Un sobrino atropella y mata a su t¨ªo tras una disputa por unas lindes de tierras
La polic¨ªa de El Puerto de Santa Mar¨ªa, en C¨¢diz, mantiene detenido al conductor ante la sospecha de la intencionalidad del accidente
La carretera del Canal es uno de esos t¨ªpicos caminos rurales gaditanos en los que las tierras en balde se entreveran con viviendas irregulares, campos de cultivos y canales de regad¨ªo. Las lluvias intermitentes de los ¨²ltimos d¨ªas alimentan el verdor de todas las tierras del pago de La Mirona que el ladrillo a¨²n no ha fagocitado, a las afueras de El Puerto de Santa Mar¨ªa. No son precisamente las nubes cargadas de agua las que empa?an el buc¨®lico paisaje rural. Azuzado por un viento furibundo, un precinto policial enredado en el vallado advierte que ese paraje a la falda de la Sierra de San Crist¨®bal es el escenario de una muerte supuestamente provocada por un conflicto familiar a cuentas de las lindes de un terreno.
Esa cinta de pl¨¢stico blanca y azul con la que el suroeste jugaba este martes marca el punto exacto en el que un d¨ªa antes el Seat C¨®rdoba gris de J. M. H., de 45 a?os, ¡°pas¨® por encima¡± de su t¨ªo, L. H. G., un hombre de 66 a?os, que muri¨® en el acto. Es lo que uno de los primeros agentes que lleg¨® al lugar de los hechos sospecha que sucedi¨® poco antes de las 17.17. A esa hora, el conductor se enzarz¨® en la en¨¦sima discusi¨®n con un familiar con el que hace ya tiempo se torcieron las relaciones por culpa del dichoso terreno. La bronca acab¨® en atropello mortal, que seg¨²n sostiene el investigado fue fruto de un accidente, pero que la Polic¨ªa Nacional, que investiga los hechos, considera posiblemente intencionado y, por ello, estudia el suceso como un presunto homicidio doloso.
¡°Sab¨ªa que hab¨ªa un problema de tierras, pero no son una familia problem¨¢tica. Ayer [este lunes] pas¨¦ y creo que vi su coche, pero no me imagin¨¦ lo que iba a pasar¡±, asegura un vecino que prefiere guardar su anonimato, poco despu¨¦s de bajarse de su veh¨ªculo alertado por la presencia de una c¨¢mara de televisi¨®n. ?l no presenci¨® lo ocurrido. Por ahora, no parece haber m¨¢s testigo que el propio autor del accidente. ¡°Nervioso y alterado¡± ¡ªcomo se lo encontr¨® la polic¨ªa al tomarle declaraci¨®n¡ª, J. M. H. relat¨® que se hab¨ªa encontrado a su t¨ªo justo cuando pretend¨ªa entrar a la parcela. Pronto, el hallazgo deriv¨® en un agrio encontronazo supuestamente subido de tono y en el que su t¨ªo, seg¨²n la versi¨®n del acusado, dio un golpe con su bast¨®n en la luna de su coche.
Lo que ocurre despu¨¦s no despierta tantas dudas como la motivaci¨®n en s¨ª misma. El hombre de 45 a?os acelera y atropella a su familiar. Dice que ha perdido el control del autom¨®vil y ¡°en vez de frenar, ha acelerado¡±. Es lo que cuenta a los agentes que llegan al lugar alertados por una llamada al 112. Para cuando los agentes de la Polic¨ªa Local aparecen, adem¨¢s del sobrino, ya hay varias personas alrededor de la v¨ªctima, que est¨¢ tumbada de lado e inconsciente. Cinco minutos despu¨¦s, llega la atenci¨®n sanitaria que solo puede certificar la muerte.
Este martes las marcas de rodadura en el barro h¨²medo a¨²n eran visibles, acentuadas a¨²n m¨¢s por unas pintadas rojas realizadas por la agentes de la polic¨ªa cient¨ªfica. Esas se?ales, compatibles m¨¢s con la hip¨®tesis de un aceler¨®n sin frenada que con un accidente, seg¨²n sostienen fuentes de la Polic¨ªa Nacional, son las que pueden tener la clave del caso.
La Agrupaci¨®n de Tr¨¢fico de la Guardia Civil ya trabaja en un informe pericial, mientras que el detenido contin¨²a en los calabozos de la Comisar¨ªa de El Puerto, a la espera de pasar a disposici¨®n judicial. Por ahora, el sospechoso mantiene su versi¨®n de lo ocurrido, pero algo m¨¢s que la marca de las ruedas podr¨ªa contradecir su versi¨®n. En un primer examen realizado al cad¨¢ver, ¨¦ste presentaba aparentes ¡°indicios de haber sido pasado por encima¡±, seg¨²n asegura uno de los agentes presentes en un primer momento.
Tampoco parece estar de su parte el historial de desencuentros que sumaban t¨ªo y sobrino, salpicado de denuncias cruzadas por amenazas, seg¨²n apuntan fuentes de la Polic¨ªa Nacional. Hac¨ªa ya tiempo que las relaciones entre ambos se hab¨ªan deteriorado por culpa de disparidades en la reparcelaci¨®n de un terreno heredado y que ha dado cobijo a buena parte de la familia. De hecho, algunos de los familiares comunes viven en chal¨¦s levantados en las inmediaciones de la carretera del Canal.
El camino, antes cuajado de tierras de cultivo, ahora es uno de esas tantas v¨ªas de las afueras de ciudades de Andaluc¨ªa llenas de construcciones irregulares levantadas al margen de cualquier planeamiento urban¨ªstico y control municipal. Solo El Puerto de Santa Mar¨ªa (88.300 habitantes) acumula 5.000 viviendas de este tipo en extrarradios rurales de caminos sinuosos, sin aceras o alumbrado. La existencia de este tipo de casas sin permisos lleva d¨¦cadas convertida en un quebradero de cabeza latente para administraciones y alcaldes que incluso han llegado a acabar condenados judicialmente por negarse a su derribo. Esa zona de La Mirona ahora marcada por la tragedia, a¨²n estaba bald¨ªa. No hab¨ªa edificaciones y se desconoce si la familia pretend¨ªa siquiera levantarlas, pero a L. H. G. y quiz¨¢ tambi¨¦n a su sobrino el apego a la tierra les ha salido caro.
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