Las ¨²ltimas p¨¢ginas vitales de Urue?a, la Villa del Libro
La literaria localidad vallisoletana recibe miles de visitantes pero sus escasos vecinos pierden servicios y el colegio
A primera hora, la furgoneta del panadero. Una vez semanal, el carnicero; dos, el pescadero y el frutero. A diario, buses abarrotados para maravillarse con Urue?a (Valladolid, 197 habitantes), Villa del Libro, afamada por tener m¨¢s librer¨ªas que bares. Hay letra peque?a: y que tiendas, y que panader¨ªas, y que ni?os. Urue?a se muere mientras vive en el Instagram y las c¨¢maras de los miles de visitantes anuales, retratada cual bodeg¨®n: una bella naturaleza muerta. A las recientes jubilaciones del carnicero y del panadero, sin relevo generacional, se une la supresi¨®n del ¨²nico cajero autom¨¢tico y el cierre del colegio: solo quedan dos alumnos. El pr¨®ximo curso no habr¨¢ escuela porque pasan a Secundaria y agudizan la primaria necesidad de este y tantos pueblos aclamados por el turismo pero acuciados por la despoblaci¨®n.
Un tropel de jubilados gallegos se adentra intramuros, cruzando la muralla desde donde se avista el inmenso p¨¢ramo castellano. Tras ellos mira con curiosidad pero costumbre un hombre de edad similar pero m¨¢s ocupaci¨®n: conducir un carretillo rumbo a una finca. El trinar de golondrinas y vencejos rompe el silencio de Urue?a en las calles exteriores al buc¨®lico n¨²cleo, con ocho librer¨ªas pero con trampa: muchas solo abren de jueves a domingo, y gracias. Entre semana, verjas y candados como los custodios de varias casas abandonadas ante la imponente muralla. Hip¨®lito Rodr¨ªguez, de 79 a?os, sale del municipio con su viejo coche y mucha resignaci¨®n: ¡°Pues m¨¢s o menos todo fastidiado¡±. El otrora alcalde por UCD no quiere fastidiar al actual y no carga tintas, pero sentencia: ¡°Tenemos pocos servicios y mucho turismo, en el d¨ªa a d¨ªa nos apa?amos como podemos¡±. La Junta de Castilla y Le¨®n invirti¨® 450.000 euros en 2006; la Diputaci¨®n ha destinado a la Villa 600.000 desde 2021 y fondos tambi¨¦n para la Fundaci¨®n Joaqu¨ªn D¨ªaz, receptora de 238.000 anuales entre 2018 y 2021 m¨¢s gastos en ampliaciones (427.000 en 2024), pero no arrastran vecinos, lamenta el exregidor: ¡°No hicieron nada para que la gente se quede, cada vez somos menos¡±.
El actual alcalde, Paco Rodr¨ªguez (PP), valora que la Villa del Libro, definida as¨ª desde 2007, ha atra¨ªdo a libreros, pero no todos tienen hijos ¡°y la escuela salvo milagro cierra el curso que viene, la poblaci¨®n est¨¢ envejecida¡±. Rodr¨ªguez a?ade que el turismo permite algunos negocios y empleos pero que Unicaja clausur¨® el cajero ¡°por p¨¦rdidas, no lo entendemos, recibimos 30.000 visitantes anuales¡±. A las cr¨ªticas por el no remplazo de la panader¨ªa, apunta que ¡°no tiene tanta rentabilidad, que la cojan ellos si no¡±, y apunta otro cl¨¢sico: hay casas disponibles, pero caras ¡°por la especulaci¨®n de ser un pueblo bonito¡±. Las tres viviendas del Ayuntamiento est¨¢n alquiladas pero la gente pide ampliar el n¨²mero contra ese problema.
Leovigildo -¡±?Rey visigodo!¡±- Rodr¨ªguez, de 55 a?os, viste un ajado mono azul mientras coge herramientas de trabajo, de los m¨¢s j¨®venes labriegos en los Montes Torozos. ¡°Todo se echa en falta, el colegio¡ No hay ni?os. Es una pena¡±, lamenta este alba?il, bien avenido gracias a las obras. Juan Carlos Espinal, de 49, sirve caf¨¦s a la expedici¨®n gallega, absorta en un mapa del municipio. ?l, madrile?o, goza la relajada vida rural tras llegar a Urue?a siguiendo alguno de los m¨²ltiples carteles publicitarios de la autov¨ªa o las carreteras cercanas: ¡°Cuando voy a Madrid me entra el estr¨¦s, aqu¨ª cuidamos el pueblo como un tesoro¡±. Espinal administra el centro social, con fondos municipales, y charla con unas visitantes, encantadas con el pueblo pero que tuercen el morro al pasearlo: ¡°?Muchas librer¨ªas est¨¢n cerradas!¡±. Por la calle, un agricultor despotrica: ¡°?Es un pueblo de cart¨®n-piedra!¡±.
La marabunta pensionista entra en una que s¨ª abre todo el a?o, regentada por Tamara Crespo, de 52 a?os, con Chuche, gato feliz entre libros. ¡°El pueblo est¨¢ muerto, es un trampantojo¡±, resume la emprendedora, arribada en 2001 cuando no hab¨ªa tanto relumbr¨®n pero los negocios y bares funcionaban con los lugare?os. ¡°Ahora solo hay un pastor y entonces nueve, ¨¦l dice que a Urue?a le quedan 10 a?os¡±, suspira la librera. Crespo no encuentra remedio a ¡°la mezcla entre sociolog¨ªa y mala gesti¨®n¡±, sin est¨ªmulos para que los habitantes no se marchen ni para rentabilizar la inversi¨®n. ¡°?D¨®nde est¨¢ ese dinero?¡±, inquiere, pues ni las telecomunicaciones funcionan y la desbordan cuando colapsan y no puede facturar ni vender digitalmente. Margarita Fern¨¢ndez, de 55 a?os y empleada del Ayuntamiento para ense?ar el torre¨®n de la muralla y asistir al for¨¢neo, tiene al hijo en Valladolid porque ¡°?Qu¨¦ har¨ªa aqu¨ª?¡±. Le gusta el campo, viene cuando puede, pero ni el sector ofrece futuro ni ¨¦l, de 28, tiene coet¨¢neos. ¡°La Villa no ha tra¨ªdo casi arraigo, solo alg¨²n librero, no hay viviendas porque la gente no las quiere vender o son caras¡±, expone la mujer, quien reclama ¡°implicaci¨®n¡± a quienes tienen Urue?a ¡°como retiro espiritual¡±.
La decadencia aflige a Pedro Vega, de 59 a?os, padre de Kai, de cinco. El ni?o iba al colegio con dos chicos de 11, pr¨®ximos miembros del instituto de Medina de Rioseco. Vega, sabedor de que la escuela no cierra a medio curso, ha llevado a Kai a Mota del Marqu¨¦s, para felicidad de su hijo porque hay m¨¢s alumnos de su edad. ¡°Yo fui al colegio aqu¨ª y ¨¦ramos 60¡å, recuerda el hombre, quien pensaba que ¡°Urue?a se salvar¨ªa, la idea es bonita pero hay un problema de vivienda¡±. ¡°Esperemos que cambie¡±, implora, mientras Kai juega a las cartas. A una especie de solitario improvisado.
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