El sue?o americano de los adolescentes afganos de Rota
Los j¨®venes refugiados encaran el futuro entre la esperanza, el dolor y la inquietud por el destino de su pa¨ªs
Entre los barracones que el Ej¨¦rcito norteamericano prepar¨® de la noche a la ma?ana a finales de agosto en la base naval de Rota (C¨¢diz) para acoger temporalmente a m¨¢s de 2.000 refugiados del drama de Afganist¨¢n hay ni?os que juegan al f¨²tbol o corren con sus patinetes, y adultos que calman su ansiedad paseando por esta avenida que conduce a los ba?os y a los dormitorios o a los comedores. Tambi¨¦n hay adolescentes que, en v¨ªspera de su definitivo traslado a Estados Unidos, sue?an con el futuro. Algunos ya identifican, como si lo llevaran grabado a fuego, lo que quieren que sea la vida despu¨¦s del infierno.
Este martes quedaban unos trescientos refugiados en Rota y para este s¨¢bado ya habr¨¢ pasado el plazo m¨¢ximo de 14 d¨ªas que Estados Unidos pact¨® con Espa?a para su estancia en la base gaditana. En este tiempo, la solidaridad espa?ola, y en primer lugar la del pueblo que acoge la base, llen¨® este sitio de todo tipo de elementos de primera necesidad que han aliviado las urgencias de una comunidad asustada, triste, desamparada en medio de lenguas que apenas conocen.
En las dependencias donde se reparten esos objetos (ropa, art¨ªculos de primera necesidad, juguetes, sobre todo) est¨¢n apilados paquetes que parecen el equipaje de un exilio urgente o esforzado. Al lado deambulan, sonriendo y en silencio, dos j¨®venes que llevan bol¨ªgrafos en los bolsillos superiores de sus vestidos afganos. Es para escribir, alcanzan a decir en un ingl¨¦s que ahora todos quieren aprender, porque el futuro se les dibuja en esa lengua. En esos rostros, ojos azules o grises, hay una melancol¨ªa que no debe ser distinta a la de otros exilios o di¨¢sporas que forman parte de la historia de la desgracia, de la que Espa?a tiene tambi¨¦n amarga memoria.
Bajo el cielo hoy encapotado de Rota, esa melancol¨ªa est¨¢ compensada por la pasi¨®n con la que los ni?os corren con sus patines, disputan el bal¨®n entre ellos o con los adultos, o te saludan golpeando tu mano o gui?ando los ojos como si ya fueran amigos de todo el mundo, como Kim de la India.
La capitana Leah Moss, de 41 a?os, nacida en Washington, asistente m¨¦dico en el hospital naval americano de la base de Rota, alta como un jugador de baloncesto, se desprende de la mascarilla y exhibe el contagio de su risa: ¡°Todos han venido marcados por la ansiedad del tiempo que vivieron en Afganist¨¢n¡±. Esa ¡°profunda tristeza¡± es tambi¨¦n el efecto de ¡°la enorme carga f¨ªsica que causa el dolor emocional padecido antes del viaje¡±. Ahora esta situaci¨®n se llama incertidumbre, y se dibuja en todas partes como si fuera un himno de auxilio.
Esas ansiedades que la doctora describe han sido aliviadas aqu¨ª por los juegos y, a?ade ella, ¡°por la conversaci¨®n¡±. Como se dice que las palabras curan o alivian, le pedimos que elija una que ayude a curar, en este tiempo de la incertidumbre del destierro, a estas personas que buscan ahora futuro en Am¨¦rica: ¡°Yo les dir¨ªa la palabra esperanza¡±.
Unas zanjas dividen las distintas zonas de este parque militar en el que est¨¢n los barracones, las habitaciones, los ba?os o los entretenimientos de los refugiados afganos. En medio de ellas, unos paneles recogen las postales que chiquillos de Rota han escrito, en ingl¨¦s, para desearles suerte, salud o esperanza a los que ahora corretean detr¨¢s del bal¨®n o en sus patinetes en este domicilio provisional que los acoge.
Mujeres con velo, hombres que pasean arriba y abajo, personal militar o civil encargado de ayudarles en el tr¨¢nsito hacia Estados Unidos, pasan por delante de este corro de adolescentes que cuentan, como si ya hubieran aterrizado en el lado de all¨¢ de esta historia, qu¨¦ quieren ser en el futuro.
