El final del romance
Casado hizo su discurso m¨¢s importante hasta la fecha, despu¨¦s de aquel con el que gan¨® hace dos a?os las primarias del PP y que curiosamente no se parec¨ªa nada a este
El final del romance es una magistral novela de Graham Greene que empieza con esta frase de Leon Bloy: ¡°En el coraz¨®n del hombre hay lugares que a¨²n no existen, y para que puedan existir entra en ellos el dolor¡±. En el coraz¨®n de este PP ya no exist¨ªa el centro, ha tenido que venir Santiago Abascal a sacarlo, rob¨¢ndoles 52 esca?os, llam¨¢ndoles de todo, haciendo pasar a Pablo Casado por un pasmarote hasta el mismo momento de subir al atril, que ni se sab¨ªa lo que iba a votar. Pero Casado ha hecho este jueves el que probablemente es su discurso m¨¢s importante hasta la fecha, despu¨¦s de aquel con el que gan¨® sus primarias y que, curiosamente, no se parec¨ªa en nada a este. Entonces se disfraz¨® de Capit¨¢n Trueno. ?l mismo ha reconocido esta ma?ana que comprend¨ªa a los votantes de Vox: ¡°Conozco el desencanto por el que se fueron del PP, les entiendo, por eso me present¨¦ a las primarias¡±. Aunque ¨¦l las gan¨® en junio de 2018 y Vox irrumpi¨® en diciembre en Andaluc¨ªa, cuando ¨¦l llevaba ya seis meses diciendo cosas de Vox. Pero este jueves, m¨¢s de dos a?os despu¨¦s, decidi¨® empezar a portarse como un estadista y le peg¨® a Abascal un repaso hist¨®rico, hist¨®rico para la derecha espa?ola. Rompi¨® sus fotos juntos, empezando por la de Col¨®n.
El l¨ªder de Vox sali¨® a replicarle sonado, descolocado. Tuvo que improvisar, con lo mal que le sale. Lo primero que dijo le sali¨® del alma: ¡°Por fin vuelve el PP de siempre, el vicesecretario de Comunicaci¨®n de Mariano Rajoy¡±. ?Huy, Rajoy, lo que le ha llamado! Con toda esa prensa de derechas que le odiaba tanto, por blando, y ahora est¨¢ de vuelta. Rajoy en casa se estar¨ªa fumando un puro de los buenos. ¡°Ha dado una patada a la esperanza¡±, dijo Abascal desolado. Estar¨¢n llorando muchos tertulianos. Esta ma?ana en la radio de los obispos lo suyo de la v¨ªspera solo hab¨ªan sido ¡°extravagancias¡±. El l¨ªder de la extrema derecha reconoci¨® hasta cuatro veces que estaba ¡°absolutamente perplejo¡±, como si le hubieran plantado. El debate ya fue cuesta abajo, y hasta Pedro S¨¢nchez y el Gobierno desaparecieron durante un buen rato, eclipsados por el drama televisado de una pareja que rompe en directo.
