¡°Si tuviese el dinero, me embarcar¨ªa ma?ana¡±
Las mujeres y los ni?os llenan varias de las ¨²ltimas pateras que han llegado a Canarias. Una joven guineana de 20 a?os cuenta su historia mientras espera a poder subirse a una patera con su beb¨¦ de cuatro meses

Las noticias sobre las muertes de los que intentan alcanzar Canarias en patera llegan a su m¨®vil, pero ella apenas sabe leer. De vez en cuando ve algo en la televisi¨®n, sin detenerse en los detalles. Mariama, nombre ficticio de una guineana de 20 a?os, lleva cinco meses en El Aai¨²n, en el S¨¢hara Occidental, dispuesta a embarcarse. No est¨¢ sola, pegado a su pecho tiene a su beb¨¦ de cuatro meses. ¡°Si tuviese el dinero, me ir¨ªa ma?ana¡±, asegura.
¡ª?No le da miedo?
La risa de Mariama se escucha por primera vez en la videollamada. Corta, nerviosa y sarc¨¢stica.
¡ªEstoy dispuesta a asumir el riesgo. Esto no es vida
Mariama se march¨® de su casa hace un a?o y cinco meses. Desde que perdi¨® a su madre, en 2014, la convivencia con su padre y la nueva esposa de este era insoportable. Agarr¨® sus cosas y se fue a Argelia. En sus planes no estaba emigrar a Europa, pero nada sali¨® como esperaba. Estaba sola, sin dinero, ni trabajo y conoci¨® a un compatriota en el que apoyarse. No era el amor de su vida, pero cre¨ªa que le ofrecer¨ªa protecci¨®n. ¡°Muchas mujeres no tienen otra salida para sobrevivir. Se entregan a un hombre para que las ayude. Yo no ten¨ªa a nadie¡±, cuenta en susu, su lengua materna. El hombre la dej¨® embarazada y la abandon¨®. Mariama decidi¨® entonces viajar a El Aai¨²n, donde dio a luz sola en un hospital. Su pr¨®xima parada, se propuso entonces, ser¨ªa Canarias.
El archipi¨¦lago lleva desde 2019 recibiendo un n¨²mero considerable de mujeres y ni?os, algunos muy peque?os, pero en este primer trimestre de 2021 ha llamado la atenci¨®n la llegada de algunas pateras en las que los hombres son minor¨ªa, una imagen bastante excepcional. Y varios de estos viajes han acabado en tragedia. En poco m¨¢s de dos meses, el muelle de Arguinegu¨ªn ha sido el escenario del drama de la mam¨¢ que lleg¨® a tierra desgarrada tras ver c¨®mo tiraban por la borda a uno de sus mellizos de nueve a?os, o el de la peque?a de Mal¨ª de 24 meses a la que dos sanitarios tuvieron que reanimar in extremis nada m¨¢s desembarcar y que muri¨® cinco d¨ªas despu¨¦s por deshidrataci¨®n.
El viaje que se plantea Mariama desde El Aai¨²n es uno de los m¨¢s cortos para llegar a las islas, unas 12 horas hasta Fuerteventura si todo sale bien, aunque sigue siendo una apuesta a vida o muerte. Ella lo intuye, pero no ve otra opci¨®n. ¡°No puedo volver. No solo volver¨ªa como una fracasada, sino que me ver¨ªan como una prostituta. Nadie sabe que he tenido un beb¨¦ sola. Siento verg¨¹enza¡±, relata en la calle mientras cambia el pa?al al peque?o.
La historia de Mariama es la de tantas otras mujeres que, acompa?adas de sus hijos o embarazadas, viven un calvario para emigrar a Europa. El pasado enero, cuando su hijo ten¨ªa solo dos meses, la polic¨ªa marroqu¨ª irrumpi¨® en la casa donde viv¨ªa con otros migrantes. Se los llevaron a todos a un centro de detenci¨®n en Agadir, a m¨¢s de 600 kil¨®metros al norte, para deportarlos. Desde su encierro Mariama relat¨® a EL PA?S su angustia. El ni?o ten¨ªa fiebre, no hab¨ªa m¨¦dico ni medicinas. Llevaba casi una semana recluida con otras 40 personas, entre hombres, mujeres y ni?os, en un lugar en el que los lavabos estaban cubiertos de mugre. Finalmente, mientras a algunos los expulsaron, a ella la liberaron y rehizo el camino hacia El Aai¨²n. Una parte del viaje la tuvo que recorrer a pie con el beb¨¦ en la espalda; otra, en autoestop y otra, con las mafias que se lucran con los migrantes.
