El Gaud¨ª de la Ribera navarra ultima su obra m¨¢s emblem¨¢tica
Armando Baigorri, m¨¢s conocido como Rustigenio, lleva casi dos d¨¦cadas reconvirtiendo una antigua f¨¢brica de yeso en una obra de arte de piedra
Rustigenio es una combinaci¨®n entre ¡°r¨²stico¡± y ¡°genio¡±. Es el nombre art¨ªstico elegido por Armando Baigorri (Ablitas, 62 a?os), al que muchos definen como el Gaud¨ª de la Ribera navarra. Panadero de profesi¨®n, es un artista de la piedra y ha creado en el peque?o pueblo de Monteagudo (1.100 habitantes) una obra dif¨ªcil de olvidar. Hace ya m¨¢s de veinte a?os que adquiri¨® una antigua f¨¢brica de yeso en el pueblo que ha recubierto con piedras de todos los colores, formas y tama?os. Rustigenio se?ala que, en este lugar, ¡°est¨¢ la variedad, amalgamas y formaci¨®n de colores m¨¢s grande de todo el mundo. Aqu¨ª tienes todo el colorido de la naturaleza¡±. Sin formaci¨®n en arquitectura o ingenier¨ªa, ha aprendido a dominar, cuenta, ¡°la ciencia de la piedra¡±. Ciencia que nace de una premisa b¨¢sica: ¡°Cada piedra es diferente y cada escultura tiene su propia personalidad¡±.
En una conversaci¨®n plagada de risas, Rustigenio desvela que su fascinaci¨®n por las piedras viene de lejos, desde peque?o. Mucho antes de llegar a Monteagudo, en su Ablitas natal, ya empez¨® a decorar unas cuevas. Ha dejado su impronta en numerosos lugares, pero, sin duda, la antigua f¨¢brica de yeso es una de sus obras maestras. Empez¨® a trabajar en ella alrededor de 2005 y, desde entonces, ha a?adido a la estructura miles de piedras de todos los tama?os. Piedras que dibujan diferentes formas, incluido el de un hombre, el vigilante de la casa ¨DJos¨¦ Ignacio, I?aki en vasco, se r¨ªe¨D. La antigua f¨¢brica es una construcci¨®n imponente cuya belleza var¨ªa en funci¨®n de la luz y del momento de la jornada.
El trabajo no ha sido sencillo, pues apenas ha contado con ayuda para hacerlo. Entre sus secretos mejor guardados est¨¢n el origen de las piedras y el c¨®mo ha logrado que todo se mantenga en pie durante tantos a?os. Acostumbrado a que le pregunten por ello, Rustigenio tiene todo un arsenal de bromas preparadas: las piedras las trae un helic¨®ptero desde Canad¨¢ y no hay nada como el pegamento del bazar ¨D¡°dos kilos, cincuenta c¨¦ntimos¡±¨D para unir las rocas. Domina el arte de la piedra y se?ala que para sacar adelante este proyecto ha hecho falta ¡°fuerza f¨ªsica, ganas de trabajar, mucha ma?a y conocer los pesos de la piedra y sus equilibrios¡±. No es una cuesti¨®n balad¨ª. Hay piedras que pesan m¨¢s de 200 kilos ¨D¡±solo las levanta Perurena¡±, r¨ªe¨D No desvela de d¨®nde proceden las piedras que ha ido agrupando desde hace d¨¦cadas. S¨ª cuenta c¨®mo las elige: ¡°Yo en cuanto veo una piedra, veo el peso, el equilibrio, la altura, el volumen. Como con rayos X, como si la viese por dentro. Veo el material de cada piedra porque cada una es una escultura diferente y cada una tiene su propia personalidad y forma. Ten en cuenta que se ha hecho con la erosi¨®n, el rodamiento y el desgaste de miles y miles y millones de a?os. Tiene que tener una personalidad. No cojo una piedra vulgar y corriente¡±.
Rustigenio procura no modificar las piedras, aunque en ocasiones tiene que hacerlo. Emplea un puntero y una maceta o, si es preciso, una radial. No obstante, intenta limitarse a colocarlas tal y como est¨¢n en la naturaleza porque ¡°ya de por s¨ª, ya te digo, tienen su propia personalidad, no les hace falta m¨¢s¡±.
El arte de Rustigenio va m¨¢s all¨¢ de las piedras. En el patio de la casa ha colocado varias esculturas de hierro de diferentes tama?os. Cada una es ¨²nica. Desde la cruz compuesta por 4.000 herraduras viejas de caballo hasta la formada por aperos de agricultura. Su mente no para durante toda la entrevista. Mientras camina agarrado al bast¨®n, explica que pocos d¨ªas despu¨¦s de nuestra visita tiene contratada ya una m¨¢quina para construir un arco de piedra en la parte posterior del patio, que ser¨¢ la nueva entrada a la parcela. ¡°Voy a poner una puerta de rejas. Tengo un mont¨®n de puertas de castillos que compr¨¦ hace a?os en las chatarrer¨ªas. Una es de la c¨¢rcel de Tafalla¡±, explica. ¡°Son rejas hechas de hierro, forjadas a mano¡±. Tiene claro qu¨¦ quiere hacer, aunque no ha dise?ado los planos. ¡°Tengo dise?ado en la cabeza c¨®mo va a ser. Si es caso, me hago un apunte, un peque?o boceto como para acordarme dentro de unos d¨ªas porque seguido no lo haces. En s¨ª no necesito hacerme bocetos ni nada porque ya en cuanto veo las piedras veo lo que se puede hacer¡±. Las ideas no se terminan y las ganas, a sus 62 a?os, tampoco. ¡°Si hubiese podido, hubiese hecho muchas m¨¢s cosas. Esto para m¨ª es como hacer pan¡±.
Por ahora, sigue centrando en terminar su obra. No descarta darle un uso a la casa para recuperar de alg¨²n modo la inversi¨®n monetaria realizada en ella y aprovechar el fruto de un trabajo de a?os. Quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa pueda convertirla en una casa rural, aunque descarta vivir ¨¦l mismo all¨ª porque, dice, ya no le da tiempo. En paralelo, mientras contin¨²a construyendo la casa, piensa en c¨®mo hacer del entorno un lugar m¨¢s accesible para que quienes acudan a verla, que cada vez son m¨¢s, puedan disfrutar mejor de todos los ¨¢ngulos de su obra. Las visitas se suceden y no faltan an¨¦cdotas curiosas. Rustigenio cuenta que hace poco recibi¨® la visita de varios estadounidenses. ¡°Yo no sab¨ªa qui¨¦n era esa gente. Y les dije, pero ustedes, ?qui¨¦nes son, pues? Y me dice, nosotros somos de Estados Unidos. Y le insist¨ª, pero y ese se?or quien es, y me dijo que era director de un museo, pero no me dijo de d¨®nde ni nada¡±. La sorpresa lleg¨® despu¨¦s, r¨ªe Rustigenio, cuando al cont¨¢rselo a su hermano Alfonso ¨D(Alfonso Baigorri, 50 a?os) que no se ha despegado de ¨¦l en toda la entrevista¨D, descubrieron en unas fotos de internet que el visitante era, nada m¨¢s y nada menos, que Glenn Lowry, el director del prestigioso museo MoMa, de Nueva York.
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