Meir¨¢s abre el cofre de sus tesoros
La Administraci¨®n desconoce la mayor¨ªa de las riquezas que acumul¨® durante m¨¢s de un siglo el palacete que deben devolver los Franco al Estado el 10 de diciembre
Dos colmillos de elefante de metro y medio de largo regalados por el gobernador de la antigua Guinea Espa?ola anuncian en el vest¨ªbulo del pazo de Meir¨¢s la llegada al imperio de la vanidad cineg¨¦tica. De diestra a siniestra, del suelo al techo, reciben al visitante faisanes, muflones, corzos, ciervos, una cabeza de b¨²falo y todo un cementerio de cornamentas de herb¨ªvoro con su correspondiente fecha de defunci¨®n. Unas cuantas son del siglo XXI, y algunas alcayatas sin cubrir sugieren que la familia Franco no da por concluida su colecci¨®n. Son estos restos cadav¨¦ricos ¡°y seguramente algunos camastros¡± los principales enseres que la juez Marta Canales acabar¨¢ permitiendo llevarse a los nietos del dictador el d¨ªa que autorice la mudanza. As¨ª lo aventura, a las puertas del palacete enclavado sobre una colina de Sada (A Coru?a), uno de los integrantes de la comitiva que el pasado mi¨¦rcoles comenz¨® a inventariar los tesoros acumulados en el lugar.
El 10 de diciembre, tras un fallo judicial que todav¨ªa no es firme, la mansi¨®n ser¨¢ devuelta al patrimonio p¨²blico. La amenaza en ciernes de que una flota de entre ¡°30 y 50 camiones¡±, como public¨® La Raz¨®n citando fuentes pr¨®ximas a los Franco, vaciasen de sus bienes muebles la que fue residencia estival del jefe del Estado durante la dictadura, fue el resorte que accion¨® la alarma general el pasado fin de semana. Como si nadie lo hubiera previsto antes, a la vista de una sentencia que solo hac¨ªa referencia expresa al contenedor, y no al contenido, el lunes a petici¨®n de la Abogac¨ªa del Estado la magistrada de Primera Instancia 1 de A Coru?a prohibi¨® a los herederos del caudillo empezar con el trasiego.
Despu¨¦s de tantos a?os de reivindicaci¨®n social, pol¨ªtica y finalmente judicial, ninguna Administraci¨®n sabe a ciencia cierta qu¨¦ riquezas guarda hoy el cofre de Meir¨¢s. Ni siquiera la declaraci¨®n del conjunto como bien de inter¨¦s cultural (BIC), firmada el 30 de diciembre de 2008 por el entonces presidente de la Xunta, el socialista Emilio P¨¦rez Touri?o, recoge en sus anexos ning¨²n listado de objetos. ¡°Esta es la informaci¨®n de la que disponemos¡±, responde en referencia a ese texto un portavoz oficial de la Conseller¨ªa de Cultura cuando se le pregunta por la existencia de alguna suerte de inventario. Lo que deja claro el documento oficial del BIC es que en medio del proceso y en el plazo de cuatro meses se modific¨® la consideraci¨®n inicial de las Torres de Meir¨¢s como monumento para protegerlas, en su lugar, como sitio hist¨®rico. La decisi¨®n se debi¨® a dos ¨®rganos consultivos que hicieron aquella propuesta a la Xunta: el Consello da Cultura Galega y la Real Academia de Belas Artes. Doce a?os despu¨¦s, este detalle es clave para bloquear la mudanza.
Esos organismos culturales, se?ala el decreto, ¡°no consideraron tan decisivos los valores arquitect¨®nicos o art¨ªsticos¡± de Meir¨¢s, ¡°sino su importancia como lugar de memoria, reflejo de un pasado burgu¨¦s, cosmopolita, nobiliario y pol¨ªtico¡±. El ¡°conjunto de elementos que conforman las Torres¡±, defiende el texto, ¡°contienen en s¨ª mismos la memoria de momentos important¨ªsimos de la historia de Galicia y del Estado¡± y est¨¢ ¡°asociado con dos personalidades de gran notoriedad¡±, Emilia Pardo Baz¨¢n, que las mand¨® construir a finales del XIX, y Francisco Franco. El valor radica, seg¨²n la Xunta, en que son la ¡°fantas¨ªa personal¡± de la escritora y, ¡°al mismo tiempo, la residencia estival" del mandatario durante ¡°casi cuatro d¨¦cadas¡±: ¡°all¨ª¡±, razona el documento, "tuvieron lugar numerosos consejos de ministros, visitas de Estado, recepciones oficiales y actos que fueron llenando una vida hist¨®rica que super¨® sobradamente el marco geogr¨¢fico de la Galicia de Pardo Baz¨¢n¡±.
La letrada de la Administraci¨®n de Justicia es quien custodia desde el mi¨¦rcoles el v¨ªdeo y las fotos tomadas por la misi¨®n judicial encargada de inventariar los bienes con expertos de Patrimonio Nacional y de la Xunta. Son un sinf¨ªn de objetos los que abigarran con singular incoherencia tanto los jardines como el interior de este caser¨®n con capilla y tres torres de hasta cuatro plantas de altura. A fin de mes, la lista deber¨ªa estar completa y la juez decidir¨¢ qu¨¦ se pueden llevar los Franco, mientras entre los admiradores del general¨ªsimo se pone el grito en el cielo y se habla de ¡°expolio pol¨ªtico y judicial".
