Ya no hay temas a salvo de la bronca: llega la ¡°polarizaci¨®n cotidiana¡±
La pugna partidista en asuntos de ocio como el pique entre ¡®El hormiguero¡¯ y ¡®La revuelta¡¯ o el humor de Lalachus se contagia cada vez m¨¢s a la sociedad
¡°Lo m¨¢s gracioso es, sin duda, la cantidad de gente que no sab¨ªa que ten¨ªa que ofenderse cuando Lalachus homenaje¨® durante las campanadas a la vaquilla del Grand Prix¡±. En pleno revuelo por el programa de Nochevieja de TVE, tras el que grupos ultraderechistas ¡ªentre ellos Vox¡ª desataron una campa?a contra la humorista Laura Yustres que se extendi¨® por las redes sociales, un art¨ªculo del escritor Manuel Jabois en EL PA?S ofrec¨ªa, con la frase que encabeza este p¨¢rrafo, una importante clave sobre c¨®mo se mueven los engranajes de un fen¨®meno de ¨¦poca: la polarizaci¨®n. ¡°Que ante algo anecd¨®tico se forme una enorme pol¨¦mica no es sorprendente cuando se conoce el funcionamiento de la polarizaci¨®n en Espa?a, donde las estrategias de los principales partidos la han terminado por extender desde los temas pol¨ªticos a ¨¢mbitos como el ocio y la cultura, arrastrando a sus seguidores a posiciones de conmigo o contra m¨ª en cada vez m¨¢s cuestiones¡±, explica el catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica Mariano Torcal.
Torcal sabe de lo que habla. Director del Centro de Investigaci¨®n y Asesoramiento de Metodolog¨ªa de Encuesta de la Universidad Pompeu Fabra, es autor de De votantes a ¡®hooligans¡¯, un ensayo sobre un tema del que hoy se opina con m¨¢s abundancia que propiedad. Por ejemplo, es usual aludir a la polarizaci¨®n como sin¨®nimo de crispaci¨®n pol¨ªtica, cuando no lo es, y presentarla como algo homog¨¦neo, cuando en realidad hay polarizaci¨®n ideol¨®gica y afectiva. Aunque est¨¢n relacionadas, son distintas. La base de la primera es la divergencia entre izquierda y derecha sobre asuntos pol¨ªticos: de la econom¨ªa al aborto, de la vivienda a la inmigraci¨®n. Consustancial al debate democr¨¢tico, es problem¨¢tica si crece sin freno. Es el caso del terreno fiscal. Desde la llegada de Pedro S¨¢nchez al poder en 2018, el CIS detecta un aumento del rechazo conservador al compromiso fiscal, incluida una creciente tolerancia ante el fraude, en contraste con la tendencia contraria en el campo progresista. No solo hay una brecha profunda, es que se agranda.
Pero la polarizaci¨®n que m¨¢s inquieta a los investigadores es la afectiva, que implica un rechazo al adversario directamente proporcional a la adhesi¨®n a los propios. Es el paso decisivo de la conversi¨®n en hooligan que explora Torcal. Este tipo de polarizaci¨®n, la afectiva, crece en Espa?a. Una serie de encuestas de la Universidad de Murcia ha detectado entre 2021 y 2024 un incremento del 30,6% de un indicador que mide la divergencia entre el afecto por el partido que uno vota y el resto. Este rechazo se expresa con especial crudeza hacia los l¨ªderes contrarios. Es llamativa la animadversi¨®n hacia S¨¢nchez. Al 72,1% de los votantes de Vox y al 55,8% de los del PP los hace sentir asqueados, la opci¨®n m¨¢s negativa de las seis que ofrec¨ªa el CIS en octubre.
Torcal ve especialmente grave el rechazo a los seguidores de otros partidos. Datos del proyecto Spanish Comparative Election facilitados por el investigador a EL PA?S muestran que esta animosidad ha subido entre 2018 y 2023 entre los votantes del PP (de 5,84 a 7), del PSOE (de 6,44 a 6,9) y de Vox (de 6,19 a 6,66), mientras que ha bajado entre los electores de lo que era UP y del actual Sumar (de 6,9 a 6,3). Una encuesta de 40DB de diciembre de 2020 detect¨® que un 25,6% de la poblaci¨®n no se sentar¨ªa a tomar algo con un militante del PSOE, porcentaje que sub¨ªa en los casos de tom¨¢rselo con un militante del PP (28,6%), Podemos (38,3%), un partido independentista (40,2%) y Vox (44,8%).
