Debates electorales: ni obligatorios ni regulados
Los partidos pol¨ªticos eluden considerar los cara a cara entre los candidatos como un derecho de los votantes
La pol¨ªtica moderna se juega en gran medida en la televisi¨®n. Los debates electorales son una plataforma desde la que los pol¨ªticos se presentan ante el gran p¨²blico. Forman parte de la liturgia de unos comicios, pero no se perciben como un derecho de los votantes. Quedan al arbitrio de los partidos y de sus estrategias. Los candidatos imponen formatos o seleccionan adversarios a su conveniencia, impulsan o esquivan los cara a cara seg¨²n el dictamen de las encuestas o la intuici¨®n de sus asesores. Al margen de los intereses partidistas, los duelos entre los principales candidatos han entrado a formar parte del paisaje electoral y cada vez son m¨¢s los pa¨ªses que los promueven al considerar que una de las acciones m¨¢s importantes en la carrera de un pol¨ªtico es enfrentarse en plat¨® a su oponente.
Ante las legislativas del 23 de julio, los cabeza de lista del PSOE, Pedro S¨¢nchez, y del PP, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, se medir¨¢n en un ¨²nico cara a cara: el que organizar¨¢ el 10 d¨ªa Atresmedia (propietario de Antena 3, La Sexta y Onda Cero). El l¨ªder de los populares ha rechazado los debates a cuatro propuestos por ese mismo grupo, adem¨¢s de las invitaciones cursadas por RTVE y el Grupo Prisa (editor de EL PA?S). Feij¨®o huye incluso de estos encuentros que han aceptado S¨¢nchez; la l¨ªder de Sumar, Yolanda D¨ªaz; y el presidente de Vox, Santiago Abascal, previstos para el d¨ªa 14, el del Prisa, y el 19, el de RTVE. El d¨ªa 13 habr¨¢ en la sede de Prado del Rey de RTVE otro encuentro a siete con portavoces parlamentarios El l¨ªder de la oposici¨®n tiene, sin embargo, su propio plan: quiere medirse con los candidatos de PSOE, Sumar, Vox, PNV, ERC y Bildu, una opci¨®n que no est¨¢ sobre la mesa.
Sopesar el riesgo y calibrar su impacto en la movilizaci¨®n del electorado son factores esenciales para aceptar o rechazar los debates. El catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Granada ?scar G. Luengo sostiene que son importantes pero cristalizan el voto en menos porcentaje de lo que se podr¨ªa pensar a tenor de la enorme atracci¨®n medi¨¢tica que suscitan. ¡°Suelen mover un m¨¢ximo del 5% del voto¡±, asegura, pero observa que ¡°en elecciones muy competidas es determinantes y estas que se presentan parece que van a serlo¡±. Percibe que hay unas ligeras transferencias de voto entre algunos partidos y eso puede ser clave para configurar el mapa electoral.
Te¨®ricamente, los debates dan m¨¢s juego a los partidos que acceden al poder. ¡°Por eso es llamativo que Feij¨®o est¨¦ planteando algunos problemas¡±, expone Luengo. ¡°En realidad el que m¨¢s tiene que perder es el quien tiene el poder. Esa es la norma general. Luego entran otras cuestiones particulares, como la capacidad discursiva de Pedro S¨¢nchez, que es visiblemente mejor que la de Feij¨®o¡±. Pese a todo, valora la importancia de ese g¨¦nero y admite que el cara a cara es ¡°un formato mucho m¨¢s vulnerable porque los candidatos se miden en tiempo real, sin espacio de reaccionar y sin consultores cerca. Los candidatos se dirigen a todos los votantes: a los propios, a los ajenos y a los indecisos¡±.
El PP ha dado sonoro portazo a la posibilidad de que Feij¨®o acuda en la televisi¨®n p¨²blica y G¨¦nova tampoco contempla enviar a un sustituto, como hizo en 2015 cuando el entonces jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, que acept¨® un duelo con S¨¢nchez, envi¨® en el cruce a cuatro a Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa. La vicepresidente se enfrent¨® en aquella ocasi¨®n al l¨ªder socialista y a los candidatos del Ciudadanos y Unidas Podemos, Albert Rivera y Pablo Iglesias, respectivamente. Y todos los participantes afearon la ausencia del cabeza de lista del PP. ¡°Quiero saludar a Rajoy, que nos estar¨¢ viendo¡±, dijo jocoso Iglesias.
Los debates se enmarcan en un contexto econ¨®mico, pol¨ªtico y de campa?a electoral. Estos factores, seg¨²n la polit¨®loga Eva Anduiza, dificultan identificar ¡°en qu¨¦ medida ellos y no otras cosas que los rodean contribuyen a aumentar la participaci¨®n electoral¡±. Aunque depende de las circunstancias concretas, expone que se sabe que ¡°suelen beneficiar la valoraci¨®n de los candidatos participantes (si bien no hay necesariamente un juego de suma cero en el que lo que un candidato gana lo pierde otro), y tambi¨¦n a los menos conocidos¡±, Adem¨¢s, ¡°contribuyen a informar a los votantes sobre la posici¨®n de los partidos (y la autopercepci¨®n de los votantes de estar informados, que no es lo mismo) y tienden a reforzar las preferencias preexistentes. Y cuando se centran en las propuestas pol¨ªticas pueden tener efectos reductores de la polarizaci¨®n¡±, se?ala Anduiza, profesora de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Estos encuentros generan tambi¨¦n microefectos. Luengo detecta dos variables firmes. La primera es la expectativa que tiene el ciudadano. La segunda, mucho m¨¢s previsible, es la predisposici¨®n ideol¨®gica: ¡°Los votantes de izquierda tender¨¢n a ver mejor a los candidatos de izquierda que a los de derecha y viceversa¡±.
