El peligro de patrimonializar una ley
Las leyes con perspectiva feminista no pueden pensarse como el fruto de una guerra de g¨¦nero, sino de c¨®mo queremos construir un futuro compartido
El alud de testimonios que en los ¨²ltimos a?os ha sacudido a la opini¨®n p¨²blica ha servido para empezar a tomar conciencia de que nuestra sociedad amparaba la cultura de la violencia y el acoso sexual. Desde entonces y desde muchos ¨¢mbitos se han desafiado representaciones denigrantes de la mujer, se ha hablado del deseo femenino sin dominaci¨®n y se han contestado estereotipos que negaban su autonom¨ªa y su subjetividad. Y s¨ª: por fin se lleg¨® al ¨¢mbito del derecho.
Sucedi¨® entonces que uno de los problemas m¨¢s viejos de la historia, la consideraci¨®n de la mujer como un simple objeto para el placer masculino, se situ¨® en la conciencia p¨²blica, para reivindicar, desde el derecho y la pol¨ªtica, un tratamiento penal m¨¢s ajustado y apropiado para la agresi¨®n sexual. ¡°La decencia y la justicia elemental de nuestra sociedad dependen de que se sepa atender esa reivindicaci¨®n¡±, escribe la pensadora Martha Nussbaum, en un libro, Ciudadelas de la soberbia, donde nos habla de las estructuras institucionales y jerarqu¨ªas de poder en las que muchos hombres se parapetan para actuar con impunidad o no cambiar nada. Por supuesto que la mayor¨ªa no se comporta as¨ª, pero s¨ª se beneficia de todo un sistema nocivo en el que las mujeres tienen sus derechos mermados. Por eso es fundamental conseguir su implicaci¨®n en estos cambios y hacerlo con pedagog¨ªa.
Conocemos la reacci¨®n de temor e ira de muchos hombres ante los avances feministas, el peligro de la explosi¨®n de emociones punitivas que puede provocar el tono revanchista e incluso triunfalista utilizado en el proceso de elaboraci¨®n o aprobaci¨®n de una ley que sirve para hacernos mejores a todos. Conocemos el riesgo de complacernos en el castigo, de ensa?arnos con el dolor retrospectivo antes que mirar con responsabilidad al futuro. Y sabemos que ¡°la ley solo cumple su labor cuando la gente la entiende¡±, como se?ala Nussbaum. Los casos concretos tienen un papel fundamental en la creaci¨®n y evoluci¨®n de las mismas. Pero ¨¦stas deben representarnos a todos. Si una ley se identifica con tanta vehemencia con la figura de una Ministra, es normal que si tiene fallas, todas las cr¨ªticas recaigan sobre ella. La ley est¨¢ por encima de quien la impulsa porque, en el fondo, es la expresi¨®n de un proceso complejo de reconciliaci¨®n. Entonces su eficacia es mayor. Por eso el m¨¦todo importa: la escucha, la pedagog¨ªa, la calma, la implicaci¨®n del Parlamento y otros actores institucionales y pol¨ªticos, el trabajo constructivo y el respeto. Todos estos elementos no casan bien con llamar machistas a los jueces cuando se ostenta un cargo gubernamental, o con pensar que cada cr¨ªtica o enmienda constituye un ataque.
Los jueces est¨¢n obligados a defender el principio de retroactividad favorable de las normas penales. Pero la revisi¨®n no supone una rebaja autom¨¢tica de las penas sin m¨¢s: habr¨¢ que individualizar cada uno de los casos y valorar qu¨¦ pena corresponder¨ªa hoy con la nueva reconfiguraci¨®n del delito. Porque no se trata solamente de una nueva pena para un delito que ya exist¨ªa, sino de la formulaci¨®n de un delito nuevo de agresi¨®n sexual que incluye abuso y agresi¨®n. Y de cara al futuro lo m¨¢s importante es que todos entendamos que las leyes con perspectiva feminista no pueden pensarse como el fruto de una guerra de g¨¦nero, sino de c¨®mo queremos construir un futuro compartido.
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