De los fresales de Huelva a abrir un negocio en Marruecos
Un proyecto piloto espa?ol financiado por la UE permite que m¨¢s de 200 temporeras aprendan a gestionar sus peque?as empresas en el pa¨ªs magreb¨ª
El tren de alta velocidad que une T¨¢nger con Casablanca rasga la niebla de la ma?ana a 300 kil¨®metros por hora en la campi?a de Ben Mansur, 90 kil¨®metros al norte de Rabat, a escasos metros del plantel donde Fatna Hamssa, de 51 a?os, cultiva plantas ornamentales entre el ferrocarril y la autopista costera. ¡°Siempre so?¨¦ con tener flores¡±, le confesaba el s¨¢bado a la ministra de Migraciones, Elma Saiz, que pisaba el barro del Marruecos profundo en su vivero. Esta robusta campesina es parte del proyecto piloto Wafira (acr¨®nimo en ingl¨¦s para Mujeres Rurales Financieramente Independientes, y que se traduce al ¨¢rabe por abundancia), que ha formado en los tres ¨²ltimos a?os a 209 migrantes temporeras en los campos de Huelva para que puedan abrir peque?os negocios en sus lugares de origen, gracias a un programa financiado por la Uni¨®n Europea con 2.500 euros por persona (una suma cercana al salario m¨ªnimo agr¨ªcola de todo un a?o en Marruecos), con el fin de ofrecerles estabilidad econ¨®mica.
Para la ministra espa?ola, que dio por ejecutado el viernes este programa pionero junto con las autoridades de Rabat, se trata de ¡°un ejemplo vivo de gesti¨®n migratoria ordenada, inclusiva y duradera¡±, que ¡°completa el ciclo de retorno de la migraci¨®n circular¡± mediante la transformaci¨®n social. ¡°Las temporeras se convierten en actores de cambio, no solo econ¨®mico, sino tambi¨¦n humano¡±, enfatiz¨® Saiz durante la visita.
M¨¢s de 15.000 trabajadoras estacionales marroqu¨ªes acudieron a los fresales de Huelva en 2024 para sostener a sus familias. Otras 4.300 se han inscrito para sumarse a la campa?a de este a?o, en una f¨®rmula laboral en la que todas las partes parecen salir ganando. Se cubren las carencias de mano de obra en los cultivos andaluces de frutos rojos, la contrataci¨®n colectiva en origen asegura condiciones dignas de trabajo y, sobre todo, se eluden los dramas de la migraci¨®n irregular.
La formaci¨®n ofrecida a centenares de temporeras bajo el proyecto Wafira es fuente de inspiraci¨®n para otros pa¨ªses. Saiz anunci¨® en Rabat el lanzamiento de una segunda fase del programa en la que se quiere contar con nuevos socios europeos, como Francia y Portugal, y africanos, como Mauritania y Cabo Verde.
Como cada a?o desde 2007, excepto en los periodos en los que la pandemia cerr¨® la frontera, Fatna partir¨¢ a trabajar durante unos cinco meses al otro lado del Estrecho por un salario que ronda los 1.500 euros mensuales, alojamiento incluido. ¡°Mi marido se ocupar¨¢ del negocio y de nuestros seis hijos¡±, explica. Ella tiene que garantizar el pago de los 80 euros de alquiler mensuales por el terreno, mientras su familia sigue facturando cuatro dirhams (0,38 euros) por cada planta de geranios despachada hacia el mercado mayorista de Casablanca.
¡°He cambiado mucho desde que puse en marcha el vivero de plantas¡±, reconoc¨ªa Fatna con confianza, al tiempo que ofrec¨ªa a sus visitantes un desayuno campestre con t¨¦ a la menta, rgaif (crepes rectangulares del Magreb), huevos y frutos secos. Ahora dispone de cuenta bancaria y cotiza a la Seguridad Social, tanto en Espa?a como en Marruecos, e implica a sus familiares en el peque?o negocio durante su ausencia.
Jeanne Schmitt, la responsable del proyecto Wafira en la Organizaci¨®n Mundial del Trabajo (OIT), el organismo de Naciones Unidas para las relaciones laborales, destaca ¡°el valor y la fortaleza de car¨¢cter¡± de las mujeres con las que ha trabajado en Marruecos, ¡°para lograr superar sus vulnerabilidades mediante la formaci¨®n¡±.
Desde 2024, las temporeras marroqu¨ªes como Fatna cuentan con tarjetas de identidad de extranjeros renovables, equivalentes a un permiso de residencia en Espa?a para cuatro a?os, en calidad de trabajadoras con contrato fijo discontinuo. La estabilidad disuade a la mayor¨ªa de arriesgarse a buscar otro trabajo en Espa?a sin permiso, aunque un 10% de ellas se ven tentadas de seguir la v¨ªa de la migraci¨®n irregular, seg¨²n fuentes oficiales espa?olas en Marruecos.
