Temporeros en Murcia: Los otros Eleazar
Compatriotas del temporero nicarag¨¹ense fallecido en Lorca por un golpe de calor denuncian condiciones laborales de explotaci¨®n


No tienen papeles y aceptan cualquier oferta. Cobran menos de lo establecido y trabajan a destajo sin tiempo ¡ªni ba?o¡ª para orinar. Les falta agua fresca y sombra, pero no se quejan. Se muerden la lengua porque no pueden permitirse perder su empleo. ¡°Esto le ocurri¨® a ¨¦l, pero podr¨ªa habernos pasado a muchos de nosotros¡±, afirma un grupo de cinco nicarag¨¹enses reunidos en Lorca, la localidad murciana donde su compatriota Eleazar Bland¨®n, de 42 a?os, muri¨® de un golpe de calor la pasada semana tras una jornada extenuante en el campo. Aceptan, no sin recelos, contar su experiencia en Espa?a, siempre que no se les identifique.
Valeria, de 31 a?os, dej¨® su trabajo como interna ¡ªdonde sus libranzas comenzaban a las once de la noche del s¨¢bado y terminaban a las nueve de la ma?ana del domingo¡ª y se instal¨® en Lorca. Le dijeron que aqu¨ª hab¨ªa trabajo para las mujeres. Su d¨ªa comienza a las cuatro de la ma?ana. Llega al campo a las siete, sale a las seis de la tarde, se ducha, prepara la comida del d¨ªa siguiente y a la cama otra vez, exhausta. Gana 4,5 euros la hora, descontado el transporte hasta la plantaci¨®n y los descansos. Se siente explotada, pero es lo ¨²nico que tiene y su jefe se lo recuerda ante cualquier queja. ¡°Mejor esto que nada¡±, le dice.
¡°Un d¨ªa sent¨ª mucho cansancio, me dol¨ªa el pecho y ten¨ªa mucha sed. Nadie me auxili¨® y yo no ped¨ª ayuda. Esper¨¦ a que me pasara porque lo primero que hubiesen hecho ser¨ªa mandarme a la furgoneta a esperar, que es lo que hacen siempre¡±, cuenta. Ella lleva su propia agua congelada, pero la botella se queda en la furgoneta mientras la cuadrilla avanza por el cultivo. ¡°No podemos cargarla. Usamos un bid¨®n que llevan en el tractor, pero es agua cocida. Apenas me mojo los labios porque no se puede beber de lo caliente que est¨¢¡±, describe.
En el campo, el ritmo les atropella. El propio Bland¨®n hab¨ªa contado a su hermana que en sus trabajos le hab¨ªan llamado ¡°burro¡± por no ser lo suficientemente r¨¢pido. ¡°Si tomas agua muy seguido te llaman la atenci¨®n. Un d¨ªa estaba deshierbando y el sol estaba muy fuerte. Ten¨ªamos el agua retirada a la sombra, entonces yo trabajaba un rato e iba y ven¨ªa. Cuando beb¨ª tres veces el jefe me pregunt¨® que por qu¨¦ beb¨ªa tanto, que me estaba pagando por horas¡±, recuerda Carlos, otro nicarag¨¹ense de 32 a?os. ¡°No le dije nada porque si levantas la voz te echan, pero cuando oyes eso tienes ganas de muchas cosas¡±.
Movi¨¦ndose de un lado a otro de la cocina donde se encuentran, Luis Fernando, de 31 a?os, brama contra tres de los cuatro jefes que ha tenido desde que se mud¨® a Lorca en mayo. ¡°Me estafaron¡±, exclama. Nunca le pagaron lo acordado, asegura. ¡°Empec¨¦ cortando br¨®coli a destajo, nos pagaban a seis euros el pal¨¦. Trabajaba 10 horas al d¨ªa con sol o con lluvia y entrenado para no orinar porque no pod¨ªamos perder tiempo. ?Sombra? ?Qu¨¦ sombra?¡±, ironiza. ¡°Nosotros apunt¨¢bamos todo en una libreta, pero nunca sal¨ªa la misma cuenta que ten¨ªa el capataz¡±, recuerda. ¡°Trabaj¨¦ dos meses en eso. El primer mes eran 600 euros y me pag¨® 400. Y el segundo, yo hab¨ªa apuntado 1.200 y me dio 600 euros¡±. A otro de sus jefes, cuenta, acab¨® llev¨¢ndolo a la comisar¨ªa para poder cobrar. ¡°Por no tener un documento, se aprovechan de nosotros. No tienen compasi¨®n, sabiendo que ellos mismos empezaron de cero¡±.

Ninguno de los cinco ha sabido nunca para qui¨¦n trabajaba, como tampoco lo supo Eleazar Bland¨®n, a quien emple¨® una empresa prestadora de servicios agr¨ªcolas, cuyo titular, Pedro P., un ecuatoriano de 50 a?os, fue puesto en libertad con cargos por un posible delito contra los derechos de los trabajadores.