Toros, Eurovisi¨®n, ¡®El hormiguero¡¯, Lalachus
Tanto Torcal como el soci¨®logo Luis Miller, investigador del CSIC y autor del ensayo Polarizados, coinciden en que la polarizaci¨®n ideol¨®gica y la afectiva, adem¨¢s de lastrar la gesti¨®n y la rendici¨®n de cuentas, abonan el terreno para una tercera variedad, la ¡°polarizaci¨®n cotidiana¡±, proceso por el que se convierten en objeto de discordia ¡°todo un caj¨®n de sastre de asuntos relacionados con los estilos de vida, los gustos, cualquier creencia o idea¡±, explicar Miller.
¡°Llevamos a?os viendo c¨®mo debates que en principio no eran tan pol¨ªticos, como los toros, se afrontan desde una divisi¨®n izquierda-derecha cada vez mayor. Esa divisi¨®n se empieza a aplicar a cualquier cosa: desde Eurovisi¨®n [en 2022 hubo bronca con ribetes pol¨ªticos durante la preselecci¨®n entre las candidatas Chanel, Rigoberta Bandini y Tanxugueiras] hasta la preferencia por un programa televisivo u otro, como La Revuelta o El hormiguero, o ahora con Lalachus¡±, se?ala Torcal. No es que estas cuestiones no puedan abordarse desde una ¨®ptica pol¨ªtica. En realidad, casi todo puede abordarse as¨ª. Contra lo que Torcal alerta es contra el uso del margen de discordia pol¨ªtica que ofrecen, por peque?o que sea, para exacerbar divisiones.
A diferencia de EE UU, este fen¨®meno est¨¢ poco estudiado en Espa?a. Miller ha dado unas ¡°primeras pinceladas¡± en su art¨ªculo de octubre La polarizaci¨®n cotidiana en Espa?a. A partir de datos a¨²n no publicados de junio de 2024 del proyecto Norpol, financiado por la Agencia Estatal de Investigaci¨®n, concluye que existen diferencias relevantes entre izquierda y derecha ¡ªm¨¢s de diez puntos¡ª al posicionarse sobre un ramillete de cuestiones en principio alejadas de la pol¨ªtica. ?Ejemplos? Hay una correlaci¨®n significativa entre declararse de izquierdas y ver programas de ciencia y debate, escuchar m¨²sica indie, montar en bicicleta y declararse vegetariano. Al otro lado, la hay entre ser de derechas y ver programas de entrevistas y actuaciones, escuchar flamenco o m¨²sica latina.
Estas brechas, advierte Miller, pueden ensancharse si hay un ¡°aprovechamiento partidista¡± de las mismas. Y no solo estas. Hay m¨¢s. Entre 2023 y 2024, el CIS ha publicado cuatro encuestas que muestran la actitud de los votantes ante multitud de cuestiones no pol¨ªticas. Algunos resultados son enigm¨¢ticos: los de Bildu son los que m¨¢s se inclinan por la tortilla con cebolla (91,3%) y los del PNV, los que menos (57,3%). Otros muestran indicios de lo que algunos autores llaman ¡°micropolarizaci¨®n¡±. La media de los porcentajes de votantes del PP y Vox que desprecian la pintura moderna es de un 44,9%, frente a un 25% en el PSOE y Sumar. Tambi¨¦n hay brecha en la preferencia por la m¨²sica espa?ola: 57% en el campo conservador, 44,1% en el progresista. Cuanto m¨¢s a la derecha el votante, m¨¢s le parece ¡°aburrido¡± ir a la ¨®pera, desde el 30,3% de Vox al 17,3% de Sumar. Parecida tendencia ¡ªatenuada¡ª se marca al preguntar por los destinos tur¨ªsticos: el sol y playa es citado como uno de los destinos preferidos por el 57,9% de los electores de derechas, frente a un 46,7% de los de izquierdas.
¡°En EE UU hay mucha m¨¢s asociaci¨®n de conductas cotidianas con opciones pol¨ªticas que aqu¨ª. Incluso llaman liberal latte al caf¨¦ latte por su identificaci¨®n con los dem¨®cratas. Estamos lejos de eso, pero podemos acercarnos si los partidos se empe?an en explotar cualquier tema¡±, afirma Miller, que ve el caso de Lalachus como un episodio de ¡°polarizaci¨®n cotidiana inducida¡± aprovechando una predisposici¨®n favorable a la misma que no hab¨ªa encontrado la oportunidad de expresarse. Y reparte culpas. Por un lado, a las voces que animaron la indignaci¨®n a quienes quiz¨¢s ¡ªcomo escribi¨® Jabois¡ª no se hab¨ªan ni planteado convertir el tema en objeto de disputa. Por otro, a quienes desde la izquierda, sobre todo en los partidos, reaccionaron ignorando que el caso ata?e a un tema propicio para la polarizaci¨®n: la religi¨®n. ¡°Ah¨ª entramos en un terreno m¨¢s delicado, el de los valores, en el que tambi¨¦n est¨¢ creciendo la polarizaci¨®n¡±, a?ade. Para aquilatar esta afirmaci¨®n, aporta un dato tomado del CIS: la brecha entre conservadores y progresistas que se declaran cat¨®licos ha crecido 29 puntos en 30 a?os. ¡°La divisi¨®n sobre religiosidad, tema que deber¨ªa escapar a la l¨®gica partidista, nos advierte de c¨®mo podemos acabar si lo que ya hemos hecho con los temas morales lo hacemos con la cultura y el consumo¡±, explica.
