ambas ciudades, las altas a la seguridad social en este r¨¦gimen se han reducido casi a la mitad entre marzo y julio, mucho m¨¢s que en cualquier autonom¨ªa y cualquier otro sector (de las 1.711 afiliaciones en Melilla a finales de febrero, a 894 a principios de junio; de 2.157 a 1.142, en Ceuta). Su condici¨®n de transfronterizas las hace especialmente vulnerables y las deja sin la posibilidad de percibir los subsidios al sector equiparables a las prestaciones de los Expedientes de Regulaci¨®n Temporal de Empleo (ERTE) de las que s¨ª se han podido beneficiar, hasta cierto punto, los trabajadores extranjeros en otros ¨¢mbitos como la construcci¨®n o la hosteler¨ªa.
¡°Es la situaci¨®n m¨¢s injusta que hay en el panorama laboral de Melilla y en el resto de Espa?a¡±, apunta Francisco D¨ªaz, secretario general de UGT en la ciudad aut¨®noma. El 91% y el 94% de empleadas de hogar en Melilla y Ceuta, respectivamente, son mujeres marroqu¨ªes; entre las ciudades acumulan en torno al 10% del empleo de marroqu¨ªes en el sector a nivel nacional y suponen el 3% de extranjeras no comunitarias del ramo. ¡°Espa?a tiene convenio de reciprocidad en la Seguridad Social con Portugal, con Francia, con Andorra... pero no con Marruecos¡±, prosigue L¨®pez. Seg¨²n el sindicalista, esa es la raz¨®n por la que es imposible aplicar a los trabajadores transfronterizos marroqu¨ªes las prestaciones por desempleo, pese a que, como extranjeros, cotizan por encima de cualquier espa?ol (un 23%) y, por tanto, pagan por tener derecho a paro.
Los trabajadores transfronterizos en Ceuta y Melilla tienen ciertas facilidades a la hora de conseguir un contrato y gestionar su permiso de trabajo como extranjeros. A cambio, no pueden pernoctar en territorio espa?ol y, por tanto, se les impide optar al permiso de residencia.
Empresarios con trabajadores extranjeros contratados s¨ª han podido acogerse a los ERTE, lo que se ha reflejado en un n¨²mero mucho menor de bajas en las afiliaciones de otros reg¨ªmenes. Un empleador puede ahorrarse la cuota correspondiente a la Seguridad Social por cada trabajador sin necesidad de despedirlo y, de esa manera, pagar al trabajador aunque este no pueda cobrar directamente del Estado. ¡°Como no se las ha incluido en los ERTE, muchos empleadores han tenido que elegir entre pagar la cuota a la Seguridad Social o seguir pagando a sus empleadas, cuyos salarios mantienen la unidad familiar¡±, explica Jos¨¦ Segura, director provincial del organismo en Melilla. El resultado es un flujo de dinero que mantiene a miles de familias ante la expectativa de que se abra la frontera.
¡°?T¨² sabes algo de cu¨¢ndo va a abrir la frontera?¡±, pregunta Rachida. La incertidumbre es m¨¢xima. Su marido, que trabajaba tambi¨¦n en Melilla, ha dejado de cobrar los 10 euros diarios que le pagaban por cargar camiones en un almac¨¦n de un pol¨ªgono cercano a la valla. Toda la econom¨ªa fronteriza en la ciudad se ha suspendido: desde el empleo dom¨¦stico, hasta el porteo ¡ªuna forma de contrabando tolerada por Espa?a¡ª, pasando por los suministros de fruta o pescado. Miles de familias en Beni Ensar, Barrio Chino o Farhana dependen de la actividad econ¨®mica o del mercado laboral melillense.
Apertura parcial
El 8 de julio, Rabat puso fin a las especulaciones acerca del levantamiento del cierre fronterizo y decretaba la apertura de puertos y aeropuertos a viajeros marroqu¨ªes procedentes de Europa, pero exclu¨ªa los puertos espa?oles de la lista y se negaba a abrir los pasos de Ceuta y Melilla. Los Gobiernos locales de ambas ciudades tampoco se han mostrado favorables a reabrir los cruces, siquiera para regular el paso de extranjeros con permiso de trabajo, lo que hubiese aliviado la situaci¨®n de los empleados transfronterizos, ante las dudas de poder realizar controles exhaustivos frente al virus.
Para Soraya, la reapertura de los pasos entre Melilla y Nador es m¨¢s que una cuesti¨®n de trabajo. De ella depende su historia de amor, que comenz¨® cuando conoci¨® a su marido, que actuaba como guitarrista en una boda a la que hab¨ªa sido invitada con 16 a?os. El rostro se le ilumina cuando comenta las videoconferencias en las que el artista toca junto a Yassin, de siete a?os, el menor de cuatro hijos. ¡°Coge mi foto, la pone en la almohada y me dice: ¡®Mam¨¢, te echo de menos¡¯. Nunca he estado separada de ellos¡±, asegura. La noche del 13 de marzo, tuvo que elegir entre salir a trabajar para ¡°la abuela¡±, la mujer de 90 a?os a la que cuida desde hace cuatro, postrada en una silla de ruedas; o seguir escuchando a Mohamed, su flechazo adolescente, tocar la guitarra y dormir con Yassin. Crey¨® que su elecci¨®n solo durar¨ªa dos semanas.
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