Dos historias de la tragedia de Melilla a un lado y otro de la frontera: ¡°Si creyese que Espa?a nunca me va a dar asilo, volver¨ªa a saltar la valla¡±
Basir, el refugiado sudan¨¦s que ha solicitado protecci¨®n internacional en Espa?a desde la Embajada en Rabat, dirige una carta abierta al presidente del Gobierno para que se agilice su caso. Outhman, ya con estatus de refugiado y en M¨¢laga, recuerda la tragedia: ¡°Mi mejor amigo muri¨® aplastado¡±
Hace un a?o 1.700 personas ¡ªla gran mayor¨ªa refugiados sudaneses¡ª trataron de cruzar de Marruecos a Espa?a por el puesto fronterizo del Barrio Chino. De ellas, murieron 37 individuos y otros 76 siguen desaparecidos, seg¨²n investigaciones extraoficiales de ONG, entre ellas Amnist¨ªa Internacional. Un a?o despu¨¦s de la tragedia, Rabat no ha actualizado el n¨²mero de muertos que fij¨® en 23, a pesar de las denuncias de decenas de familias que no volvieron a saber de sus seres queridos despu¨¦s de aquel 24 de junio. El suceso, que se recordar¨¢ por la brutalidad ejercida por los agentes marroqu¨ªes que apalearon a los participantes del salto y dejaron amontonados a los heridos durante horas, ha quedado registrado como uno de los m¨¢s tr¨¢gicos en una frontera terrestre europea, pero ni Marruecos ni Espa?a han asumido responsabilidades por las muertes.
Ante el reproche de que las autoridades espa?olas podr¨ªan haber evitado las muertes o socorrido a los heridos de un apelotonamiento que acab¨® siendo mortal, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, defendi¨® la actuaci¨®n ante un ¡°ataque violento¡± y sostuvo que ning¨²n ¡°hecho tr¨¢gico¡± hab¨ªa ocurrido en territorio nacional. As¨ª lo mantiene hasta hoy, a pesar de que una investigaci¨®n de EL PA?S con Lighthouse Reports, as¨ª como la BBC, revel¨® las pruebas que apuntaron a la muerte de al menos una persona en suelo espa?ol. La Fiscal¨ªa archiv¨® la causa porque no vio indicios de delito e incluso respald¨® las 470 devoluciones en caliente que se realizaron. Mientras, el Defensor del Pueblo mantiene que las expulsiones fueron ilegales. Las autoridades marroqu¨ªes, por su parte, equipararon a los refugiados con milicianos, y defendieron la actuaci¨®n de sus guardias en la frontera hasta en la ONU. No hubo una investigaci¨®n oficial independiente.
Un a?o despu¨¦s, dos de los supervivientes, uno a¨²n en Marruecos y otro ya en Espa?a, cuentan sus recuerdos y su historia en el primer aniversario de la tragedia, mientras decenas de colectivos siguen reclamando justicia.
Basir (nombre ficticio para proteger su identidad) acababa de cumplir los 25 a?os el pasado diciembre, cuando sent¨® un precedente al solicitar protecci¨®n internacional en Espa?a, previa a la petici¨®n oficial de asilo, en la Embajada en Rabat. Llevaba ya una d¨¦cada huyendo de la muerte y casi un lustro de ¨¦xodo por los desiertos norteafricanos. Entonces su voz temblaba al expresarse ante abogados y periodistas tras poner a prueba la legislaci¨®n espa?ola. Seis meses despu¨¦s, el refugiado sudan¨¦s habla con aplomo en ingl¨¦s sobre ley internacional en un lugar seguro de Marruecos, donde permanece varado desde julio de 2021 en su ruta de escape hacia Europa.
Hace un a?o, toc¨® durante unos minutos la tierra de promisi¨®n en Melilla, en el tr¨¢gico asalto a la valla fronteriza que se cobr¨® al menos 23 vidas de subsaharianos, antes de que la polic¨ªa espa?ola lo interceptara y los agentes marroqu¨ªes lo arrojaran sobre un mont¨®n de cuerpos en la explanada del paso del Barrio Chino. ¡°Yo estuve all¨ª. El 24 de junio del a?o pasado atraves¨¦ la frontera, entr¨¦ en Melilla. Los guardias me devolvieron a Marruecos, pero tengo derecho a solicitar asilo en Espa?a¡±, sostiene, mientras muestra la carta que ha dirigido al presidente del Gobierno. ¡°Seguir¨¦ luchando por mis derechos hasta donde mis agotadas fuerzas me lo permitan (...) el cansancio cada d¨ªa es m¨¢s insoportable¡±, le escribe a Pedro S¨¢nchez.