Los dos investigadores citados enfatizan la responsabilidad de los partidos por su capacidad para condicionar la visi¨®n de sus seguidores sobre cualquier tema. Un dato lo ilustra: en abril de 2020, cuando las cr¨ªticas al Gobierno se centraban en su reacci¨®n tard¨ªa ante la pandemia y no en la restricci¨®n de derechos, los votantes de Vox eran los m¨¢s partidarios de todos los partidos de ¨¢mbito estatal de prohibir la salida a la calle (63,7%). En mayo pasaron a ser los menos favorables al confinamiento (39,1%). ?Qu¨¦ hab¨ªa pasado? Que Vox hab¨ªa apuntado sus bater¨ªas contra el ¡°totalitarismo¡± del ¡°Gobierno socialcomunista¡±. En el caso de Lalachus, la pol¨¦mica estall¨® sobre una base previa: los votantes del PP y de Vox ya ve¨ªan a TVE m¨¢s escorada a la izquierda que los del PSOE y Sumar, seg¨²n datos del CIS. Es previsible que ahora se incremente esa disparidad. As¨ª se ceba lo que Miller llama ¡°c¨ªrculo vicioso¡± de la polarizaci¨®n.
La profesora de la Universidad Carlos III Mar¨ªa Luengo, responsable de un proyecto internacional sobre polarizaci¨®n, a?ade un factor m¨¢s que anima el fen¨®meno: ¡°La din¨¢mica comunicativa en el terreno h¨ªbrido de las redes sociales y los pseudomedios, que segmenta las audiencias y alienta la confrontaci¨®n, es perfecta para la polarizaci¨®n anecd¨®tica¡±. La investigadora se?ala que estos espacios, donde se ¡°combinan pol¨ªtica, entretenimiento y rastreo de datos de audiencias¡±, empujan a los usuarios a ¡°seleccionar unas noticias u otras, reforzando el c¨ªrculo de la polarizaci¨®n¡±. Y a?ade, siguiendo un ejemplo de actualidad, que ¡°la disyuntiva entre El hormiguero y La revuelta, aparentemente sin carga pol¨ªtica¡±, se convierte ¡°en una bomba ideol¨®gica cuando los partidos asignan a cada uno de ellos una serie de significados y empujan a enfrentarse sobre ellos en las redes¡±.
Autocensura y tensi¨®n en WhatsApp
A¨²n m¨¢s dif¨ªcil de medir que la expansi¨®n de la polarizaci¨®n a temas cotidianos es su porosidad en las relaciones personales. La experiencia le indica a Amparo Huertas, directora del Instituto de la Comunicaci¨®n de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, que es elevada. Al frente del proyecto de investigaci¨®n Polarizacion social e interculturalidad, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n y que incluye entrevistas a 50 j¨®venes de 19 a 30 a?os, detecta un ¡°importante impacto en las relaciones familiares y de amistad¡±. ¡°El principal efecto es la autocensura. Hay j¨®venes que, si perciben que hablar del tema trans o de mujeres queer es pol¨¦mico, se callan¡±, explica Huertas.
El escritor Agust¨ªn L¨®pez, de 58 a?os y que vive en Sevilla, tambi¨¦n practica la ¡°autocensura¡±. En su caso, en su relaci¨®n con un amigo que ¡°ha pasado de un comportamiento totalmente normal a extremar sus posiciones, siempre contra el Gobierno¡±. ¡°Opina de todo lo que se est¨¢ hablando en los medios o en las redes, siempre con el mismo enfoque, es una contaminaci¨®n continua. Sobre todo, a trav¨¦s de WhatsApp¡±, a?ade L¨®pez.
Ana Fern¨¢ndez, maestra jubilada de 72 a?os que trabaj¨® en colegios de la provincia de C¨¢diz, ha vivido dos veces el mismo problema en sendos grupos de WhatsApp: pese a su composici¨®n heterog¨¦nea ideol¨®gicamente, hay usuarios que se han dedicado a compartir continuamente contenido, ¡°en ocasiones insultante¡±, contra personalidades de la izquierda. ¡°Empieza medio en broma, pero acaba siendo desagradable porque llega a la falta de respeto. De un grupo me fui con un mensaje explicando mis motivos. De otro se ha salido gente, ya cansada. Yo he pedido rebajar el tono, pero no ha habido resultado. Ya casi ni lo miro¡±.
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