El diputado Casero vuelve a tropezar en la misma tecla
El parlamentario del PP se equivoca muy poco, pero sus errores se han hecho c¨¦lebres. Portavoces como Patxi L¨®pez o Espinosa de los Monteros han cometido deslices similares. El l¨ªder del PCE vot¨® a favor de enviar m¨¢s armas a Ucrania
Entre el 3 de febrero ¨²ltimo y el pasado jueves, el diputado del PP Alberto Casero hab¨ªa apretado un millar de veces las teclas de votaci¨®n en el Congreso y no se hab¨ªa equivocado ni una sola. A algunos les parecer¨¢ poca cosa, pero no pueden decir lo mismo ni la presidenta de la C¨¢mara, Meritxell Batet, ni los portavoces del PSOE, Patxi L¨®pez, y del propio PP, Cuca Gamarra, ni la vicepresidenta Yolanda D¨ªaz y varios ministros, ni tampoco los l¨ªderes de Vox, Santiago Abascal, y Ciudadanos, In¨¦s Arrimadas, entre otros much¨ªsimos. Todos ellos forman parte de la legi¨®n de 210 parlamentarios que han cometido alg¨²n error al votar en los siete meses y medio transcurridos desde que Casero se lanz¨® involuntariamente a la fama tras facilitar con un desliz suyo que el Gobierno aprobase por la m¨ªnima la reforma laboral.
Desde ese d¨ªa, las cosas no le han podido ir peor al diputado. A las burlas de las redes sociales le sigui¨® la ca¨ªda de su gran valedor, el hasta hace unos meses secretario general del PP, Teodoro Garc¨ªa Egea, que dej¨® a Casero sin su cargo de responsable de organizaci¨®n del partido. Y ahora lo ronda la amenaza del banquillo: el Tribunal Supremo ha pedido juzgarlo por los presuntos delitos de prevaricaci¨®n y malversaci¨®n en la adjudicaci¨®n de contratos cuando era alcalde de Trujillo (C¨¢ceres).
Pero en el Congreso no hab¨ªa vuelto a dar la nota disonante. Casero logr¨® salir inc¨®lume de terribles jornadas en las que se votan hasta 300 resoluciones, esos d¨ªas en que el hemiciclo se enfrenta a un laberinto inextricable de enmiendas o de mociones cuyos textos se trocean para someter casi cada coma al refrendo de la C¨¢mara. Jornadas en las que, en medio de la desorientaci¨®n general, es posible que un diputado deje de apoyar una enmienda que lleva su nombre en el enunciado, como le ha ocurrido en estos meses a ??igo Errej¨®n, de M¨¢s Pa¨ªs, o a M¨ªriam Nogueras, de Junts. En el fragor de esas votaciones interminables se perdieron el propio Garc¨ªa Egea, que desenfoc¨® el tiro en 11 ocasiones desde febrero, las mismas que otro diputado popular, Juan Jos¨¦ Matar¨ª, quien colecciona ya 56 pifias en menos de tres a?os de legislatura. Casero, no. El hombre al que le hab¨ªan llovido las chanzas por su impremeditado favor al Gobierno con la reforma laboral parec¨ªa haberse vuelto infalible. Hasta el pasado jueves.
El Congreso ha recuperado temporalmente el voto telem¨¢tico mientras se hacen reparaciones en el sistema electr¨®nico dispuesto en el sal¨®n de plenos. La del jueves era otra vez la votaci¨®n electr¨®nica a distancia, la misma en la que se inmol¨® el diputado extreme?o aquella tarde de febrero. Casero, seg¨²n explic¨® a su grupo, se confi¨® al enfrentarse a una serie de enmiendas que el PP apoyaba. Le fue dando al bot¨®n del s¨ª y no se detuvo cuando lleg¨® al siguiente punto del orden del d¨ªa: la creaci¨®n de una comisi¨®n para investigar los audios que arrojan nuevas sospechas de corrupci¨®n sobre el entorno de Mariano Rajoy. Casero lo hab¨ªa vuelto a hacer: votar contra su partido. Las gracias apenas tardaron unos minutos en chisporrotear de nuevo en las redes sociales. Esta vez Casero ya no se escud¨®, como hace siete meses, en un fantasmag¨®rico error inform¨¢tico, alegado tambi¨¦n por su partido para llevar el asunto al Tribunal Constitucional. Ahora Casero ya solo pod¨ªa entonar el mea culpa.
