La Reina se construye una agenda propia
La Constituci¨®n solo dice lo que no puede hacer la esposa del jefe del Estado. Lo que puede hacer hay que inventarlo
Los servicios de prensa de la Casa del Rey no informan de los vestidos que luce la Reina. Saben que a ella no le gusta que la ropa que viste eclipse el trabajo que realiza. Tampoco hace falta. Las firmas de moda se ocupan de que se sepa en cuanto se pone uno de sus modelos, del que se agotan r¨¢pidamente las existencias. La Zarzuela es consciente del dinero que mueve la imagen de do?a Letizia y solo informa de su atuendo cuando est¨¢ vinculado a alguna iniciativa a promocionar, como la APRAM (Asociaci¨®n de Prevenci¨®n, Reinserci¨®n y Atenci¨®n a la Mujer Prostituida). Cuando, en palabras de un responsable de la casa, ¡°la ropa es el mensaje¡±. Como esta semana en Paraguay.
La Constituci¨®n espa?ola dedica un art¨ªculo al papel de la Reina consorte, el 58, y lo ¨²nico que dice es lo que no puede hacer: ¡°No podr¨¢ asumir funciones constitucionales, salvo lo dispuesto para la Regencia¡±; es decir, la posibilidad de sustituir al Rey en caso de fallecimiento de este durante la minor¨ªa de edad de la Princesa de Asturias.
En Espa?a no existe el estatuto de primera dama, por lo que la esposa del jefe del Estado debe inventarse su oficio. Do?a Letizia ha heredado de la reina Sof¨ªa la presidencia de honor de varias ONG (Cruz Roja, Unicef, FAD), ha aceptado cargos representativos en algunas (como la FAO) y se ha implicado en otras sin asumir ning¨²n puesto (como la Federaci¨®n Espa?ola de Enfermedades Raras). Cuenta para sus actividades, unas 200 al a?o (la mayor¨ªa compartidas con el Rey), con una reducida secretar¨ªa, que dirige el general de divisi¨®n Jos¨¦ Manuel Zuleta, aunque se apoya en el aparato de protocolo, seguridad o prensa de la Casa Real. Adem¨¢s, recibe una asignaci¨®n de 163.000 euros anuales, que le otorga el Rey.
A do?a Letizia, seg¨²n sus colaboradores, no le gustan los cargos decorativos. Aunque la fuente no sea muy imparcial, est¨¢ claro que su car¨¢cter encaja mal con un papel meramente ornamental. Basta observarla para comprobar que, cada vez puede, pregunta, indaga, comenta. Habla con las manos tanto como con los labios y, a sus 49 a?os y siete de reinado consorte, no ha perdido la pasi¨®n, aunque ha ganado en seguridad y contenci¨®n.
¡°Desde que en 2017 se firm¨® el pacto de Estado contra la Violencia de G¨¦nero¡±, subrayan fuentes de La Zarzuela, la Reina se ha implicado personalmente en la lucha contra esta lacra y ha participado en 110 actividades relacionadas con la misma. La fecha es importante porque la Reina no puede apoyar iniciativas que no susciten consenso pol¨ªtico. El problema es que desde entonces ha irrumpido un partido que rompe ese consenso. Y no solo ese: Vox tambi¨¦n se desmarca de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, que gu¨ªan la ayuda humanitaria espa?ola.
La Reina sube sin maquillar y con un jersey amplio y c¨®modo al avi¨®n A330 que el martes 2 de noviembre la lleva a Paraguay. Los viajes internacionales de cooperaci¨®n son la parte m¨¢s visible de su agenda propia y ya es el sexto que realiza desde la entronizaci¨®n de Felipe VI. Son 14 horas de vuelo y lleva como lectura un informe de la APRAM sobre las redes de trata. Uno de cada cinco embarazos en el pa¨ªs sudamericano es de menores de 15 a?os y cada d¨ªa se presentan siete denuncias por abusos sexuales infantiles, la mayor¨ªa por parte de parientes. En el origen del problema hay una instituci¨®n ancestral, el criadazgo: familias rurales entregan sus hijas a hogares acomodados que les dan techo, comida y escuela a cambio de servicio dom¨¦stico, explica An¨ªbal Cabrera, de la Coordinadora de los Derechos de la Infancia y la Adolescencia, tras conversar con la Reina. Muchas acaban siendo v¨ªctimas de trabajo esclavo y abusos sexuales y resultan presa f¨¢cil para las redes de trata. Sus tent¨¢culos llegan hasta Espa?a: la Operaci¨®n Apia, entre las polic¨ªas de los dos pa¨ªses, desarticul¨® en octubre una banda de proxenetas que traficaba con adolescentes.