Basir es cristiano y huy¨® de Sud¨¢n tras sobrevivir a una matanza en su pueblo. Con 15 a?os, fue dado por muerto en la conflictiva regi¨®n de Kordof¨¢n del Sur, junto a los cad¨¢veres de su padre y su hermano, tambi¨¦n cristianos. Seg¨²n su testimonio, sufri¨® malos tratos y torturas durante su periplo migratorio hacia Europa. Durante la conversaci¨®n, el pasado lunes, vest¨ªa sus mejores galas con ropa de marca de mercadillo marroqu¨ª.
Relat¨® sus tribulaciones con las suaves maneras de alumno aplicado en un colegio de misioneros adventistas del s¨¦ptimo d¨ªa en una regi¨®n isl¨¢mica de Sud¨¢n. Junto a sus abogados del estudio jur¨ªdico espa?ol Demos, que le asisten gratuitamente, ratific¨® la petici¨®n de protecci¨®n internacional el mes de marzo ante funcionarios de la Embajada de Espa?a en Rabat. La legaci¨®n ha declinado informar sobre la marcha de la tramitaci¨®n. El prolongado silencio administrativo a su demanda ha llevado a los letrados de Basir a elevar su caso a diversas instancias humanitarias de Naciones Unidas.
El mes que viene Basir cumplir¨¢ dos a?os atrapado en Marruecos al t¨¦rmino de una penosa fuga iniciada en Sud¨¢n en 2018 y de una traves¨ªa de 36 meses por Egipto, Libia y Argelia. ¡°Vivo con otros sudaneses, con gente que habla mi misma lengua. Dormimos donde podemos. En la calle, casi siempre. A veces en un edificio abandonado. Cambiamos cada poco¡±.
¡°Es muy dif¨ªcil encontrar trabajo. Estos papeles no sirven aqu¨ª¡±. Muestra la documentaci¨®n del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), plastificada, como oro en pa?o, que reconoce su situaci¨®n. La anterior fue destruida, seg¨²n denunci¨®, por agentes marroqu¨ªes en una redada. ¡°Mis abogados me han pedido que los conserve para el proceso que hemos iniciado¡±, aclara.
¡°Para sobrevivir aqu¨ª hay que luchar. Si ofrecen un trabajo, a veces pagan y otras no. Si alg¨²n amigo consigue algo de dinero, lo comparte con los dem¨¢s. No recibimos ayuda de nadie, salvo de unos pocos vecinos caritativos¡±, resume su d¨ªa a d¨ªa.
¡°Mi vida consiste ahora en esperar los resultados de la decisi¨®n del Gobierno espa?ol sobre la petici¨®n de protecci¨®n y asilo. Creo que mi color de piel me condiciona¡±, se queja sin aspavientos. ¡°Vivo atemorizado, con miedo a ser detenido y expulsado del pa¨ªs. Algunos de mis amigos sudaneses est¨¢n en la c¨¢rcel sin haber cometido ning¨²n delito. Solo por no tener papeles. Nos puede pasar cualquier cosa: que nos lleven al desierto o a la frontera de Argelia, como hac¨ªan antes, o directamente a una celda, como pasa ahora¡±.
En una pausa de la conversaci¨®n entrega una hoja en formato Din A3 ¡ªdoble folio¡ª, que contiene la carta dirigida al jefe del Ejecutivo. Su misiva de armoniosa letra bien alineada, en cuidada caligraf¨ªa con tinta azul, sin apenas correcciones, ven¨ªa guardada, cuidadosamente enrollada bajo la sudadera.
¡°Aquel d¨ªa, el 24 de junio de 2022, sufr¨ª una violencia inmerecida tanto por parte de la guardia fronteriza marroqu¨ª como espa?ola, fui golpeado brutalmente, maniatado como si fuera un criminal. Fui expulsado desde suelo espa?ol, de Melilla a Marruecos, cuando lo ¨²nico que quer¨ªa era pedir asilo. Por suerte estoy vivo¡±, detalla a Pedro S¨¢nchez. ¡°A pesar de todo, quiero tener esperanza¡±.