En Murcia, las empresas de prestaci¨®n de servicio y, sobre todo, las de trabajo temporal tiene un peso importante en la contrataci¨®n ¡ªlegal e ilegal¡ª en los campos murcianos y de ellas acaban dependiendo las condiciones laborales de los temporeros. ¡°Llevamos a?os denunciando que las ETT se han utilizado de forma masiva en el sector agr¨ªcola. Hay un aprovechamiento excesivo. Y, cuando es excesivo, con toda seguridad es en fraude de ley¡±, mantiene el secretario general de CC OO en la regi¨®n, Santiago Navarro. Murcia, a pesar de su tama?o, es la comunidad aut¨®noma que m¨¢s contratos con ETT ha registrado en lo que va de a?o (casi 233.000), por delante de Catalu?a o Andaluc¨ªa, seg¨²n datos del Ministerio de Trabajo. ¡°Casi el 90% de los contratos con ETT son en el sector agrario¡±, se?alan fuentes de la Inspecci¨®n de Trabajo.
Solicitantes de asilo
La mayor¨ªa de los integrantes del grupo intent¨® formalizar su petici¨®n de asilo ¡ªNicaragua es la quinta nacionalidad m¨¢s numerosa de solicitantes en Espa?a¡ª, pero ninguno lo consigui¨®. Valeria perdi¨® su cita por la pandemia y no ha logrado conseguir otra por la saturaci¨®n del sistema. Aunque es gratis, un abogado le pide 80 euros por concertarla y ella, que apenas tiene dinero para la comida, no puede pagar. Luis Fernando tambi¨¦n perdi¨® su cita durante el estado de alarma y, cuando logr¨® que le atendiesen de nuevo en una comisar¨ªa de Murcia, le mandaron de vuelta a casa porque su expediente est¨¢ en M¨¢laga. ¡°Yo no tengo medios para volver a M¨¢laga ahora. No entiendo por qu¨¦ no puedo tramitarlo aqu¨ª¡±, se queja. Santiago, de 22 a?os, desisti¨® en la comisar¨ªa. ¡°Yo fui a pedir asilo en Sevilla al d¨ªa siguiente de llegar, en agosto del a?o pasado, pero el polic¨ªa me trat¨® mal. Nos pregunt¨® que si pag¨¢bamos aviones directos, que ven¨ªamos mucho. Me pareci¨® racista, me habl¨® feo y no volv¨ª¡±.
Atra¨ªdos por una vida mejor, un pa¨ªs m¨¢s seguro y acogedor, todos anhelan poder volver a Nicaragua. ¡°Hambre no pasamos porque aunque sea comemos arroz. Pero en vez de mejorar mi vida, me toc¨® vender un anillo de oro de mi padre para pagar el alquiler y comprar comida¡±, recuerda Santiago, que ya tiene su billete de vuelta. Nadie les cont¨® esto. Ni ellos tampoco lo har¨¢n. ¡°A mi familia¡±, confiesa Valeria, ¡°le digo siempre que todo est¨¢ bien¡±.
M¨¢s de 1.600 investigaciones abiertas en el campo
La pandemia revel¨® la importancia de los trabajadores del campo, pero tambi¨¦n su vulnerabilidad. Las limitaciones de movilidad y las dificultades en la contrataci¨®n eran el caldo de cultivo perfecto para que floreciese la actividad de intermediarios dedicados al tr¨¢fico de mano de obra en condiciones de explotaci¨®n. Algunos casos recientes lo corroboran. A finales de mayo, la Polic¨ªa Nacional desarticul¨® en Torre Pacheco (Murcia) una red dedicada a la explotaci¨®n de trabajadores en situaci¨®n irregular a los que pagaba entre 150 y 200 euros al mes. Otra operaci¨®n de la Guardia Civil en Granada se sald¨® a finales de junio con la detenci¨®n 14 empresarios agr¨ªcolas que empleaban inmigrantes sin contrato para jornadas de 10 horas, siete d¨ªas a la semana y por un salario que no iba m¨¢s all¨¢ de los seis euros la hora.
Desde el inicio de la campa?a de inspecci¨®n, en mayo, se han abierto 1.640 expedientes (400 en Murcia), seg¨²n datos de Trabajo. Se investigan incumplimientos en la contrataci¨®n y altas en la Seguridad Social, en las condiciones laborales y en las medidas de prevenci¨®n frente al virus. Es un n¨²mero algo superior al mismo periodo de 2019, cuando hubo 1.500 actuaciones.
El caso de Bland¨®n vuelve a poner el foco en la fragilidad de los jornaleros, especialmente de aquellos que por su situaci¨®n irregular tienen menos herramientas para protegerse. Un informe de C¨¢ritas de 2018 que estudi¨® las condiciones laborales de las empleadas del hogar, los trabajadores del sector hostelero y del campo revel¨® c¨®mo los temporeros sufren los mayores abusos. Seg¨²n ese documento, el sector agr¨ªcola mantiene el mayor n¨²mero de trabajadores en situaci¨®n irregular (26,5%) y es el sector en el que un 22% de los trabajadores entrevistados denunciaron haber recibido un trato humillante.
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