Solo seis errores
Desde el comienzo de la legislatura, Casero solo se ha equivocado en seis ocasiones, cuando un compa?ero suyo, Celso Delgado, contabiliza ya 70 y hay una decena de parlamentarios que superan las 40. Los momentos en que han coincidido sus fallos, en votaciones aparentemente sencillas, le han convertido en el paradigma del diputado torpe, aunque las cifras no avalen tal cosa. Desde lo de la reforma laboral, se le mira con lupa y su desliz del pasado jueves tuvo una repercusi¨®n que no alcanzaron otros.
Lo de votar contra tu propio partido o contra las posiciones que defiende es mucho m¨¢s habitual de lo que parece. Algunos ejemplos, solo desde febrero: Iv¨¢n Espinosa de los Monteros, portavoz de Vox, respald¨® parte de una moci¨®n de ERC que ped¨ªa, entre otras cosas, poner fin a los procesos judiciales contra independentistas; del otro lado, Montse Bassa, de Esquerra, aprob¨® un texto del PP contra el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que le reprochaba haber retirado a la Polic¨ªa de Catalu?a para no actuar contra ¡°el separatismo¡±; Enrique Santiago, secretario general del PCE, vot¨® a favor de enviar m¨¢s armas a Ucrania, y Patxi L¨®pez, en contra de incrementar el presupuesto de Defensa; la socialista Beatriz Carrillo apoy¨® otra resoluci¨®n que criticaba el giro del Gobierno a la pol¨ªtica sobre el S¨¢hara Occidental ... Y la lista podr¨ªa continuar.
Tras el episodio de la reforma laboral, este peri¨®dico analiz¨® 2.917 votaciones en el Congreso en esta legislatura y detect¨® 1.789 errores, 0,6 de promedio por cada una. La proporci¨®n se mantiene casi inalterable desde entonces. En los ¨²ltimos siete meses, se han revisado otras 1.016 votaciones y las pifias suman 634. Y eso que todav¨ªa no ha llegado el debate de Presupuestos, en el que los cientos de enmiendas descolocan con frecuencia a los parlamentarios.
El PP es, con diferencia, el partido que m¨¢s patina. EL PA?S le ha detectado 791 deslices, m¨¢s del triple de los 229 del PSOE. Pero la fama le ha ca¨ªdo encima como una cruz a Casero, parte ya del folclore nacional de las redes sociales.
Criticar en la oposici¨®n lo que haces en el Gobierno
Adriana Lastra destilaba indignación en febrero de 2019. La entonces portavoz parlamentaria de los socialistas anunció un recurso al Tribunal Constitucional por lo que consideraba un “abuso fraudulento” por parte de la Mesa del Congreso, controlada por PP y Ciudadanos, para congelar iniciativas legislativas admitidas a trámite en el pleno. El truco consistía en aprovechar las funciones que tiene asignadas el órgano de gobierno de la Cámara para ampliar indefinidamente el plazo de presentación de enmiendas a un texto determinado y de ese modo paralizar en la práctica su tramitación. Lastra denunciaba que 50 iniciativas legislativas estaban en un cajón.
Han pasado tres años y medio, el PSOE está al frente del Congreso y el PP en la oposición, y ahora son los socialistas —con el apoyo de Unidas Podemos en la Mesa— quienes han abrazado la misma práctica y los populares quienes ponen el grito en el cielo. El PP ya ha presentado varios escritos de protesta ante la Mesa y amenaza con acudir al Constitucional, que no se ha pronunciado desde que el PSOE llevó allí el asunto en 2019.
Los populares vinculan esta práctica con otra que reprochan —como varios otros grupos— al Gobierno: el uso continuado de decretos leyes, hasta casi 130 esta legislatura. El PP arguye que el Ejecutivo está “usurpando” las funciones del Parlamento. El Gobierno legisla mediante decretos leyes, que obtienen el refrendo del Congreso, a menudo con la promesa de tramitarlos como proyectos de ley, lo que abre la puerta a que los grupos introduzacan modificaciones. Luego, se amplía una vez tras otra el plazo de enmiendas y los textos se empantanan. Los populares han contabilizado al menos 21 proyectos en esta situación.
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