En Asunci¨®n, do?a Letizia es recibida a pie escalerilla por la primera dama, Silvana Abdo. La Reina baja del avi¨®n con pantal¨®n, camisa blanca y el chaleco rojo de la cooperaci¨®n espa?ola. Al d¨ªa siguiente, la diputada Celeste Amarilla, del Partido Liberal, en la oposici¨®n, carga en el Parlamento contra el atuendo de la ¡°periodista devenida en Reina¡±. ¡°Merec¨ªamos uno de los vestidos que usted guarda en su cl¨®set, no el chaleco que usan su guardia y su secretaria¡±, le reprocha. Uniformes Fabricato, una pyme paraguaya a la que la cooperaci¨®n espa?ola encarg¨® los chalecos, sale en defensa de su producto y de quien lo porta.
En menos de 48 horas, la Reina visita la Oficina T¨¦cnica de Cooperaci¨®n en Asunci¨®n, el centro de atenci¨®n integral de la mujer en Encarnaci¨®n (que facilita diagn¨®stico precoz de c¨¢ncer de mama y ¨²tero), la escuela taller de la misma ciudad, las misiones jesu¨ªticas de Trinidad del Paran¨¢ y Jes¨²s de Tavarang¨¹¨¦, el centro cultural Juan de Salazar y el Centro de Atenci¨®n Familiar del Ba?ado Sur, todos ellos con financiaci¨®n espa?ola.
Aunque no use esa palabra, la mayor¨ªa de las iniciativas patrocinadas por la Reina tienen cariz feminista: se trata de fortalecer a las mujeres para que no sean presa vulnerable de la violencia de g¨¦nero en sus m¨²ltiples formas: agresi¨®n f¨ªsica o psicol¨®gica, abusos sexuales, esclavitud laboral o prostituci¨®n.
El Ba?ado Sur, que se inunda peri¨®dicamente con las crecidas del r¨ªo Paraguay, es uno de los barrios m¨¢s miserables de Asunci¨®n. Muchos de sus 25.000 habitantes viven del gigantesco vertedero que tienen por vecino. Algunos con creatividad, como las nueve mujeres que trabajan en el taller Cateura, que no solo comparte nombre con el basurero sino que aprovecha sus deshechos para producir joyas. La Reina y la primera dama paraguaya se llevan dos collares hechos de lat¨®n, cable y cobre reciclados.
En la Escuela Taller, do?a Letizia interroga a Jessica y Majali, dos chicas de 19 y 21 a?os que dejaron la escuela y hacen un curso de cocina para colocarse en el sector tur¨ªstico. ¡°Es muy humilde¡±, dice Jessica. ¡°Y muy amable¡±, apostilla su compa?era, sorprendida de que una Reina se haya metido hasta la cocina donde aprenden a preparar unas tortas de ma¨ªz. Al despedirse, do?a Letizia les dice: ¡°La cooperaci¨®n espa?ola va a seguir aqu¨ª y no os va a abandonar¡±. No es una promesa, que la Reina no puede hacer, sino una noticia. A su lado, la secretaria de Estado de Cooperaci¨®n Internacional, Pilar Cancela, asiente.
El viaje acaba con un almuerzo en el palacio presidencial. Contra lo que muchos esperan, la Reina acude con el chaleco de cooperante. Nadie la fotografiar¨¢ en Paraguay con otro atuendo que no sea el uniforme del trabajo que ha venido a hacer. Por su parte, la firma paraguaya ha multiplicado en pocos d¨ªas las ventas de una prenda, seg¨²n su publicidad, ¡°ideal para guardias, secretarias y reinas¡±.
El viaje real desbloquea un cr¨¦dito de 175 millones
El viaje de la Reina ha ayudado a desbloquear un cr¨¦dito de m¨¢s de 175 millones de d¨®lares (de los que 105 ser¨¢n aportados por el Banco Interamericano de Desarrollo y 10 por la UE) para acometer obras de alcantarillado y saneamiento en la cuenca del Lambar¨¦, en los suburbios de Asunci¨®n, lo que beneficiar¨¢ a una poblaci¨®n de medio mill¨®n de personas. El cr¨¦dito del Fonprode (Fondo para la Promoci¨®n del Desarrollo) espa?ol, por 60 millones, est¨¢ aprobado desde octubre del 2020, pero el Gobierno paraguayo no ha dado luz verde hasta ahora por su temor a endeudarse aunque sea a un tipo de inter¨¦s muy bajo. Paraguay ronda los 5.000 d¨®lares de renta 'per capita' (con una desigualdad social abismal), lo que le ha convertido en un pa¨ªs de renta media y ha ahuyentado a muchos donantes, como Alemania. Espa?a, que ha destinado 300 millones de euros al pa¨ªs en los ¨²ltimos 30 a?os, se ha comprometido a invertir 142 millones en el actual marco de asociaci¨®n 2020-2023, aunque la ayuda va girando cada vez m¨¢s desde las donaciones a los cr¨¦ditos, lo que supone un cambio de paradigma.
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