Las mujeres suponen ya un 13% de las m¨¢s de 3.000 personas que han desembarcado en lo que va de a?o en el archipi¨¦lago canario. En el mismo periodo del a?o pasado, seg¨²n datos de Cruz Roja, la llegada de mujeres fue a¨²n m¨¢s acusada y roz¨® el 22%, aunque el porcentaje decay¨® con el pico de llegadas a final de a?o hasta representar solo un 5% en todo 2020. Durante estos meses varias de estas mujeres han relatado a EL PA?S que huyen de la guerra, de matrimonios forzosos, de la ablaci¨®n de sus hijas o de graves conflictos familiares. En el camino algunas sufren agresiones sexuales y se repiten las historias de explotaci¨®n laboral y mendicidad hasta que logran el dinero para partir. En el caso de los ni?os y adolescentes s¨ª hay un repunte evidente. En este primer trimestre son ya m¨¢s de un 20%, frente al 16,7% del mismo periodo del a?o pasado o el 15% de todo 2020.
A¨²n es pronto para hablar de un cambio en las rutas que est¨¦ trayendo m¨¢s mujeres y ni?os hacia las islas, pero autoridades y organizaciones humanitarias permanecen atentas porque su llegada desaf¨ªa un sistema de acogida poco preparado para ellos. Las fuerzas de seguridad y algunos expertos s¨ª barajan hip¨®tesis que explicar¨ªan un flujo m¨¢s intenso de estos nuevos perfiles migratorios. Una es que las mafias que operaban en el norte de Marruecos est¨¢n traslad¨¢ndolas a la fachada atl¨¢ntica desde donde es m¨¢s f¨¢cil embarcarlas. Otra, compatible con la primera, es que en las redadas de la polic¨ªa marroqu¨ª para expulsar a los migrantes de las ciudades saharauis donde esperan el embarque se ha dejado de detener a las mujeres. Mariama respalda esta ¨²ltima hip¨®tesis. ¡°Antes la polic¨ªa iba a las casas, deten¨ªa a todos y los llevaban a un centro para deportarlos, como pas¨® conmigo. Pero ahora he sabido que solo se lleva a los hombres¡±, explica.
Mariama est¨¢ atrapada entre el pasado, al que se niega a regresar, y el futuro de una vida digna en Europa que no puede pagar. Su c¨¢rcel es un presente de pobreza y preocupaci¨®n. ¡°Mi vida aqu¨ª es muy dif¨ªcil. Salgo por las ma?anas a pedir dinero o leche en polvo para el ni?o. Quiero pagar mi viaje, pero con lo que me dan solo puedo comprar comida y pagar los 28 euros de mi alquiler¡±, cuenta. Los d¨ªas que le va peor, su jornada en la calle se alarga de 10 a 10 de la noche, cuando regresa molida a la vivienda donde convive con otras seis personas. La casa, de paredes mordidas y sucias, tiene dos habitaciones y una min¨²scula cocina a butano en la que preparan lo b¨¢sico para subsistir.
Su ¨²nica posibilidad de pagar los 3.500 euros que le piden para embarcarse, dice, est¨¢ puesta en el dinero que pueda enviarle su hermano peque?o, que emprendi¨® la ruta antes que ella y lleg¨® a Canarias en 2019. ¡°Har¨¦ todo lo que pueda por ayudarla, es mi ¨²nica hermana¡±, cuenta ¨¦l desde Madrid. ¡°Pero ahora mismo no puedo. No tengo papeles ni trabajo¡±. Mariama, cada vez m¨¢s consciente de su soledad, se encomienda a Dios.
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