Basir va de sitio en sitio sin relacionarse apenas con los marroqu¨ªes para no ser detectado, deambulando por zonas donde pueda pasar inadvertido. En los ¨²ltimos meses se han sucedido las redadas, desalojos y expulsiones de subsaharianos indocumentados. ¡°La polic¨ªa nos trata mal, y la mayor¨ªa de la gente se gu¨ªa por las apariencias, la pobreza que mostramos. No nos tratan como seres humanos. Aunque no se diga abiertamente, hay racismo. En un caf¨¦, no nos sirven. En una tienda, nos ignoran. Pero ellos siempre son atendidos y pasan primero¡±.
Volver a la frontera o embarcar hacia Canarias
¡°Claro que he pensado en volver a la frontera de Melilla, o la de Ceuta, o subirme en un barco rumbo a las islas Canarias¡±, reconoce en una conversaci¨®n en la que va ganando paulatinamente confianza, ¡°pero mis abogados me piden siempre que intente seguir por la v¨ªa legal¡±.
¡°Si, como africano negro, creyese que Espa?a nunca me va a dar asilo, claro que volver¨ªa a saltar la valla de Melilla¡±. Nosotros no tenemos elecci¨®n, no tenemos otra v¨ªa. Solo seguir luchando¡±.
¡ª?Cu¨¢nto est¨¢ dispuesto a esperar, hasta que se pronuncien la Embajada en Rabat, el Gobierno espa?ol?
¡ªVoy a esperar lo que haga falta. Conf¨ªo en que el Gobierno espa?ol lo entienda. No tengo ninguna posibilidad de volver a mi pa¨ªs. All¨ª no hay un lugar seguro donde yo pueda vivir. Yo no he elegido ser la persona que soy hoy: un refugiado v¨ªctima de discriminaci¨®n religiosa.
En Sud¨¢n, la situaci¨®n de seguridad se ha agravado en los ¨²ltimos meses, en medio de la escalada de un conflicto entre bandos enfrentados que ha forzado la salida del pa¨ªs de cuentos de miles de civiles. ¡°Espa?a tiene que decidirse. Necesito tener un lugar seguro d¨®nde vivir¡±, reflexiona en voz alta. ¡°Las cosas van cada vez peor en Sud¨¢n¡±
Basir duerme mal. ¡°Tengo un miedo racional. Mi mente est¨¢ aterrorizada todo el tiempo. Te roban mientras duermes en la calle. Temes por tu vida. Un coche te puede aplastar¡±, revela. ¡°Quiero salir de este lugar donde cada d¨ªa tengo que pensar d¨®nde dormir¨¦, qu¨¦ poder comer. Sue?o con una vida normal. A veces ya no aguanto m¨¢s¡±, expresa abiertamente su des¨¢nimo.
¡°Vivo con miedo y angustia, se?or presidente¡±, concluye la carta a Pedro S¨¢nchez. ¡°He visto en las noticias que Espa?a es un pa¨ªs que ha acogido a miles de ucranios que hu¨ªan de la guerra, y me pregunto, ?es mi color de piel lo que me impide recibir el mismo trato?¡±.
¡°Ahora casi nadie va a Melilla¡±, asegura antes de despedirse. ¡°Algunos se juegan la vida intentando entrar a nado en Ceuta. Si fracasan acaban entre rejas. Y para ir a Canarias en patera piden 5.000 euros antes de embarcar. No hay una v¨ªa para solicitar un visado, para reunirnos con familiares y amigos que ya viven en Europa. Mis compa?eros siguen eligiendo las v¨ªas m¨¢s peligrosas antes que seguir atrapados en Marruecos¡±.
¡ª?Qu¨¦ le pide al presidente S¨¢nchez?
¡ªSer tratado como un ser humano.
Outhman, sudan¨¦s con estatus de refugiado en M¨¢laga: ¡°Mi mejor amigo muri¨® aplastado en la valla hace un a?o¡±
A diferencia de Basir, Outhman, tambi¨¦n sudan¨¦s, ya est¨¢ en Espa?a, en M¨¢laga, y cuenta con el estatus de refugiado. Recuerda el primer d¨ªa que pas¨® en Espa?a como una monta?a rusa de emociones. Se sent¨ªa aliviado por haber sobrevivido a la tragedia. Y tambi¨¦n feliz de que su largo viaje hasta llegar a Europa terminara, aunque le hubiera gustado otro final. Su mejor amigo, Nordin, muri¨® en la avalancha de cientos de personas que se produjo en el puesto fronterizo del Barrio Chino. Un primo del joven le comunic¨® la mala noticia ese mismo d¨ªa. A Outhman, de 22 a?os, ese recuerdo no se le quita de la cabeza.
