Las tinieblas del falso cura que secuestr¨® a la familia de B¨¢rcenas
La demencia impide conocer el papel de Enrique Olivares en la trama policial para arrebatar los documentos al extesorero del PP
El 7 de febrero de 2019, el m¨¦dico forense Juan Miguel Monje examin¨® en la Audiencia Nacional a un preso de 70 a?os de la c¨¢rcel de Aranjuez (Madrid), que fue trasladado en silla de ruedas desde el hospital en un estado de ¡°deficiente higiene personal¡±. El sujeto, seg¨²n el perito, recordaba tener esposa y dos hijos, pero no lograba acordarse de c¨®mo se llamaban ni de sus edades. Con la mirada ausente e inexpresiva, el paciente no sab¨ªa decir su nombre, ni qu¨¦ fecha era. Tampoco reconoc¨ªa el lugar en el que estaba. Era incapaz de leer o escribir, o de realizar c¨¢lculos sencillos, y presentaba grandes lagunas de memoria. Su lenguaje, anot¨® el m¨¦dico, era incoherente y su pensamiento tend¨ªa a la paranoia.
Ese hombre destruido se llamaba Enrique Olivares Garc¨ªa. El nombre no le dice nada a nadie, pero en la tarde del 23 de octubre de 2013 tuvo en vilo a media Espa?a. Disfrazado de sacerdote, con camisa negra y alzacuellos, y portando un malet¨ªn, consigui¨® entrar en el domicilio del extesorero del PP Luis B¨¢rcenas, entonces en prisi¨®n provisional, con el falso pretexto de resolver unos asuntos penitenciarios de aquel. Tras 20 minutos de charla en el cuarto de estar con la esposa de B¨¢rcenas, Rosal¨ªa Iglesias; el hijo de ambos, Guillermo, y la empleada del hogar, el falso religioso sac¨® del portafolios un revolver tipo British Bulldog con cinco cartuchos. Apunt¨¢ndoles, les orden¨® que fueran al despacho y, tras atarles, exigi¨® que le entregaran los pendrives con documentaci¨®n de B¨¢rcenas que pudiera afectar al Gobierno.
Sin embargo, algo m¨¢s de media hora despu¨¦s de iniciado el secuestro, Willy B¨¢rcenas consigui¨® desasirse de las bridas, y desarm¨® y redujo al intruso. Para ello cont¨® con la ayuda de Sergio R¨ªos, chofer de la familia, que se encontraba por la zona con su pareja ¡ªentonces se pens¨® que casualmente¡ª y fue alertado por el portero de un inmueble pr¨®ximo. El falso cura fue condenado en abril de 2014 a 22 a?os de prisi¨®n por allanamiento de morada, secuestro, amenazas y tenencia il¨ªcita de armas y su rastro se perdi¨® en las prisiones de Cuenca, Estremera, Valdemoro y Aranjuez.
Siete a?os despu¨¦s de aquel sonado y extra?o suceso, el ch¨®fer Sergio R¨ªos, ahora funcionario de polic¨ªa, es el principal agente encubierto del caso Kitchen, la trama parapolicial supuestamente orquestada en el Ministerio del Interior durante la ¨¦poca de Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz para arrebatar a B¨¢rcenas papeles comprometedores para el Partido Popular. Y el episodio del secuestro de la familia del extesorero se ve bajo una nueva luz: el juez instructor de Kitchen, Manuel Garc¨ªa-Castell¨®n, trata de averiguar si existe una relaci¨®n entre el falso cura Olivares y la red policial corrupta del comisario Jos¨¦ Manuel Villarejo.
Sin embargo, no ser¨¢ f¨¢cil seguir esa pista. El magistrado pretend¨ªa tomar declaraci¨®n a Olivares, y pidi¨® al Instituto de Medicina Legal un informe para determinar su estado de salud mental, que ya en el juicio del secuestro hab¨ªa quedado en entredicho. El forense en su informe fue tajante: el paciente padece ¡°deterioro cognitivo con productividad psic¨®tica¡± y ¡°no re¨²ne aptitudes para entender, comprender y para declarar¡± en el sumario de Kitchen.
Una vez sentadas las tinieblas mentales de Olivares, el magistrado opt¨® por otra v¨ªa para establecer la posible relaci¨®n entre el preso y la trama policial: las relaciones sociales y el dinero. Garc¨ªa-Castell¨®n reclam¨® de manera urgente a las c¨¢rceles por las que ha pasado el recluso una relaci¨®n de las visitas de abogados, de las comunicaciones con familiares y amigos, la identidad de las personas que hayan efectuado ingresos en las cuentas de peculio ¡ªdinero que los allegados del interno ingresan para sus compras en el economato de la c¨¢rcel¡ª y la lista de tel¨¦fonos y personas autorizadas para comunicarse con ¨¦l.
En la documentaci¨®n remitida por Instituciones Penitenciarias, aparecen hasta 19 ingresos peri¨®dicos en la cuenta de peculio de 250 euros, cuyo origen no se precisa, y un saldo acumulado de m¨¢s de 4.600 euros. Apenas hay m¨¢s visitas a Olivares que las de sus abogados y, cada dos o tres semanas, las comunicaciones familiares de dos horas con su madre, Adoraci¨®n Garc¨ªa, y su hermana Josefa. En enero de 2019, la madre, que entonces ten¨ªa 94 a?os, asegur¨® a la polic¨ªa que aunque muchas veces intent¨® sonsacar a su hijo alguna informaci¨®n sobre el secuestro de la familia de B¨¢rcenas y sobre si lo hizo por encargo, este ¡°nunca¡± le cont¨® nada. Las llamadas telef¨®nicas tampoco dieron resultado. Su esposa y sus hijos, residentes en M¨¦xico, no le han llamado en los ¨²ltimos tiempos.
Olivares, que naci¨® en Cuenca en enero de 1949, ten¨ªa viejos antecedentes policiales ¡ªya cancelados¡ª por robo con fuerza en las casas (cuatro veces entre 1966 y 1967), peque?o tr¨¢fico de drogas (1980), y estragos (1999). En enero de 2002 fue detenido en Argentina por ir sin documentaci¨®n. Sin embargo, no le faltaban identidades: el preso manej¨® documentos a nombre de Jes¨²s S¨¢nchez Rodr¨ªguez ¡ªnombre y apellidos de perfecto camuflaje¡ª y Juan Manuel Mu?oz Mu?oz. ?l seguramente lo ha olvidado. Las bases de datos policiales, no.
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