Mostafa, que tiene 17 a?os, quiere ser m¨¦dico ¡°para servir a la gente necesitada¡±. ?l ha visto aqu¨ª a los m¨¦dicos, y los ha visto tambi¨¦n en Afganist¨¢n. ¡°Se ocupan de las personas, de su dolor, y eso quiero hacer yo¡±, cuenta. Su propio dolor, en el viaje al exilio y ahora mismo, es el que le produce ¡°la situaci¨®n de mi pa¨ªs, mi patria, donde se ha quedado parte de mi familia, y un pueblo atormentado¡±. A su lado est¨¢ Elhan, que tiene los mismos a?os, y quiere ser pol¨ªtico. ?Pol¨ªtico? ?por qu¨¦? ¡°Por la situaci¨®n que vive Afganist¨¢n, para servir a mi pa¨ªs¡±. ?C¨®mo hubieras atacado la situaci¨®n en que ahora vive tu pa¨ªs? ¡°Hubiera defendido a mi pa¨ªs y no lo habr¨ªa entregado a los insurgentes¡±. ?l quiere, dice, ¡°un futuro feliz para Afganist¨¢n, que haya paz e independencia para cortar la influencia de los pa¨ªses vecinos¡±.
No hay el titubeo adolescente, ni hay la negaci¨®n del futuro que suele haber en las conversaciones a estas edades. Hay, por otra parte, una constante apelaci¨®n a la patria, con la insistencia que anima la p¨¦rdida. Son ojos vibrantes, ansiosos, que miran como si hablaran. Le preguntamos a Elhan si en estos tiempos, en el viaje al exilio, por ejemplo, ha llorado. ¡°S¨ª, viendo fotograf¨ªas o videos de los atentados, s¨ª, he llorado¡±. A su lado est¨¢ Ferhad, que tiene 16 a?os y quiere ser piloto. ¡°Para servir a mi pa¨ªs¡ ?Y qu¨¦ echo de menos de Afganist¨¢n? El olor. El olor de la tierra, los recuerdos¡±. Sohrad tiene 14 a?os, tambi¨¦n quiere ser m¨¦dico. ?Para curar qu¨¦? ¡°Las enfermedades del pueblo¡±. Quiere ocuparse del pulm¨®n. En el avi¨®n, dice, ¡°ven¨ªa pensando en el futuro. El de mi familia, el de todos nosotros. A d¨®nde vamos a ir para que haya lo que llaman futuro¡±.
Y este es Solaiman, ya es fot¨®grafo, tiene 15 a?os. Desde Afganist¨¢n ha tra¨ªdo, y expone en Instagram, relatos enteros del drama que ha vivido antes de subirse al avi¨®n que le trajo a Rota desde Kabul. Son retratos ¨ªntimos de tipos de Afganist¨¢n, el entrenamiento precoz de su pasi¨®n por dejar testimonio de lo que ve. Retrata ¡°para que se pueda hablar con la fotograf¨ªa, pues cada rostro que captas tiene algo dentro¡±. ?l habla como si nos estuviera retratando.
David Baird, de 47 a?os, nacido en New Jersey y desde 2019 comandante de Actividades Navales de EE UU en Espa?a, hab¨ªa dicho, antes de traernos a este campamento en el que pronto estar¨¢ solo el recuerdo de este acogimiento de los exiliados de Afganist¨¢n, que lo que le impresion¨® de estas personas era la calidad de su mirada, ¡°la emoci¨®n de mirarlos¡±.
Mientras hablamos con estos adolescentes que ahora inician el viaje americano, Baird, que se parece a George Clooney y que se curti¨® en misiones que lo llevaron a Irak o a Afganist¨¢n, se fijaba en los chicos como si ¨¦l mismo se hubiera contagiado de sus miradas. Su colaboradora Mar¨ªa D¨ªaz, espa?ola, int¨¦rprete, dec¨ªa ayer sobre la experiencia de verlos descender del avi¨®n cuando ven¨ªan a Rota: ¡°Me cost¨® mirarlos. Me sent¨ªa como no digna de hacerlo, avergonzada de mi afortunada vida frente a la desgracia de ellos¡±.
A su lado se oy¨® decir: ¡°El dolor de su tristeza golpea nuestra conciencia¡±.
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