La pugna por los restos del rey Wamba entre la catedral de Toledo y el pueblo de Burgos donde muri¨®
La localidad burgalesa de Pampliega reclama las reliquias del monarca visigodo, trasladadas hace siglos y ubicadas actualmente en el templo sin honores
Wamba no descansa ni muerto. El popular rey visigodo (630-688) asiste desde el m¨¢s all¨¢ a c¨®mo en el m¨¢s ac¨¢ se eternizan los pulsos sobre el lugar de su reposo eterno. Los restos del monarca, uno de los ¨²ltimos de las dinast¨ªas de origen germ¨¢nico durante su expansi¨®n por la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, yacen en la catedral de Toledo sin especiales honores desde 1845. Muy cerca, las reliquias de su predecesor, Recesvinto, tambi¨¦n sin alardes. All¨ª recalaron por orden de Isabel II, pero los faustos iniciales no se tradujeron en un sepulcro especial sino en punto de escasa relevancia. Entretanto, la localidad burgalesa de Pampliega (290 habitantes, alcalde del PP) insiste en recuperar los vestigios y tratarlos con loores: all¨ª muri¨® Wamba, seg¨²n acredita la Historia y un monolito con su efigie, as¨ª como una calle y una plaza en su nombre.
El implicado en esta controversia rein¨® entre el a?o 672 y el a?o 680, ¨¦poca convulsa para los pueblos de origen centroeuropeo a causa de sus divisiones internas, traiciones entre clanes y nobles, rebeliones de regiones peninsulares y algunas incipientes escaramuzas ¨¢rabes. Wamba fue ungido en la vallisoletana localidad de Gertici, despu¨¦s rebautizada hom¨®nimamente en su nombre, e inici¨® un mando tormentoso. Los hechos glosados contrastan con las nebulosas sobre su ca¨ªda, con teor¨ªas sobre un boicoteo, siendo el rey embaucado, envenenado, torturado, vestido de monje y forzado a abdicar. Wamba se retir¨® al monasterio de Monjes Negros de San Vicente en Pampliega, donde muri¨® en el 688 e inici¨® sus penas post mortem. En el 711 los ¨¢rabes alcanzaron el convento y lo incendiaron, pero no encontraron la tumba: esta se encontraba en el cementerio local, fuera de la ermita. El cuerpo permaneci¨® all¨ª hasta que medio milenio despu¨¦s Alfonso X el Sabio decidi¨® trasladarlo a la iglesia toledana de Santa Leocadia, junto al alc¨¢zar, al igual que a su predecesor Recesvinto.
El movimiento, seg¨²n censuran en Pampliega, se ejecut¨® excavando por la noche, con sigilo, ante la oposici¨®n burgalesa al cambio. Los jefes visigodos descansaron unos cuantos siglos en paz hasta que en la guerra de la Independencia contra la invasi¨®n napole¨®nica las tropas francesas ultrajaron los restos y los desperdigaron por el templo. Tal afrenta propici¨® que unas d¨¦cadas despu¨¦s, con Isabel II como reina, esta decidiera moverlos a la catedral de Toledo. Las reliquias permanecen en un lugar poco relevante, pr¨¢cticamente invisible si no se conoce su existencia, motivo por el cual Pampliega reclama recuperarlos y darles empaque.
La cuesti¨®n vuelve al candelero tras las consultas de dos diputados del PP de Burgos respecto a la reclamaci¨®n de Pampliega. El Gobierno central argument¨® que la Di¨®cesis de Toledo ostenta la titularidad privada de la catedral. La Di¨®cesis emiti¨® un comunicado hace unas semanas alegando ¡°ser la catedral solo la depositaria de los restos mortales de los reyes Recesvinto y Wamba¡± y aleg¨® que ¡°no es competencia del Cabildo Primado decidir sobre su traslado a ning¨²n otro lugar fuera del templo primado¡±. La iniciativa burgalesa contrasta con el empe?o del exalcalde de Toledo por el PSOE Joaqu¨ªn S¨¢nchez Garrido y el historiador Jorge Miranda por mantener tales restos en la catedral toledana y, exhumamiento mediante, darles sepultura con esplendor y m¨¢s visibilidad.
S¨¢nchez y Miranda destacaron hace unas semanas en una rueda de prensa conjunta el oprobio sufrido por los regios restos, condenados ¡°en una cajita en un nicho, en un arc¨®n, depositados en una pared¡±. Ambos lamentaron el desconocimiento general sobre la ubicaci¨®n de Wamba y Recesvinto, vecinos de excepci¨®n en esta villa hist¨®rica: ¡°Si pregunt¨¢ramos, el 95% de los toledanos no sabr¨ªan que est¨¢n en lo alto de una pared, en una l¨¢pida. Tenemos que estar agradecidos a la Catedral por haber sido la depositaria¡±. El empe?o ha implicado contactos con administraciones de todas las escalas. Un primer aviso a la Casa Real se sald¨® con una tibia respuesta alegando no tener competencias sobre ello, algo ¡°extra?o¡± seg¨²n ellos: ¡°Estamos hablando de la monarqu¨ªa visig¨®tica, no de unos aficionados¡±.
La delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha, Milagros Tol¨®n, fue advertida para elevar el asunto al ministerio que corresponda; el titular de Cultura, Ernest Urtasun, no ha respondido a una carta indic¨¢ndole su empe?o. S¨¢nchez y Miranda esperan respuesta mientras plantean destinos para el enterramiento ¡°digno y con sarc¨®fago¡±: o bien la propia catedral, aunque en un punto m¨¢s se?alado, o bien en la iglesia de Santa Leocadia, donde en su d¨ªa se hallaron los vestigios antes de trasladarlos hace casi 200 a?os. ¡°Indudablemente, si los restos de los que hablamos fueran los de Tutankam¨®n [fara¨®n egipcio], seguramente el ministerio habr¨ªa tomado otra decisi¨®n¡±, critican los impulsores. Miranda, historiador, se expresaba con contundencia: ¡°No queremos que dos reyes de Espa?a est¨¦n en un mal pino, forrado de un mal terciopelo, y con chinchetas. Cada vez que lo veo me da verg¨¹enza ajena¡±.
Tanta solemnidad se reproduce en Pampliega, donde el respeto por Wamba se aprecia en la estatua de piedra por el visigodo: recio, con una espada a la diestra, corona y barba larga. Similar aspecto luce en un monolito erigido por ¡°el pueblo de Wamba a su rey en recuerdo de los a?os que vivi¨® con la gente de esta villa¡±. Wenceslao Sancho, responsable de Cultura del Ayuntamiento, aduce la ¡°¨²ltima voluntad del rey de descansar en Pampliega¡±, pues hubiera podido reclamar su traslado a Toledo, la capital de la corte, cuando reg¨ªa su sobrino ?gica. ¡°Me duele que hablen de guerras, soy un enamorado de Toledo, no queremos ning¨²n tipo de enfrentamiento¡±, exclama Sancho, desmintiendo presuntas denuncias judiciales de su municipio recogidas en informaciones pasadas. ¡°Ser¨ªa important¨ªsimo en lo emocional y de crecimiento para la econom¨ªa rural, contemplamos hacer un funeral de Estado o enterrarlo con todos los honores¡±, anhela el burgal¨¦s. De momento tienen que conformarse con una feria visig¨®tica en verano con teatro, trovadores, danzas, espect¨¢culos de fuego y la no menos importante cata de vinos locales, capaces de resucitar a un muerto.
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