Los ni?os de la guerra atascados en la crisis canaria: ¡°Me secuestraron para matar¡±
Los refugiados aumentan entre los m¨¢s de 5.000 menores acogidos en las islas, pero faltan recursos estatales para que logren pedir asilo
Al traductor le cuesta procesar lo que un adolescente maliense de 17 a?os acaba de contar. A pesar de llevar un a?o trabajando en un centro de menores de Tenerife, el trasiego del d¨ªa a d¨ªa le deja poco tiempo para sentarse a hablar con los chicos. Pero este jueves ha acabado formando parte de una cadena de int¨¦rpretes del bambara al franc¨¦s y del franc¨¦s al espa?ol. ¡°No me imaginaba que esto pasaba¡±, confiesa el traductor senegal¨¦s. Frente a ¨¦l, Silemane, con sus cascos verde pistacho alrededor del cuello y su bermuda manchada de lej¨ªa, vivi¨® seis meses como ni?o soldado, reclutado a la fuerza por yihadistas antes de tomar un cayuco hacia las islas Canarias. ¡°Me secuestraron en mi pueblo junto a otros chicos. Nos forzaban a limpiar, a cortar le?a¡ Y a matar¡±, cuenta Silemane con los pu?os apretados. ¡°Nos daban machetes para pelearnos entre nosotros. Al que se negaba, lo asesinaban. Perd¨ª a varios amigos as¨ª, yo mismo quise acabar muerto muchas veces¡±.
Las embarcaciones que arriban a las islas canarias est¨¢n cargadas de ni?os y adolescentes que, en muchos casos, se han visto obligados a dejar sus casas sin fecha de regreso. El perfil ha ido cambiando desde 2023 y los desbordados centros de acogida de Canarias se encuentran con cientos de chicos malienses huidos del conflicto en su pa¨ªs. Son m¨¢s de 1.000 entre los 5.400 acogidos actualmente en el archipi¨¦lago. No en vano, los malienses son, por primera vez, la principal nacionalidad que desembarca en Espa?a de forma irregular. Y, aunque el pa¨ªs de origen no es determinante, el 96% de los solicitantes de Mal¨ª obtienen protecci¨®n. Son refugiados, como los 200.000 ucranios que huyeron a Espa?a desde marzo de 2022.
El sistema, desbordado, falla para todos. Pero a¨²n m¨¢s para los ni?os refugiados. Y no solo falla el Gobierno canario, cuyo colapso hace impensable hablar, por ejemplo, de asistencia psicol¨®gica; tambi¨¦n falla el Estado. Sileman, en El Hierro desde febrero de 2024, ni siquiera ha conseguido una cita para pedir asilo. Tampoco la mayor¨ªa de los compatriotas de su centro de acogida. Preguntado, el Ministerio del Interior da como referencia las citas destinadas a menores en la provincia de Las Palmas: 200 en lo que va de a?o, 22 al mes, poco m¨¢s de una por cada d¨ªa laborable. ¡°Es urgente adoptar soluciones previsibles y estables que garanticen el inter¨¦s superior de los ni?os y ni?as que llegan a Canarias¡±, pide la representante de Acnur en Espa?a, Sophie Muller. ¡°Hay que despolitizar el debate: el tiempo juega un papel fundamental, y cada minuto que pasa aumenta el riesgo de dejarles cicatrices permanentes, tanto en forma de da?os a su salud mental, como obstaculizando sus oportunidades de integrarse y de construir un futuro mejor¡±, a?ade.
El joven, que sorprende a sus cuidadores porque no ha perdido la sonrisa, no recuerda la paz. Su pueblo se encuentra en Kayes, una de las regiones castigadas por el avance del conflicto que comenz¨® en 2012, cuando rebeldes tuaregs y grupos yihadistas se alzaron en armas en el norte del pa¨ªs. Cuando lo sacaron de all¨ª a la fuerza, su familia lo perdi¨®, quiz¨¢s, para siempre. Ahora, a salvo, es incapaz de contactar con ellos: no tienen redes sociales, ni tel¨¦fonos a los que llamar. ?D¨®nde est¨¢ Silemane? No saben que est¨¢ vivo. La ¨²ltima vez que lo vieron estaba siendo secuestrado por terroristas.
Espa?a tiene a¨²n varias cuestiones pendientes en sus obligaciones de asilo. A pesar de ser el segundo pa¨ªs de la UE con m¨¢s solicitudes ¡ª163.220 en 2023¡ª, sigue sin invertir recursos suficientes. Un ejemplo de ello es el r¨¦cord de m¨¢s de 254.000 peticiones que acumula sin resolver. El asilo implica obligaciones para los pa¨ªses, derechos para quienes lo piden y tambi¨¦n ayuda europea. El asilo, como tambi¨¦n lo son los retornos, es uno de los pilares de la pol¨ªtica comunitaria. El propio vicepresidente de la Comisi¨®n Europea, Margaritis Schinas, en su visita a un centro de menores de Tenerife ¡ªun criadero de palomas reconvertido en alojamiento para 300 chavales¡ª, comentaba la cantidad de recursos que la UE podr¨ªa aportar a Canarias para mejorar la atenci¨®n a los reci¨¦n llegados. Hablaba de centros nuevos, en los que no haya zulos transformados en habitaciones que tengan que estar vigilados 24 horas porque, una vez cerrada la puerta, no hay salida ante un posible incendio como ocurre ahora. Sin embargo, tambi¨¦n se refer¨ªa al refuerzo de la agencia europea de asilo ¡ªinfrautilizada en Espa?a¡ª o al apoyo para personal, instalaciones adecuadas, para los tr¨¢mites de las solicitudes de asilo o int¨¦rpretes. Pero ese refuerzo hay que pedirlo.
Una mejor gesti¨®n de los ni?os refugiados en Canarias servir¨ªa, seg¨²n el Defensor del Pueblo, para descargar responsabilidades al Gobierno canario. En plena confrontaci¨®n pol¨ªtica para sacar adelante un cambio legislativo que imponga entre comunidades una distribuci¨®n de los menores migrantes, ?ngel Gabilondo dio un toque de atenci¨®n al Estado. Seg¨²n sus recomendaciones, el Ministerio de Migraciones deber¨ªa crear centros de triaje como los que se habilitaron para identificar a los menores ucranianos solicitantes de asilo. Siguiendo la directiva europea, podr¨ªa acoger a los mayores de 16 a?os y alojarlos en los centros para refugiados de adultos. Pero, seg¨²n el ministerio, no tiene competencias en los solicitantes de asilo que son menores.
Escondido en el bosque, Silemane consigui¨® escapar en un descuido de sus captores. La alegr¨ªa dur¨® poco. Al segundo intento, se adentr¨® a¨²n m¨¢s en la monta?a, aliment¨¢ndose de ¡°peque?os animales¡±. Lleg¨® a una carretera. Detuvo a un cami¨®n. Convenci¨® al conductor para que lo llevara a Mauritania escondido entre las mercanc¨ªas. All¨ª trabaj¨® un mes en una mina de oro. Su jefe le pag¨® la mitad de los 250 euros que le cost¨® su pasaje en un cayuco. Cuatro d¨ªas en alta mar, sin agua, rumbo a El Hierro. Un viaje clandestino y silencioso que no pudo contar a nadie.
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