Fauna y flora a las afueras del Palacio Real: m¨¢s turistas que patriotas
Es el D¨ªa de la Fiesta Nacional, pero tambi¨¦n podr¨ªa ser el del gu¨ªa tur¨ªstico. Decenas de guiris caminaban obedientes con el pinganillo en las orejas escuchando las explicaciones de quien les encabeza
¡°One euro, my friend. Un euro, chico¡±. El autor de las frases va de un lado a otro de la puerta principal del Palacio Real de Madrid. Lleva un pu?ado de banderas de Espa?a en una mano, una bolsa en la otra con el resto del g¨¦nero. Tiene la piel curtida por el sol, el pelo blanqu¨ªsimo. A media ma?ana de este caluroso jueves 12 de octubre a¨²n no hab¨ªa demasiada suerte con las ventas. El p¨²blico, en general, andaba un poco despistado.
Es el D¨ªa de la Fiesta Nacional, pero tambi¨¦n podr¨ªa ser el del gu¨ªa tur¨ªstico. Decenas de guiris caminaban obedientes con el pinganillo en las orejas, escuchando las explicaciones de quien les encabeza: ¡°Charles the third was the king of Naples, and also of Spain¡± [Carlos III fue rey de N¨¢poles y tambi¨¦n de Espa?a¡±].
Un jubilado vestido de domingo hac¨ªa aspavientos mientras hablaba por tel¨¦fono: ¡°Lo malo es que hay gente que lo sigue votando, aunque le llamen perro jud¨ªo. Es que no me cabe en la cabeza. Y este de aqu¨ª no hace nada¡±. Aclaraci¨®n: ¡°Este de aqu¨ª¡± es Felipe VI.
Llegan los Reyes. Se sabe porque hay mucha seguridad, un Rolls-Royce y asoma una mano con guante blanco que se intuye que pertenece al monarca. Se escuchan vivas al rey y aplausos. Entre tanta ropa de diario destacan algunos de los invitados a la recepci¨®n de despu¨¦s, que visten vestidos brocados y corbatas reci¨¦n pasadas por la tintorer¨ªa.
Un grupo de vecinos de Villaverde ha quedado para curiosear. Estuvieron cuando se celebr¨® la proclamaci¨®n de los actuales monarcas, no as¨ª cuando se casaron porque ¡°hac¨ªa mal¨ªsimo¡±. ¡°Perro vendr¨¢ en el maletero¡±, bromea Andr¨¦s. Su mujer lamenta la ausencia de un sobrino, ¡°con lo que le gustan los aviones¡±. Su amiga advierte al grupo que no beban mucha agua porque luego a ver d¨®nde encuentran un ba?o. ¡°Vete a preguntarle al de la tele, porque si no van a salir al balc¨®n nos tomamos una cerveza¡±, advierte.
¡°?A la Gran V¨ªa!¡±, grita una se?ora a un grupo de amigas, en cuanto siente que la hora y el lugar han perdido inter¨¦s. Una turista alemana lee en voz alta un texto que reproduce su tel¨¦fono m¨®vil. Intenta culturizar a su hija adolescente sobre la coincidencia de este d¨ªa con la fiesta del Pilar. La muchacha lleva pesta?as infinitas como infinito es su gesto de asco. Mucho m¨¢s inter¨¦s le generan los transe¨²ntes que cargan con bolsas de dos de los comercios que vertebran Espa?a. Son las dos P: Primark y Primor.
Asoma un grupo de veintea?eras colombianas. Una grita al resto: ¡°No he visto un rey en mi vida. ?Te lo crees?¡±. Cuando se le advierte que hace rato que los monarcas est¨¢n dentro de palacio, ponen cara de decepci¨®n. Luego preguntan qu¨¦ demonios se celebra este jueves, por qu¨¦ hay tanta gente. Eso mismo se pregunta Marina, una turista argentina que esta misma ma?ana aterriz¨® en Madrid despu¨¦s de visitar Par¨ªs, Roma, Asturias ¡ªdonde nacieron sus padres¡ª y Santa Pola (Alicante). ¡°No entiendo nada, estoy alojada cerca y nadie me ha sabido explicar qu¨¦ hace tanta gente aqu¨ª¡±, afirma. Lamenta lo politizado que siente todo desde que ha llegado. Se alegra de caminar por Madrid con el m¨®vil en la mano. ¡°En Buenos Aires te podr¨ªan matar¡±, cuenta.
Apenas hay aplausos y silbidos, s¨ª una hilera de gente encaminada a la plaza de Espa?a, donde nadie grita ¡°Que te vote Txapote¡±, pero baila bachata dominicana. Hay puestos de comida y productos t¨ªpicos agrupados bajo el nombre de ¡®La hispanoamericana¡¯. Margaritas a ocho euros, vecinas con parpusa comiendo cochinita pibil, rubias veintea?eras con la bandera espa?ola al cuello, devorando patatas del Mc Donald¡¯s. Teque?os y salchipapas.
Minutos antes de las cuatro de la tarde, con el sol a¨²n en todo lo alto, le quedan pocas banderas por vender al se?or del principio. Salen los Reyes de la recepci¨®n, hay m¨¢s fotos que aplausos y el p¨²blico se disuelve con rapidez. Quedan a¨²n las de siempre, la resistencia, esas se?oras que hoy, como tantos d¨ªas importantes, aguantar¨¢n hasta el final. En la puerta del Patio de Armas, cuando a¨²n permanecen los escoltas y los ch¨®feres de los invitados, una habla por tel¨¦fono sentada en una de las pocas sombras con vistas a la catedral de la Almudena. ¡°?El perro? Pues lo habitual en ¨¦l, no hace caso a nadie¡±. Pausa dram¨¢tica porque a estas alturas no se sabe si habla de una mascota o del presidente del Gobierno en funciones. ¡°Ayer ya no tuve m¨¢s remedio que soltarle¡±, a?ade. Todo aclarado.
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