24 horas con el candidato (III): ?ngel Gabilondo, la campa?a an¨®mala de un solitario social
El l¨ªder socialista es el m¨¢s at¨ªpico por su estilo poco medi¨¢tico, y porque, por su edad, es el que corre m¨¢s riesgo por la pandemia y debe tener m¨¢s precauci¨®n
A ?ngel Gabilondo le gusta empezar el d¨ªa leyendo algo, de trabajo o de lo que sea. Se levanta temprano, a las siete ya est¨¢ mandando mensajes a su jefe de prensa. Antes corr¨ªa unos ocho kil¨®metros, con la pandemia lo dej¨®. El d¨ªa acordado para la elaboraci¨®n de este reportaje tiene un acto en Alcal¨¢ de Henares, un paseo. Los socialistas locales le esperan en una plaza, mirando hacia donde pasan los coches, y su llegada ya dice mucho: sale por donde menos se le espera, por detr¨¢s, andando, como de inc¨®gnito. Los periodistas le llaman para contarle lo que dice el CIS, que acaba de salir: podr¨ªa haber mayor¨ªa de izquierdas. Se le escapa un ¡°no puede ser¡±. Le dejan un m¨®vil para que lo vea ¨¦l mismo:
¡ª?C¨®mo lo ve?
¡ªCon letra peque?a.
Se refiere al tama?o de la escritura, no a los detalles. El humor es un rasgo sutil de Gabilondo, pero generalmente est¨¢ en la letra peque?a. ¡°Hay partido¡±, concluye satisfecho pero serio. Gabilondo es serio, es redundante decirlo, pero es lo que transmite hasta en un momento informal. Se pone a caminar, comentando el debate del d¨ªa anterior. Enfila la calle Mayor, con gente de compras, que sale de tomar un caf¨¦. ¡°Siga as¨ª que a educado no le gana nadie¡±, le dice una mujer. ?l da las gracias con educaci¨®n: ¡°Mucho gusto en saludarles¡±, un tipo de expresi¨®n muy pulcra que quiz¨¢ no use ning¨²n otro candidato. Habla con dos chicas y les dice que hay que ir a votar. Pero ni siquiera lo pide para ¨¦l: ¡°Lo que cada uno crea en conciencia, lo que sea, pero hay que ir a votar¡±.
No es que le paren mucho, como si todo el mundo fuera consciente de su idiosincrasia, y ¨¦l tampoco se detiene, no le sale natural forzar las situaciones para salir en la tele. A mitad del recorrido le han preparado una. Es un banco con sendas esculturas de Don Quijote y Sancho Panza, frente a la casa natal de Cervantes, y ¨¦l se sienta en medio. Le hacen fotos, pero dura all¨ª exactamente 13 segundos y se levanta: ¡°Bueno, ya est¨¢, que no quiero hacer numeritos¡±. Esa es la filosof¨ªa de Gabilondo. Marca su campa?a. Su equipo declin¨® la invitaci¨®n de este diario a seguirle 24 horas de cerca, por mucho que se insisti¨®, al menos una foto comprando el pan, o aunque fuera leyendo un libro. Nada. En una charla personal admite que el circo medi¨¢tico le cuesta, pero s¨ª que le gusta mezclarse con la gente: ¡°En mi escala de valores lo primero no es lo que me gusta, ni lo que me apetece, sino hacer lo que debes. Me gusta m¨¢s la relaci¨®n cercana, pr¨®xima, la conversaci¨®n, que el show televisivo, pero no hay muchos espacios de conversaci¨®n. Me gusta el trato con las personas, estoy en mi salsa. He nacido en una familia de nueve hermanos, ¨¦ramos una comunidad, aprendimos a compartir las cosas, a hablar juntos, a que siempre hab¨ªa otros cerca. I?aki, un hermano m¨ªo, dice que soy un solitario social, no s¨¦ qu¨¦ quiere decir, que lo explique ¨¦l¡±.
Hay otro motivo de peso para limitar los contactos: tiene 72 a?os y no est¨¢ vacunado. Esto le convierte en un candidato a¨²n m¨¢s at¨ªpico, es el que corre m¨¢s riesgos con la campa?a. Cualquier m¨¦dico que le siguiera estar¨ªa un poco de los nervios. ¡°S¨ª, me dicen que tenga cuidado, y lo tengo, pero tambi¨¦n s¨¦ que es lo que me corresponde hacer. El d¨ªa que me llamen para vacunarme, ir¨¦¡±. Su campa?a tiene alg¨²n mitin, actos telem¨¢ticos, est¨¢ muy medida. Despu¨¦s de Alcal¨¢ se ir¨¢ a la sede del PSOE, en la calle Ferraz, y ya se pasar¨¢ la tarde preparando el debate del d¨ªa siguiente en la SER.
La siguiente parada es una librer¨ªa, pero dice que si entra con tanto periodista prefiere no entrar. Se pacta que vaya un grupo reducido y pasa a hablar con el due?o. Se nota que le incomoda lo que tiene de puesta en escena, porque disfruta realmente de la conversaci¨®n con el librero. La prensa intenta aprovechar ese m¨ªnimo momento de color, as¨ª se llama en el oficio lo que no es aburrido, y le piden que se pasee un poco mirando libros. Lo hace a rega?adientes. Intentan sacarle algo personal con la excusa del d¨ªa del libro:
¡ª?Sabe qu¨¦ libro va a regalar ma?ana?
¡ªS¨ª, s¨¦.
Ninguna concesi¨®n a la an¨¦cdota. Gabilondo no es que quiera gobernar en serio, es que ya hace la campa?a muy seria. No cree en los numeritos, conf¨ªa de forma ciega, tal vez suicida, en el poder de la palabra. Alaba un libro que ve por all¨ª, El sujeto inesperado, (Fronterad) de Francisco Caballero y Maite Larrauri. Comenta que la conoce porque ¨¦l tambi¨¦n trabaj¨® mucho sobre Foucault, un comentario que es la ant¨ªtesis de un tuit y que si se difundiera arruinar¨ªa cualquier carrera pol¨ªtica. Se le empa?an las gafas a cada rato, y tiene que limpiarlas. Tambi¨¦n es el ¨²nico candidato con gafas, todo le hace distinto, sin que est¨¦ claro hasta qu¨¦ punto es una ventaja o un inconveniente.
Llega el momento de hablar y saca dos folios doblados en cuatro que mira solo un momento antes de empezar. Luego los estruja en la mano izquierda mientras mueve la derecha con la palma hacia dentro, un movimiento tambi¨¦n antiguo. No hay ¨ªndices apuntando, ni pu?os, ni coreograf¨ªa de manos. No eleva la voz. Explica. ?Funciona esto? La verdad es que gan¨® las elecciones hace dos a?os. ?l conf¨ªa en la palabra. ¡°S¨ª, las palabras que decimos tienen mucha capacidad de llegar a los dem¨¢s, y las que callamos tambi¨¦n, la actitud que uno tiene. Se puede estar en una actitud de superioridad, hay que ser lerdo, para creerse que eres alguien. La palabra es tambi¨¦n nuestra forma de vivir, de estar. Lo mejor para hacer campa?a electoral es ser como eres t¨²¡±.
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