El l¨ªder de Vox casi se escabull¨® a su esca?o ¡°por no contribuir a la zozobra¡±, aunque era m¨¢s bien porque no ten¨ªa nada que decir. Casado vio bien el hueco, aunque era f¨¢cil verlo, era un agujero negro lo que abri¨® el d¨ªa anterior Abascal con su salto al hiperespacio de las barbaridades. Tras la primera sesi¨®n de la moci¨®n de censura, el Congreso irradiaba m¨¢s negatividad que la Estrella de la Muerte los d¨ªas que Darth Vader dorm¨ªa mal y se levantaba de mala leche. Vox empez¨® la jornada probando a cambiar el registro, con Iv¨¢n Espinosa de los Monteros, que arranc¨® as¨ª, tras las intervenciones del grupo de Unidas Podemos: ¡°Es dif¨ªcil hablar despu¨¦s de semejante despliegue de lo peor del ser humano [¡] La llegada de los extremismos hace unos a?os a la pol¨ªtica espa?ola no ha tra¨ªdo nada bueno¡±. Por un momento parec¨ªa que iba a anunciar su marcha de Vox all¨ª mismo, pero no, estaba hablando de los dem¨¢s. Luego el resto del discurso fue como uno del PP, administrativo, le¨ªdo de carrerilla. A Vox le quitas las barbaridades y es el PP de toda la vida, pero es que viven de ellas, si no se quedan en nada. Pero en este caso se agradeci¨® que fuera aburrido, uno pod¨ªa irse a por un yogur a la nevera, sin sobresaltos. Luego se tir¨® a lo sentimental, nadando en victimismo: ¡°Volveremos a hacer Espa?a grande otra vez¡±, que hacen copia y pega de Trump ya sin pensar. Espinosa de los Monteros hasta habl¨® en catal¨¢n. Incluso lleg¨® a dar las gracias a su colega Ignacio Garriga ¡°?por asumir el desgaste de presentar la moci¨®n de censura!¡±. Parec¨ªa que iba a llorar, y eso que a¨²n no hab¨ªa visto lo que iba a pasar unos minutos despu¨¦s, cuando sali¨® Casado.
El l¨ªder del PP ya a los tres minutos dijo ¡°no¡±. Y a los seis, por fin proclam¨®: ¡°Hasta aqu¨ª hemos llegado¡±. Acus¨® a Vox de montar una ¡°justa medieval¡± con la moci¨®n, de ¡°cabalgar ej¨¦rcitos de trols emulando a Bannon y Le Pen¡±. Compadeci¨® a sus votantes, ¡°que no merecen pasar por radicales y extremistas¡±. Ahora, para Casado, la ultraderecha es ¡°puro populismo¡±, ¡°solo ofrece a Espa?a fracturas, derrotas y enfados¡±. Y hasta se burl¨® sin rodeos de sus ¡°conspiraciones judeomas¨®nicas¡±. La puntilla: ¡°No queremos ser como usted¡±.
La bancada del PP le aplaudi¨® a rabiar, igual que hasta hace nada jaleaban a Cayetana ?lvarez de Toledo y a sus teor¨ªas de la conspiraci¨®n bolchevique, como las de Vox, pero bueno, ya la han echado. Casado, en todo caso, estaba circunspecto, sab¨ªa que hab¨ªa roto algo, y no sabe qu¨¦ va a pasar ahora, sobre todo con sus votantes. Cuando se acaba una historia seria, hay que encontrarse a uno mismo, casi refundarse. ¡°No comprendo tanta alegr¨ªa¡±, protestaba Abascal ante la ovaci¨®n del PP, pero pese a todo se trag¨® sus hipos, recul¨®, garantiz¨® los Gobiernos de Madrid, Andaluc¨ªa y Murcia, y sigui¨® tendi¨¦ndole la mano. Entonces sali¨® Pablo Iglesias a alabar el ¡°brillante discurso¡± de Casado, por fin de ¡°una derecha inteligente¡±, y lo remat¨®. ¡°Yo s¨¦, Pablo, que t¨² no eres un ultra¡±, lo acarici¨® como a un osito, para echarle luego la bronca porque llegaba tarde. Tambi¨¦n Adriana Lastra, del PSOE, le dio la enhorabuena ri?¨¦ndole, como un grupo de amigos que admite de nuevo a uno que sale de una relaci¨®n t¨®xica. Todos ya melosos, tambi¨¦n S¨¢nchez, para volver a lo de siempre, ponerse ya con el Consejo General del Poder Judicial. Abascal ya se qued¨® por all¨ª de extra, repiti¨¦ndose cada vez con menos ganas, solo, oh, abandonado. Frente a la sobredosis de excitantes de Vox, el PP ahora es ¡°la fuerza tranquila de los espa?oles¡±, anunci¨® Casado. La ¨²ltima frase de El final del romance es: ¡°Ahora d¨¦jame en paz para siempre¡±. A ver lo que duran esta vez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.