En el proyecto Wafira, la Uni¨®n Europea ha invertido cerca de 3,3 millones de euros, precisa la embajadora de los Veintisiete en Rabat, la valenciana Patricia Llombart, que acompa?¨® a Saiz en la gira por los embarrados campos de Ben Mansur. El objetivo central del programa es ¡°la reintegraci¨®n socioecon¨®mica sostenible de las trabajadoras de la migraci¨®n circular¡±, esto es, que las temporeras retornen a sus lugares de origen con medios para ganarse la vida.
Entre la agricultura y el comercio
El proyecto lo coordina en Espa?a la secretar¨ªa de Estado de Migraciones, en conexi¨®n con las cooperativas agroalimentarias de Andaluc¨ªa, y lo ejecuta en Marruecos la OIT junto con las autoridades locales, en particular la Anapec o agencia p¨²blica de empleo. La formaci¨®n para el emprendimiento se ofreci¨® a finales de 2021 a m¨¢s de 600 mujeres, de las que la mitad fueron seleccionadas. Una tercera parte ha logrado poner en marcha un peque?o negocio en la agricultura o el comercio. Una granja ap¨ªcola, una tienda de comestibles o un almac¨¦n de productos textiles para el hogar han sido, entre otras, algunas de las propuestas financiadas.
Dos terceras partes de las temporeras bajo el paraguas de Wafira proceden de la regi¨®n de Rabat y el resto de la de T¨¢nger, tienen una edad media de 45 a?os, est¨¢n casadas en su mayor¨ªa y, de promedio, cuentan con tres hijos. El 90% de sus hogares ingresa rentas inferiores a los 250 euros mensuales (el equivalente al salario m¨ªnimo agr¨ªcola). La mitad de sus maridos carece de empleo.
¡°He venido a escuchar historias de vida¡±, confesaba la ministra espa?ola de Migraciones mientras su comitiva segu¨ªa recorriendo el interior rural del oeste de Marruecos a trav¨¦s de un paisaje humilde, aunque no muy pobre, donde los paneles solares conviven con carretas tiradas por burros en las pedan¨ªas de Ben Mansur.
Aziza Zbirat, de 56 a?os, casada y con tres hijos, sin apenas estudios, es due?a de un platanar. Lo adquiri¨® en gran parte gracias sus ingresos en siete campa?as de la fresa en Huelva, y desde el pasado verano lo ha modernizado con placas solares, bombas de agua y un sistema de riego por goteo que ha financiado en el marco del proyecto Wafira.
¡°Aprend¨ª de mi padre el cultivo del pl¨¢tano, pero ahora trabajo con mi propia familia¡±, explica esta campesina bajo el invernadero de la plantaci¨®n. ¡°Intermediarios y mayoristas vienen directamente aqu¨ª, tenemos una gran demanda en el mercado marroqu¨ª¡±, da cuenta de la prosperidad de su negocio. Como en los ¨²ltimos a?os, Aziza pasar¨¢ el mes de Ramad¨¢n, que en 2025 cae en marzo, lejos de los suyos, trabajando en la campa?a de recogida de frambuesas y ar¨¢ndanos en Huelva. Sus ahorros, algo m¨¢s del 80% de su salario, se reinvertir¨¢n en el platanar de Marruecos. ¡°No quiero quedarme a vivir en Espa?a¡±, sostiene, ¡°mi tierra y mi familia est¨¢n aqu¨ª, pero mientras pueda seguir¨¦ trabajando cada temporada en Huelva¡±.
20 a?os de modelo de migraci¨®n circular
Negociado por Espa?a y Marruecos en 2001 y puesto en marcha en 2005, el programa de contrataci¨®n colectiva de campesinas marroqu¨ªes en origen se redujo considerablemente entre 2009 y 2015, a causa de la crisis econ¨®mica que llev¨® a muchos trabajadores espa?oles a solicitar puestos agr¨ªcolas a los que antes no optaban. En 2019 llegaron m¨¢s de 14.500 temporeras a Huelva, y una cifra similar se registr¨® en 2023 tras la pandemia. La crisis de la covid dej¨® atrapadas a m¨¢s de 7.000 temporeras en Espa?a en 2020. Al a?o siguiente, la tensi¨®n diplom¨¢tica tras la irrupci¨®n de miles de marroqu¨ªes en Ceuta dej¨® en el aire el retorno de otras 12.600. Hace dos a?os, el peor accidente laboral desde el inicio del modelo de migraci¨®n circular caus¨® la muerte de una trabajadora estacional y dej¨® heridas a otras 39 al volcar en una carretera de Huelva el autob¨²s que las transportaba hacia los fresales entre la niebla matinal.
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