Sostiene Feij¨®o
S¨¢nchez b¨¢sicamente se ci?e al Pacto Migratorio de la UE y ofrece, poco m¨¢s o menos, lo que dice el programa electoral del PP para tratar de aumentar la migraci¨®n regular y reducir la irregular
Sostiene su equipo que sucedi¨® en la campa?a de las elecciones catalanas. Una magn¨ªfica jornada primaveral, soleada y airada, Feij¨®o se pase¨® por una de las localidades con m¨¢s migraci¨®n, y el resultado de esa caminata provoc¨® una convulsi¨®n en un mitin posterior: ¡°Le pido el voto a los que no admiten que la inmigraci¨®n ilegal ocupe nuestros domicilios¡±. No hay evidencia emp¨ªrica de que eso ocurra: la mentira os har¨¢ libres, dice Fernando Vallesp¨ªn.
Sostienen las cr¨®nicas de por aquel entonces, en la carrera a los comicios europeos, que Feij¨®o volvi¨® a sacudir en un mitin en Tenerife el espantajo de la inmigraci¨®n: propuso que las personas que quieran formar parte de la Uni¨®n Europea tengan que adquirir ¡°un compromiso de adhesi¨®n y respeto a los valores fundacionales de Europa¡±.
Sostienen sus pr¨®ximos que ese cambio de rasante, ese nuevo tono tirando a radical que abraza alguno de los postulados de la extrema derecha, provoc¨® un debate interno en el PP. Ante la tesis del l¨ªder (¡°los espa?oles tienen derecho a salir tranquilamente a la calle¡±), la c¨²pula ten¨ªa una ant¨ªtesis: ser¨ªa ¡°un error¡± abrazar ese discurso porque aleja al partido de la centralidad. Pero se impon¨ªa una s¨ªntesis: ¡°Esa es una percepci¨®n que est¨¢ en la calle¡±. ¡°La calle¡±, ese sintagma.
Sostiene el aparato del PP que no sirvi¨® de mucho que el ala moderada, capitaneada por Moreno Bonilla, levantara la mano: ¡°No voy a participar en la cacer¨ªa del inmigrante¡±. El crescendo continu¨®: Feij¨®o endureci¨® a principios de agosto su discurso contra los menores migrantes y reclam¨® ¡°l¨ªmites¡± a la acogida. Inmediatamente despu¨¦s, se neg¨® a apoyar la reforma de la ley de extranjer¨ªa a pesar de la presi¨®n en Canarias y Ceuta, con Gobiernos apoyados por el PP. Subi¨® la apuesta con una proposici¨®n no de ley para reforzar el control de fronteras. Y ha acabado incendiando el debate migratorio esta semana, acusando a Pedro S¨¢nchez de activar el ¡°efecto llamada¡± en Mauritania, Gambia y Senegal.
El presidente del Gobierno, b¨¢sicamente, se ci?e al Pacto Migratorio de la UE y ofrece a esos pa¨ªses, poco m¨¢s o menos, lo que dice el programa electoral del PP para tratar de aumentar la migraci¨®n regular y reducir la irregular. El PP vot¨® en su d¨ªa a favor de la regularizaci¨®n de migrantes, pero da un poco igual: si la estrategia es decir frases con pegada, la migraci¨®n es uno de los mejores mu?ecos de pimpampum. Su portavoz parlamentario, Miguel Tellado, es quien m¨¢s lejos ha llegado, al plantear incluso ¡°deportaciones masivas¡± de migrantes, algo que no han conseguido hacer ni los Gobiernos ultras de Europa, empezando por el italiano de Giorgia Meloni.
Por el camino, la migraci¨®n ha pasado de ser el noveno problema para los espa?oles, seg¨²n el CIS de junio, al cuarto (julio). Va a ser un asunto capital en las pr¨®ximas elecciones regionales en Alemania, donde la socialdemocracia habla ya de endurecer las leyes y en las que tiene toda la pinta de ganar la ultraderecha. Y en las de Austria, con los ultras mandando tambi¨¦n en los sondeos. Fue un asunto central en los comicios franceses y en los europeos. Ser¨¢ uno de los temas clave de las elecciones estadounidenses en noviembre. ?Y en Espa?a?
Los datos de entradas han aumentado con rapidez este a?o, pero aun as¨ª no permiten hablar de crisis migratoria; como mucho de presi¨®n migratoria en Canarias y en Ceuta. Pero con el aceler¨®n declarativo de la pol¨ªtica nacional, los datos empiezan a dar un poco igual: cuentan m¨¢s las percepciones. Cuenta la ansiedad que provocan las advertencias de ¡°invasi¨®n¡± de Vox, o ese sindi¨®s de las deportaciones masivas de Tellado.
La migraci¨®n sol¨ªa ser un debate sobre derechos y econom¨ªa; ahora el enfoque pr¨¢cticamente ¨²nico es la seguridad. Las fronteras abiertas de Europa han dejado de ser un s¨ªmbolo de libertad: ahora lo son de inseguridad. Las derechas se han arrimado al discurso ultra; las izquierdas siguen sin mirar de frente al problema y como mucho mascullan en voz baja algo sobre los ¡°valores europeos¡±, los mismos valores que han llevado a Bruselas ¨Dcon los votos de los socialistas y los populares¨D a cerrar acuerdos con Turqu¨ªa para mantener a los refugiados sirios en campos de concentraci¨®n a las puertas de Europa.
La migraci¨®n es un debate apasionante, complejo, lleno de aristas que pinchan. La formidable brecha de renta per c¨¢pita en las dos orillas del Mediterr¨¢neo hace que montarse en una patera para cruzar ese mar de color de vino sea m¨¢s atractivo que cualquier utop¨ªa. Los economistas sostienen que las rentas m¨¢s bajas perciben a los migrantes como una competencia por los empleos, pero a la vez cuentan que el boom del mercado laboral espa?ol no se explica sin la migraci¨®n, y que las pensiones dif¨ªcilmente ser¨¢n sostenibles sin ella. No solo en Espa?a: el invierno demogr¨¢fico de Europa ser¨¢ mucho m¨¢s fr¨ªo, g¨¦lido, sin migrantes. Esos son los debates fundamentales, los que deber¨ªan a marcar las pol¨ªticas migratorias globales de los pr¨®ximos tiempos, si no fuera por el oleaje emocional de los populismos, que arrastra a partidos anteriormente conocidos como ¡°de centro¡±.
Les contar¨¦ un secreto: las pateras no van a dejar de venir por muchos muros que construya Europa, por mucho que las derechas hablen de deportaciones masivas, por mucho que la normativa se endurezca. Por mucho que S¨¢nchez busque acuerdos con los pa¨ªses de tr¨¢nsito, que van a servir de poco o nada. Por mucho que Feij¨®o ejerza de Feij¨®o y se levante un d¨ªa moderado y centrista, y por la tarde radicalice su discurso hasta el infinito y m¨¢s all¨¢.
Sostienen los polit¨®logos que usar a los migrantes como arma pol¨ªtica ha sido hist¨®ricamente un ¨¦xito para los partidos que blanden esa arma: quiz¨¢ eso explica esa inflexi¨®n en el relato migratorio del PP. Sostienen tambi¨¦n que, a la larga, los pa¨ªses gobernados por esos partidos cosechan fracasos estrepitosos en esa palabra tan l¨ªquida que es la convivencia. Pero ay, ¡°era mejor darse prisa, el Lisboa saldr¨ªa dentro de poco y no hab¨ªa tiempo que perder, sostiene Pereira¡±.
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