En Espa?a, como en la mayor¨ªa de los pa¨ªses del entorno europeo, los debates no son obligatorios. Los primeros se remontan a 1993, con los c¨¦lebres cara a cara entre Felipe Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que se libraron a dos vueltas: en Antena 3 y en Telecinco. El periodista Manuel Campo Vidal, moderador de uno de ellos, ha revelado que PP y PSOE firmaron un documento notarial secreto en el que ambas formaciones se compromet¨ªan a dos cruces. El objetivo era que quien ganara el primero (venci¨® Aznar) no se escabullera del segundo (Gonz¨¢lez remont¨®). Desde entonces, estas batallas se cuentan con los dedos de una mano: en 2008 se citaron Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y el aspirante a La Moncloa, Mariano Rajoy; en 2011 se vivi¨® un Rajoy-P¨¦rez Rubalcaba, y en 2015 la Academia de la Televisi¨®n acogi¨® un Rajoy-S¨¢nchez trufado de duras acusaciones. ¡°Usted no es una persona decente¡±, lanz¨® el candidato socialista al popular, que respondi¨® tachando a su oponente de ¡°ruin, mezquino y deleznable¡±.
Pese a su relevancia en la conversaci¨®n ciudadana, los debates no est¨¢n regulados por ley ni son obligatorios. La Ley Org¨¢nica del R¨¦gimen Electoral General (LOREG) se limita a enmarcar los principios generales que deben regir en una campa?a: respeto al pluralismo pol¨ªtico y social, igualdad, proporcionalidad y neutralidad informativa. A media que las modalidades televisivas se han expandido, la Junta Electoral Central (JEC) ha ido afinando su doctrina. Los resultados de las anteriores elecciones equivalentes son el baremo para convocar a los participantes a un debate. Se pueden celebrar cara a cara entre las dos formaciones con mayor representaci¨®n en el Congreso o entre candidatos de las cuatro o cinco fuerzas pol¨ªticas con m¨¢s diputados, pero los medios de comunicaci¨®n en estos casos deben compensar a las dem¨¢s candidaturas del Hemiciclo con otros debates multilaterales o con entrevistas. La JEC act¨²a caso a caso. En los comicios de 2019 dej¨® a Vox fuera de un encuentro en TVE por no tener representaci¨®n parlamentaria. El partido de Abascal tampoco cumpl¨ªa la condici¨®n ¡°de grupo pol¨ªtico significativo¡± como establec¨ªa otra resoluci¨®n de la Junta.
En la mayor¨ªa de los pa¨ªses del entorno europeo tampoco son obligatorios. Luengo recuerda que con los debates ¡°pasa como con la ley electoral y las circunscripciones, un sistema que genera plusval¨ªas a aquellos partidos que tienen concentrado el voto en distritos peque?os¡±. Incide en que tanto para modificar las circunscripciones como para regular los debates se necesita una mayor¨ªa cualificada porque afecta a leyes org¨¢nicas y para ello los dos principales partidos tienen que estar de acuerdo. ¡°Pero estos se han beneficiado de la configuraci¨®n del sistema electoral y no tienen inter¨¦s t¨¢cito¡±, expone el catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica, que se muestra esc¨¦ptico acerca de una hipot¨¦tica imposici¨®n de los debates: ¡°Se dice que enriquecen la democracia y el contraste de proyectos pol¨ªticos. Son grandes palabras muy elegantes en t¨¦rminos democr¨¢ticos pero vac¨ªas. Al final, los candidatos que tienen la sensaci¨®n de que pueden ganar m¨¢s que perder son lo que van a insistir siempre en ofrecerse a un debate¡±. Anduiza expresa igualmente sus dudas: ¡°No s¨¦ si el problema se resolver¨ªa haci¨¦ndolos obligatorios. La obligatoriedad apuesta por una soluci¨®n de naturaleza institucional, cuando seguramente el problema tiene m¨¢s que ver con elementos de la cultura pol¨ªtica, din¨¢micas de los medios de comunicaci¨®n, o con una manera de entender la competici¨®n pol¨ªtica m¨¢s centrada en la t¨¢ctica que en los proyectos¡±.
En tiempos de campa?a los dos grandes partidos abogan por dise?ar un modelo estable de debates. El PSOE alega que en 2015 fue una propuesta en firme. ¡°Siempre hemos sido favorables a que tengan un marco fijo y obligatorio. As¨ª evitar¨ªamos este espect¨¢culo del PP y Feij¨®o, que solo acepta un debate de los siete que ten¨ªa sobre la mesa, y adem¨¢s propone f¨®rmulas extravagantes para despistar y no sentarse a debatir¡±, comentan fuentes de la Ejecutiva. En el PP, precisamente durante esta precampa?a, Feij¨®o ha hecho hincapi¨¦ en que pretende impulsar la regulaci¨®n de estos combates electorales televisados en caso de llegar a La Moncloa. Tras la invitaci¨®n de Pedro S¨¢nchez a seis duelos, el presidente de los populares carg¨® contra el jefe del Gobierno por no haber querido debatir con su antecesor, Mariano Rajoy, y asegur¨® que desarrollar¨¢ una ¡°disposici¨®n legal¡± para establecer un marco en el que ya no dependan de ¡°cuando interesa al PSOE¡±.
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