Tampoco olvida las im¨¢genes ¡°horrorosas¡± de ese momento. ¡°Hab¨ªa montones de personas, unas encima de otras, gente pidiendo ayuda y mucha sangre¡±. En medio del caos, recibi¨® un golpe en un ojo y estuvo durante varios d¨ªas, asegura, sin ver nada.
Outhman fue de los pocos ¡ª133 personas¡ª que logr¨® cruzar la frontera y a los que se les permiti¨® quedarse en Espa?a. Outhman tem¨ªa que lo expulsasen, como le ocurri¨® a otros 470 compa?eros, pero cuando ¨¦l y otros compatriotas suyos pisaron territorio espa?ol, echaron a correr y pudieron pedir asilo. Dada la inestabilidad y la violencia que atraviesa Sud¨¢n desde hace a?os, nueve de cada diez ciudadanos de ese pa¨ªs que piden asilo en Espa?a reciben protecci¨®n, as¨ª que Outhman pudo quedarse de forma regular.
A Outhman le concedieron el asilo hace un par de meses. ¡°Fue el d¨ªa m¨¢s feliz de mi vida¡±, dice en un centro de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR) en M¨¢laga. Llega a la entrevista con una sonrisa de oreja a oreja porque lo acaban de contratar en una carnicer¨ªa del barrio donde vive, cerca del centro de la ciudad y de su piso, que comparte con tres compa?eros: dos marroqu¨ªes y un argentino.
Outhman naci¨® en una ciudad en el Estado de Darfur del Oeste. El conflicto armado en esta regi¨®n entre 2003 y 2008 provoc¨® al menos 300.000 muertos, entre ellos la madre de Outhman. ?l y su familia se vieron obligados a abandonar su hogar y trasladarse a un campamento de refugiados a las afueras de la ciudad. Tras unos a?os de relativa calma, se inici¨® otra etapa marcada por la violencia con la llegada de los militares al poder en abril de 2019. Su padre le aconsej¨® que se marchara del pa¨ªs, despu¨¦s de que, cuenta, un grupo de hombres amenazara con matar a todos sus hijos. Ahora el joven sudan¨¦s ha perdido el contacto con su familia. No sabe ni siquiera d¨®nde est¨¢n, ni si siguen con vida. Lleva m¨¢s de medio a?o sin noticias.
En noviembre de 2019, comenz¨® un arduo viaje que se prolong¨® m¨¢s de tres a?os; recorri¨® cuatro pa¨ªses hasta llegar a Melilla. Lleg¨® a Libia a trav¨¦s de Chad, y all¨ª permaneci¨® dos a?os y medio. ¡°Fue un infierno, nos amenazaron con pistolas y nos intentaron robar¡±, relata. Trat¨® de marcharse a Italia en una patera, pero la polic¨ªa los descubri¨® y lo encarcelaron. Logr¨® escapar de la c¨¢rcel gracias a un boicot que organizaron todos los presos, seg¨²n cuenta: unas 1.500 personas tiraron la puerta abajo y huyeron. Salir de Libia le result¨® ¡°muy complicado¡±, pero finalmente logr¨® meterse en el maletero de un coche y llegar hasta Argelia.
En Argelia no estuvo mucho tiempo. ¡°Era muy peligroso¡±, recuerda. ¡°Nos robaron hasta la ropa, nos quedamos desnudos. Tambi¨¦n nos golpearon¡±. Cerca de la frontera entre Argelia y Marruecos, Outhman conoci¨® a Nordin. Juntos planearon la escapada a Marruecos: lo har¨ªan por las monta?as para que no pudieran ser vistos por los guardias. Junto con cuatro amigos, salieron al anochecer sin comida y sin agua. Nordin y Outhman decidieron separarse del grupo e ir por otro camino que les parec¨ªa m¨¢s seguro. Cuenta que luego se enteraron de que a sus compa?eros finalmente los detuvieron y no volvieron a saber de ellos.
Nordin y Outhman s¨ª lograron llegar a Marruecos. Los primeros d¨ªas se refugiaron en una iglesia de la ciudad de Berkan que acog¨ªa a inmigrantes africanos, pero finalmente los echaron. Se marcharon a Nador, donde estuvieron malviviendo en las calles y sobrevivieron gracias a la ayuda de algunos ciudadanos marroqu¨ªes que se apiadaron de ellos. All¨ª conocieron a otros chavales de su edad con los que hicieron pandilla y planearon la entrada a Melilla. El rostro de Outhman cambia al recordar los ¨²ltimos momentos que vivi¨® con Nordin. Ninguno se esperaba el tr¨¢gico desenlace de hace un a?o.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.