Blasones, fuentes, tres h¨®rreos pontevedreses y otros adornos pueblan unos jardines en los que todav¨ªa se identifican, reciclados, elementos arquitect¨®nicos de otro pazo que el Ayuntamiento de Dodro (A Coru?a), mand¨® piedra a piedra desde su pueblo para agasajar a Franco. En la capilla, el retablo que puso Pardo Baz¨¢n se complementa con los de tiempos de Franco y convive con un Cristo barroco de pelo natural, un San Francisco de la escritora y una Virgen de ?frica del dictador. Del techo cuelgan miniaturas de barcos; a la izquierda luce una pret¨¦rita silla de coro; en el centro, otras tapizadas con telas bordadas por la primera propietaria y sus hijas; y a la derecha, un gran cuadro de otro Cristo y las estatuas del n¨¢rtex rom¨¢nico de la catedral de Santiago con las que se hizo Franco en una visita a la ciudad.
Al cruzar el umbral del caser¨®n, junto a la exhibici¨®n taxid¨¦rmica saltan a la vista el imponente mascar¨®n de proa de un buque antiguo, santos y v¨ªrgenes de varios siglos, bargue?os, colecciones de armas de otros tiempos y latitudes, esculturas, l¨¢mparas de cristal de roca, tapices y porcelanas. Tambi¨¦n los cuadros de Zuloaga, ?lvarez de Sotomayor, Bertuchi o Prieto que representan al dictador, a su esposa, Carmen Polo, o a su hija, Carmen Franco. Esta misma defend¨ªa en un bolet¨ªn de la Fundaci¨®n Francisco Franco en 2008, cuando se declar¨® el BIC, que all¨ª ¡°solo¡± ten¨ªan ¡°valor¡± un cuadro ¡°de Madrazo¡± y los retratos familiares ¡°pintados por Sotomayor¡±.
La escalinata de honor la presiden un enorme busto de Franco y el escudo preconstitucional que reza ¡°Una grande libre¡±. El arco que lleva a ella lo flanquean tres ¨¢nforas romanas. El guard¨¦s explica que se las regalaron a Franco despu¨¦s de ser rescatadas del mar ¡°en las obras del dique de abrigo¡± de A Coru?a. El mismo gu¨ªa, sin embargo, asegura en las visitas del p¨²blico a las que est¨¢ obligado el palacete por ser BIC (cuatro al mes, y solo a cinco estancias) que muchos muebles antiguos que llenan los salones nobles del pazo fueron puestos por la hija del militar cuando decidi¨® restaurar el inmueble, 20 a?os despu¨¦s del misterioso incendio del 78, a?o de la Constituci¨®n.
Nunca se llegar¨¢ a saber qu¨¦ riquezas arras¨® aquel fuego, del que se salvaron casi todos los libros (casi 11.200, ahora en proceso de ser BIC) de la biblioteca de Pardo Baz¨¢n, pero en el que se perdi¨® la pista de otras maravillas. En su libro Meir¨¢s, un pazo, un caudillo, un espolio (Fundaci¨®n Galiza Sempre) los investigadores Carlos Bab¨ªo y Manuel P¨¦rez Lorenzo hablan de los continuos regalos y citan entre otras cosas de ¡°destino incierto¡± el Manuscrito de Astorga. Se trataba de un manual de pesca escrito en 1624 por Juan de Vergara, ¡°una rareza bibliogr¨¢fica de incalculable valor que la Diputaci¨®n de Le¨®n entreg¨® al dictador en 1964¡±. Los autores afirman tambi¨¦n que a Meir¨¢s fueron trasladados objetos de valor procedentes de ¡°requisas de bienes¡± contra enemigos pol¨ªticos.
Juanito Leira, el vendedor ¡°desesperado¡±
La Iglesia todav¨ªa no ha reclamado las dos pilas del siglo XII (una bautismal y otra para el agua bendita) de San Xi¨¢n de Moraime (otro BIC) que, tal y como firm¨® ante notario en 1980 el p¨¢rroco Jos¨¦ Barrientos antes de morir, pas¨® a recoger un cami¨®n, un d¨ªa de 1960, por orden de Carmen Polo. Al cura, los poderosos deseos de la primera dama le pillaron por sorpresa, mucho m¨¢s que a esos joyeros y anticuarios que, seg¨²n la tradici¨®n popular, bajaban la persiana o se hac¨ªan los enfermos cuando se anunciaba la visita de Polo a A Coru?a.
Estas escenas inspiraban en el exilio a Mundo Obrero, que defin¨ªa a la esposa de Franco como ¡°despiadada ave de rapi?a¡±. Y aunque algunos vendedores coru?eses negaron siempre los hechos, Enrique Barrera, secretario de Memoria Hist¨®rica Democr¨¢tica de Ferrol, afirma que al menos en su ciudad los comerciantes enviaban los gastos al Ayuntamiento, ¡°que era el que pagaba¡±. As¨ª ¡°lo fueron haciendo los alcaldes hasta que uno, Francisco Dopico, decidi¨® remitirlas a El Pardo y fue destituido¡±, asegura el historiador.
Aunque sol¨ªa apencar el consistorio, seg¨²n Barrera hab¨ªa vendedores como Juanito Leira, due?o de una tienda muy variada en la r¨²a Magdalena, que andaba ¡°desesperado¡±. ¡°Al marchar, Polo le dec¨ªa ¡®ya mandar¨¢s la factura¡¯, pero luego ¨¦l no se atrev¨ªa a envi¨¢rselas a El Pardo¡±, cuenta el profesor. Ante la incertidumbre que le generaba ¡°andar peregrinando¡± por las Administraciones locales con riesgo de no cobrar, Leira ¡°acab¨® escondiendo la mercanc¨ªa de valor¡± durante los veraneos de los Franco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.