La ruta migratoria a Francia v¨ªa Irun se intensifica
La llegada de migrantes a la frontera en 2021 se duplica en solo dos a?os mientras la polic¨ªa francesa endurece el control
La historia de Yos Khartoum est¨¢ marcada por la desesperaci¨®n y la mala suerte. La fatalidad ha vuelto a cebarse con ¨¦l esta semana pasada. Yos se encuentra ingresado en el Hospital del Bidasoa, en Irun (Gipuzkoa) tras ser operado de una fractura del f¨¦mur. Este sudan¨¦s de 20 a?os lleva recorridos m¨¢s de 6.000 kil¨®metros desde que decidi¨® abandonar su pa¨ªs y se propuso llegar al Reino Unido. No lo ha conseguido. El pasado viernes se rompi¨® la pierna cuando escapaba de la Polic¨ªa francesa. La afluencia de migrantes, la gran mayor¨ªa subsaharianos, no para de crecer en este paso. Las desgracias humanas, tambi¨¦n: el a?o pasado murieron en la localidad siete personas en tr¨¢nsito. Esto no parece asustarle a Ousmane, maliense de 21 a?os: ¡°Tengo que pasar a Francia. No s¨¦ c¨®mo voy a hacerlo, pero all¨¢ voy. Quiz¨¢s de noche¡±.
Ousmane, Adou (este de Guinea-Conakry), y otros siete j¨®venes africanos han pasado la ¨²ltima noche en Hilanderas de Irun, un centro temporal de atenci¨®n humanitaria que gestiona la Cruz Roja. En este alojamiento pernoctaron el a?o pasado 8.115 migrantes, la cifra m¨¢s alta de los ¨²ltimos a?os. En 2020 fueron menos (3.493 por el confinamiento general) y un a?o antes 4.244. Josune Mendigutxia, voluntaria de la red de acogida de Irun (Irungo Harrera Sarea), asegura que la situaci¨®n que viven estas personas es ¡°cada vez m¨¢s precaria y peligrosa¡±: ¡°Llegan aqu¨ª con mucha ansiedad porque ven que Francia est¨¢ ah¨ª, muy cerca, y quieren llegar a toda costa, pero no encuentran una forma segura de pasar. Lo peor es que no son conscientes del riesgo al que se exponen¡±.
Este es el caso de Yos Khartoum, el herido. Corr¨ªa desconsolado por las v¨ªas del tren para evitar ser atrapado por los gendarmes y se rompi¨® la pierna en una aparatosa ca¨ªda. Al joven ya le hab¨ªan dado el alto en otras tres ocasiones cuando trataba de cruzar el puente que hace frontera y da acceso a la localidad francesa de Hendaya. Su periplo comenz¨® cuando sali¨® de su pa¨ªs y atraves¨® medio continente hasta llegar a Melilla. All¨ª salt¨® la valla y pudo reanudar una traves¨ªa que le llev¨® al puerto de Calais (Francia), a las puertas de su destino. ¡°En Calais fue detenido¡±, cuenta Mendigutxia, ¡°y devuelto a las autoridades espa?olas. Desde Madrid tuvo que volver a hacer la ruta hasta aqu¨ª y ahora est¨¢ hospitalizado, asustado, con un pron¨®stico de unos tres meses de recuperaci¨®n por delante¡±.
Este pasado domingo lleg¨® otro joven de origen africano en un estado ¡°muy perjudicado¡±, cuenta la voluntaria. Lo trajeron en brazos entre varios porque no ¨¦l pod¨ªa sostenerse de pie. Necesit¨® una transfusi¨®n de sangre y est¨¢ ingresado en la planta covid del mismo centro sanitario tras dar positivo. Dramas como este se suceden casi todos los d¨ªas. Iker Barbero, profesor de Derecho de la Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV) e investigador principal del proyecto Transiteus sobre acogida de migrantes en tr¨¢nsito en Euskadi, achaca esta situaci¨®n a ¡°los controles cada vez m¨¢s f¨¦rreos que est¨¢ aplicando Francia en su frontera¡±. ¡°Lejos de estar justificados por motivos de la pandemia o por la amenaza terrorista¡±, a?ade, ¡°la actuaci¨®n policial tiene un marcado perfil racista porque solo se practica contra los negros y los ¨¢rabes¡±.
Xabier Legarreta, director de Migraci¨®n y Asilo del Gobierno vasco, incide en lo mismo: ¡°Est¨¢n haciendo devoluciones en caliente a plena luz del d¨ªa. El control es selectivo y va dirigido contra el mismo perfil de personas: los negros. Esto contraviene las normativas comunitarias que permiten la libre circulaci¨®n de ciudadanos desde que en 1985 se cre¨® el espacio Schengen¡±. La actuaci¨®n policial al otro lado de la muga, incide Legarreta, no discrimina si los interceptados son madres con beb¨¦s en brazos o menores.
