Un pasado reciente sin digerir
El terrorismo de ETA y el ¡®proc¨¦s¡¯ son fen¨®menos dispares pero requieren al Gobierno dar y ganar la batalla de opini¨®n, todav¨ªa pendiente en Catalu?a
El debate sobre los indultos de los presos del proc¨¦s, en cuyo trasfondo est¨¢ el di¨¢logo como medio de romper el bloqueo en Catalu?a, est¨¢ revelando que demasiados pol¨ªticos y analistas no han digerido adecuadamente acontecimientos a¨²n recientes como el final del terrorismo de ETA y el tratamiento a la crisis pol¨ªtica catalana. Son fen¨®menos dispares, especialmente por la violencia en Euskadi. Pero mantienen el nexo de que la resoluci¨®n del terrorismo requiri¨® al Gobierno dar y ganar la batalla de la opini¨®n en Euskadi, una batalla pendiente en Catalu?a, donde la crisis sigue estancada.
Hay unanimidad en reconocer el papel decisivo de la acci¨®n policial, judicial y social en el fin del terrorismo. No se admite tanto el factor pol¨ªtico, el di¨¢logo Gobierno-ETA protagonizado por Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, pese a ser determinante del final. Aparentemente fracasado por el atentado etarra de Barajas en 2006, propici¨® al Estado ganar la batalla de la opini¨®n en Euskadi, dividir a la izquierda abertzale y aislar a la minor¨ªa partidaria del terrorismo. Finalmente, la mayor¨ªa del universo abertzale forz¨® a una ETA debilitada a declarar el fin del terrorismo si no quer¨ªa permanecer definitivamente ilegalizada. Atendi¨® al ¡°o votos o bombas¡± de Rubalcaba.
El proceso necesit¨® cinco a?os para madurar. El Gobierno arriesg¨® mucho ante un futuro plagado de inc¨®gnitas. Pero sin esa iniciativa inteligente el fin del terrorismo se hubiera demorado indefinidamente, hubiera sido desordenado y peligroso. El PP no lo ha reconocido porque se opuso al di¨¢logo con ETA con una irritante sobreactuaci¨®n, incluidas diez manifestaciones callejeras, parecida a la que Pablo Casado esgrime sobre los indultos.
El PP, al primar sus intereses partidistas sobre el tratamiento pol¨ªtico a las cuestiones de Estado, se descoloc¨® en Euskadi. Lo repiti¨® en Catalu?a. Rajoy, adem¨¢s de movilizarse contra el Estatut reformado para desgastar al Ejecutivo de Zapatero, cuando gobern¨® rechaz¨® el di¨¢logo con el nacionalismo y fracas¨® pensando que la crisis se resolver¨ªa sola.
Casado mantiene la tradici¨®n del PP de utilizar cuestiones de Estado para desgastar al Gobierno. Rechaza los indultos cuando son la llave de la v¨ªa dialogada. La apuesta por el di¨¢logo con el independentismo es complicada. No hay certeza de que funcione. Tampoco la hubo en Euskadi. Pero finalmente funcion¨® al generar un espacio com¨²n favorable a la paz, que deseaba una mayor¨ªa de vascos, y aisl¨® a los violentos. En Catalu?a el inmovilismo de Rajoy no funcion¨® y est¨¢ por ensayar un di¨¢logo que a¨²ne a quienes buscan mejorar el autogobierno con soluciones viables y a¨ªsle al rupturismo, como desean una mayor¨ªa de catalanes.
Casado no plantea alternativa. Sacrifica Euskadi y Catalu?a para crecer electoralmente en las dem¨¢s comunidades, enfrentando la opini¨®n mayoritaria de catalanes y vascos, favorable a los indultos, con la del resto de espa?oles, contraria. Es la ant¨ªtesis del hombre de Estado que propicia la cohesi¨®n territorial por el di¨¢logo. Su desmesura tampoco garantiza su victoria. Rajoy no gan¨® a Zapatero en las elecciones de 2008, tras su exacerbada campa?a, la de la ¡°traici¨®n a los muertos y las v¨ªctimas¡±, contra el proceso dialogado.
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