Un superviviente de la tragedia del Tarajal demanda a Espa?a ante el Comit¨¦ contra la Tortura de la ONU
Ludovic ten¨ªa 15 a?os cuando fue apaleado y expulsado ¡®en caliente¡¯ a Marruecos. Una d¨¦cada despu¨¦s, reclama que se reabra la investigaci¨®n
Cuando estaba en el agua, Ludovic N. oy¨® disparos y gritos. No le dio a tiempo a averiguar qu¨¦ ocurr¨ªa; antes lleg¨® el golpe seco que le desgarr¨® la piel hasta hacerle sangrar. Proven¨ªa de uno de los agentes de la Guardia Civil espa?ola que lanzaban pelotas de goma y gases lacrim¨®genos a ¨¦l y a otros como ¨¦l: migrantes que intentaban entrar a nado desde Marruecos hasta las costas de Ceuta. Con solo 15 a?os, Ludovic fue superviviente, uno de los m¨¢s j¨®venes, de hecho, de la que posteriormente se conoci¨® como la tragedia de la playa del Tarajal. Casi una d¨¦cada despu¨¦s, este camerun¨¦s, ya adulto, ha decidido buscar justicia y para ello ha demandado al Estado espa?ol ante el Comit¨¦ contra la Tortura de Naciones Unidas.
El suceso, uno de los m¨¢s graves del fen¨®meno migratorio en Espa?a, ocurri¨® el 6 de febrero de 2014, cuando cerca de 200 personas intentaron llegar a la playa ceut¨ª y fueron brutalmente repelidos por 56 agentes de la Guardia Civil. 15 personas se ahogaron en la refriega y otras 23 consiguieron tocar tierra, pero fueron devueltas irregularmente a trav¨¦s de la valla fronteriza. Diez a?os y numerosos vaivenes judiciales m¨¢s tarde, el contencioso ha llegado al Tribunal Constitucional despu¨¦s de que el Supremo confirmara su archivo en mayo de 2022.
La queja de Ludovic, interpuesta con el apoyo de la organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro European Center for Constitutional and Human Rights (ECCHR), detalla los fallos en la investigaci¨®n espa?ola, en la que se lleg¨® a imputar a 16 miembros de la Guardia Civil, y exige que se reabra. En ning¨²n momento del dilatado proceso judicial, el camerun¨¦s fue escuchado. No se present¨® como testigo hasta alcanzar la mayor¨ªa de edad, en abril de 2017, cuando la una de las ONG que formaba parte de una de las acusaciones particulares, Observatori DESC, solicit¨® a la jueza que le tomara declaraci¨®n. Pasaron dos a?os hasta que se program¨® una vista por videoconferencia desde el Tribunal de Essen, en Alemania, cerca de donde el chico reside. Pero en el ¨²ltimo momento la declaraci¨®n se cancel¨® por razones t¨¦cnicas que nunca se llegaron a explicar. Se solicit¨® una nueva fecha, pero antes de que llegara, el juzgado orden¨® el cierre de la investigaci¨®n y la apertura de juicio oral. Corr¨ªa ya septiembre de 2019.
Las imputaciones por lesiones dolosas y prevaricaci¨®n administrativa en las devoluciones en caliente se desestimaron antes de que el caso se archivara definitivamente en 2022. Ludovic no lleg¨® a enterarse hasta mucho despu¨¦s porque no era parte del proceso, as¨ª que no pudo recurrir la decisi¨®n, algo que s¨ª hicieron las ONG personadas como acusaci¨®n popular ¡ªAPDE, CEAR y Coordinadora de barrios¡ª y las familias de las v¨ªctimas. ¡°La ¨²nica opci¨®n que le queda es buscar justicia en los tribunales internacionales, habida cuenta que ninguno de los recursos de amparo aborda las violaciones de sus derechos, tanto el 6 febrero como posteriormente¡±, explica Hanaa Hakiki, abogada del ECCHR.
El camerun¨¦s, que se presenta bajo un nombre ficticio a la prensa, ha recurrido al comit¨¦ de la ONU porque las particularidades del caso se ajustan a la Convenci¨®n contra la tortura. ¡°Adem¨¢s de prohibir torturas y tratos inhumanos y degradantes, establece obligaciones para los Estados miembros de investigar situaciones en las que existan sospechas de que estas se hayan producido. Y esto es lo que sostenemos que le pas¨® a Ludovic¡±, sostiene Hakiki.
Ludovic vivi¨® con su madre en Camer¨²n hasta los 13 a?os, cuando decidi¨® marcharse del pa¨ªs junto a uno de sus t¨ªos. Cruzaron Nigeria, atravesaron el S¨¢hara y llegaron a Argelia despu¨¦s de incontables penurias. Cerca de la frontera marroqu¨ª, las autoridades argelinas los detuvieron y el ni?o fue expulsado a Marruecos. En las calles de este pa¨ªs, desamparado y solo, vivi¨® los siguientes 18 meses, durante los que intent¨® cruzar la frontera europea sin ¨¦xito.
El 6 de febrero de 2014 lo volvi¨® a intentar con un numeroso grupo de migrantes subsaharianos, como ¨¦l. Como no sab¨ªa nadar, se puso un flotador y avanz¨® por el agua, remando con una mano y agarr¨¢ndose con la otra al espig¨®n que separa los territorios marroqu¨ª y espa?ol. En esas estaba cuando se desat¨® la tragedia que acab¨® con la vida de 15 compa?eros y con ¨¦l herido y expulsado ilegalmente a Marruecos. Ese mismo verano consigui¨® llegar a Espa?a, pero en vista de su experiencia anterior, decidi¨® seguir viajando hacia el norte, hasta que lleg¨® a Alemania, donde fue reconocido como menor de edad y se le asign¨® un tutor.
Durante la ¨²ltima d¨¦cada, Ludovic estudi¨® educaci¨®n secundaria, aprendi¨® alem¨¢n y se form¨® como electricista. Hoy sigue reclamando que las partes involucradas asuman sus responsabilidades y sean condenadas. ¡°Ha pasado una d¨¦cada y todav¨ªa no hay responsables por la muerte y las lesiones de tantas personas. La violencia de aquel d¨ªa continu¨® en los tribunales, donde tampoco se nos trat¨® como seres humanos¡±, afirma el superviviente.
La queja de este camerun¨¦s ahora se une a la serie de acciones legales contra lo que las acusaciones particulares consideran una ¡°impunidad¡± ante ¡°las violaciones sistem¨¢ticas de los derechos humanos¡± inherentes a las devoluciones en caliente en las fronteras de la UE. En concreto, la queja ante la ONU alude a que, en una instrucci¨®n de ocho a?os, a Ludovic le ha sido denegado su derecho como v¨ªctima a ser escuchado, participar en el procedimiento y obtener reparaci¨®n por la vulneraci¨®n de sus derechos, ¡°lo cual es un claro s¨ªntoma de la falta de voluntad de las autoridades espa?olas para llevar a cabo una investigaci¨®n efectiva¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.