Enrique de Castro: m¨¢s de 50 a?os de constante lucha contra la exclusi¨®n
El sacerdote, fallecido el pasado mi¨¦rcoles en Madrid, ayud¨® por igual a toxic¨®manos, extranjeros sin arraigo y personas sin recursos

Hace unos d¨ªas falleci¨® Enrique de Castro. Su trayectoria personal y profesional merece ser recordada. Los medios de comunicaci¨®n ya se han hecho eco de su trabajo de m¨¢s de 50 a?os como cura y de su constante lucha contra la exclusi¨®n. Una de las actividades en las que destac¨® fue su acogida y acompa?amiento a las personas en prisi¨®n.
El destino quiso que nuestras vidas se entrecruzaran una madrugada del mes de julio de 1984 en el juzgado de guardia de Madrid, cuando un joven cura llamado Enrique de Castro junto con el Padre Llanos presentaban un habeas corpus para garantizar los derechos de unos j¨®venes que hab¨ªan sido detenidos en el barrio de Vallecas.
Desde ese momento, por mi trabajo en el Defensor del Pueblo, despu¨¦s como magistrado y ahora como secretario general de Instituciones Penitenciarias, tuve la oportunidad de tratar en muchas ocasiones con Enrique y conocer su compromiso e inter¨¦s por los m¨¢s necesitados.
Una de sus contribuciones m¨¢s relevantes para la reinserci¨®n de las personas privadas de libertad fue la gesti¨®n de dos viviendas en las que com¨ªan y pernoctaban 15 j¨®venes. Enrique no hac¨ªa ninguna discriminaci¨®n, por all¨ª pasaron toxic¨®manos, extranjeros sin arraigo o personas sin recursos.
Tres d¨ªas antes de su fallecimiento, a trav¨¦s de uno de sus colaboradores, me lleg¨® un ¨²ltimo deseo de Enrique: quer¨ªa despedirse de un interno que padec¨ªa una enfermedad grave y de dif¨ªcil curaci¨®n. Su preocupaci¨®n se centraba en que hab¨ªan pasado ya algunas semanas desde que se hab¨ªa solicitado su puesta en libertad y esta no llegaba. Lamentablemente, los tr¨¢mites imprescindibles y las comprobaciones necesarias impidieron que pudiera despedirse de esta persona.
Estoy seguro de que durante estos d¨ªas habr¨¢ muchos testimonios y actos de reconocimiento hacia su persona, ya que su compromiso con los excluidos dentro de los m¨¢s excluidos merece ser destacado. Madres contra la Droga, Traperos de Ema¨²s, Alucinos La Salle o Fundaci¨®n Ra¨ªces son algunas de las entidades que nacieron y se consolidaron gracias a su buen hacer. Todas ellas surgieron en el entorno de la parroquia de San Carlos Borromeo, donde, durante muchos a?os, se celebraron asambleas nocturnas en las que madres que hab¨ªan perdido a sus hijos por la droga, insumisos, expresidiarios y vecinos de Entrev¨ªas debat¨ªan sobre su deseo de conseguir un mundo mejor y m¨¢s justo.
El 10 de abril de 2007, con ocasi¨®n del conflicto que se gener¨® en esa parroquia, tuve la oportunidad de dejar constancia de una serie de vivencias con ¨¦l, en un art¨ªculo publicado en este mismo peri¨®dico.
Pero lo importante no es solo lo que hizo en vida, sino el legado que ha dejado para el futuro. Gracias, Enrique, por tu entrega desinteresada a los marginados. Ojal¨¢ permanezcas vivo en la memoria de todos los que te acompa?aron en tu d¨ªa a d¨ªa, pues no muere quien permanece vivo en nuestros corazones.
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