Ante la presi¨®n creciente que ejercen los gendarmes, los migrantes tratan de localizar cualquier rendija para burlar su vigilancia. Lo intentan cruzando los puentes, pasar escondidos en autobuses, trenes o coches particulares, exploran v¨ªas clandestinas por el monte o incluso se atreven a atravesar a nado el r¨ªo Bidasoa. De los siete fallecidos en 2021, cuatro se produjeron en Irun y, de estos, tres fatalmente atrapados por las aguas del r¨ªo. Los miembros de la red de acogida de Ir¨²n ya les advierten a todos: ¡°Hay que ser un nadador experto para alcanzar la otra orilla. No lo intent¨¦is¡±. Otros prefieren ponerse en manos de ¡°pasantes¡±, que se aprovechan de la desesperaci¨®n de estas personas para ¡°hacer un negocio redondo¡±, dice Jon Aranguren, de Irungo Harrera Sarea. Ya son varios los detenidos por este tipo de pr¨¢cticas. ¡°Les cobran 150 euros a cada uno por pasarles en coche, o 10 euros por acompa?arles hasta la orilla del r¨ªo, cuando no les roban¡±, a?ade Aranguren.
Todos los d¨ªas, en la explanada del Ayuntamiento, los voluntarios re¨²nen a los extranjeros para explicarles todos estos pormenores. Les dan informaci¨®n, consejos para seguir su ruta hacia Francia y, sobre todo, ¡°soporte afectivo¡±. El soporte vital (comida, cama y wifi) lo obtienen en el centro de la Cruz Roja, que sigue un programa financiado por el Ministerio de Inclusi¨®n, Seguridad Social y Migraciones. A los que se presentan con poca ropa, se les ofrecen pantalones o chaquetas. Y si el recurso de acogida est¨¢ completo, se les brinda la opci¨®n de ir a una pensi¨®n o dormir en tiendas de campa?a. A Ir¨²n llegan todos los d¨ªas una media de 10 o 12 personas, aunque ha habido d¨ªas que se han superado el centenar.
El Gobierno aut¨®nomo espera que la afluencia de migrantes se intensifique: ¡°El tr¨¢nsito est¨¢ creciendo de forma considerable. La experiencia nos dice que en funci¨®n de las salidas que se producen en las islas Canarias se convierte a los dos meses en una mayor llegada de personas a la frontera de Irun¡±, expone Legarreta. Por eso, Euskadi y Canarias estrecharon el a?o pasado las v¨ªas de colaboraci¨®n para atender de forma coordinada este fen¨®meno. Legarreta se queja de ¡°la negativa del Ministerio de Migraciones a convocar la comisi¨®n interterritorial para pol¨ªticas migratorias, que no se ha reunido desde 2018 pese a que lo hemos pedido de forma insistente¡±.
Mientras, polic¨ªas franceses y migrantes siguen jugando al gato y al rat¨®n. Todos los consultados coinciden en que esta din¨¢mica puede complicarse con una mayor tensi¨®n en la frontera ante la cercan¨ªa de las elecciones presidenciales previstas en Francia en abril de este a?o. Aranguren pronostica ¡°m¨¢s desgracias¡± estos primeros meses del a?o. Por eso, pide a las administraciones concernidas que ¡°no sean miserables y dejen de colaborar en el sufrimiento de estas personas. Es una cuesti¨®n de humanidad¡±.
El alcalde de Ir¨²n, Jos¨¦ Antonio Santano, sostiene que la actitud de la polic¨ªa francesa est¨¢ ¡°poniendo trabas¡± a personas que solo buscan una vida mejor. Est¨¢ ¡°muy preocupado¡± por el cariz que est¨¢ tomando la situaci¨®n y lamenta que esto est¨¦ sucediendo ¡°en una Uni¨®n Europea que debe velar por unos valores humanitarios¡±. ¡°Me da mucha pena que el r¨ªo Bidasoa se est¨¦ convirtiendo en una trampa mortal para estas personas, cuando para nosotros es un r¨ªo que da vida urbana¡±, dice.
La soluci¨®n a esta problem¨¢tica, apunta el profesor Barbero, es que ¡°Francia levante los controles¡± que ha impuesto y, adem¨¢s el ministerio ¡°ofrezca a estas personas mecanismos de acogida para quienes quieren quedarse¡± en Espa?a. Si no se llega a tanto, propone que ¡°al menos se les entregue un documento que les habilite para acogerse a los derechos que les asisten y a buscar un trabajo¡±, una suerte de ¡°irregularidad tolerada¡± que Alemania ya ha puesto en marcha.
Hay ocasiones en las que la perseverancia tiene su recompensa y un final feliz. Los voluntarios de la acogida suelen quedarse con el contacto de los migrantes y hacen un seguimiento de sus andanzas. El guineano Boubacar fue uno de los primeros que fue atendido en Irun en julio de 2018. Tres a?os despu¨¦s, logr¨® regularizar su situaci¨®n tras encontrar trabajo en Francia. El a?o pasado cumpli¨® su promesa y deshizo el camino recorrido para reencontrarse con los responsables de Irungo Harrera Sarea y agradecerles el trato que recibi¨® cuando estaba en la misma situaci¨®n desesperada que viven hoy Yos, Ousmane, Adou y tantos otros.
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