De profec¨ªas y conspiraciones
Al insistir en llamar a la calma mientras toman medidas preventivas para contener la crisis del coronavirus no pueden evitar que estas, por s¨ª mismas, creen alarma. Bucle inevitable
"En esta tierra hay plagas y v¨ªctimas y, en la medida de lo posible, hay que negarse a estar con la plaga¡±. Es la consigna de estos d¨ªas. Por supuesto que tambi¨¦n lo es de las autoridades sanitarias. Pero al insistir en llamar a la calma mientras toman medidas preventivas no pueden evitar que estas, por s¨ª mismas, creen alarma. Bucle inevitable. La cita literaria es en estos momentos el ideal de la ciudadan¨ªa ayudando con un comportamiento sereno y solidario a estar con los afectados para evitar que la Covid-19 siga propag¨¢ndose cual pandemia como la peste escrita por Albert Camus. En aquella obra de referencia, algunos cr¨ªticos quisieron leer la denuncia del recorte de libertades que ante la enfermedad van imponiendo las autoridades asimiladas a las dictaduras y que encuentran en la defensa de un bien superior ¡ªla salud p¨²blica¡ª la excusa para imponer sus criterios sin ser discutidos.
Las lecturas conspirativas del coronavirus, que las hay, quieren interpretar el momento presente como un ajuste de cuentas del dirigismo econ¨®mico a trav¨¦s de la especulaci¨®n de la bolsa. Se hab¨ªa ido demasiado lejos, dicen. Y buscando la complicidad de la geopol¨ªtica en torno al petr¨®leo, se ha provocado una catarsis global que empez¨® en China, se ha instalado en Europa, busca condicionar a los Estados Unidos y se sirve del ascendente que Arabia Saud¨ª ejerce sobre la OPEP para presionar a Rusia, que se desmarca porque Putin quiere seguir su camino al margen de los c¨¢nones para castigar a sus rivales. Puede que sea cierto porque ya todo es posible pero, en cualquier caso, es demasiado complicado para ser entendido sin manual de instrucciones.
Puestos a dejarse llevar por manos negras, es m¨¢s entretenido leer Los ojos de la oscuridad, una novela de Dean Koontz publicada en 1981 y que basa su terror en la infecci¨®n mundial provocada por un virus gestado en unos laboratorios de la ciudad de Wuhan a partir de las instrucciones del Partido Comunista al ej¨¦rcito chino para trasladar la cepa a los Estados Unidos y atacar solo a los humanos a trav¨¦s de una extra?a enfermedad que se expandir¨ªa durante el a?o¡. ?2020!
Los testigos de Jehov¨¢ son m¨¢s directos. Bas¨¢ndose en el Evangelio de Mateo, recuerdan que todo est¨¢ escrito: ¡°Se levantar¨¢ naci¨®n contra naci¨®n y reino contra reino y habr¨¢ en diversos lugares pestes, hambre, guerras y terremotos¡±. Efectivamente, si uno quiere adaptarlo a la situaci¨®n actual, la advertencia de Cristo en el Monte de los Olivos en respuesta a para cu¨¢ndo estaba prevista la llegada del hijo de Dios y convertida en lectura de Adviento, puede hacerse coincidir con una incisiva mirada de lo que nos sucede. El problema que estar¨ªa en la disociaci¨®n con el tiempo que nos ocupa, ya que estamos en Cuaresma, se resuelve con la interpretaci¨®n que ambos per¨ªodos lo son de preparaci¨®n para los dos momentos claves del cristianismo: el nacimiento y la resurrecci¨®n de Jesucristo. Hay que estar preparados, pues, para lo que se avecina y que exige un alto nivel de contrici¨®n. As¨ª lo aconseja la pareja de proselitistas que llama a la puerta el domingo por la ma?ana para predicar su interpretaci¨®n de la Biblia. ¡°No queremos hurgar en la herida del momento¡±, concluyen, ¡°pero si nos apartamos de la palabra del Se?or habr¨¢ llanto y crujir de dientes¡±. Adaptan as¨ª las ¨²ltimas palabras de uno de los evangelios m¨¢s amenazantes. Aquel en el que, por cierto, Jes¨²s tambi¨¦n advierte: ¡°Mirad, que nadie os enga?e¡±.
Prepar¨¢ndonos, pues, para lo peor y a la espera de alg¨²n tipo de redenci¨®n, el acopio de alimentos se sucede, las comandas a domicilio se multiplican, los viajes se cancelan, las visitas se posponen, las escuelas cierran, las competiciones deportivas se juegan a puerta cerrada, las Fallas se suspenden, los servicios sanitarios se colapsan, los sectores productivos reclaman, las finanzas se alteran, el teletrabajo se impone, los gobiernos temen, las instituciones calculan, las poblaciones se confinan, las efusiones se evitan y los roces se condenan. La hipocondr¨ªa gana y la histeria domina. Estamos apestados. Todos somos susceptibles de ser contagiados pero nadie que no tenga s¨ªntomas quiere asumir que tambi¨¦n puede contagiar. Los especialistas no nos lo pueden garantizar porque como el desconocimiento es grande las medidas solo pueden ser tentativas. Sabemos, eso s¨ª, cual es principalmente la poblaci¨®n de riesgo pero esto no consuela al resto porque hemos decidido vivir asustados. China nos ense?¨® el camino.
Es la contrapartida a la exigencia de una seguridad garantizada. Y cuando hab¨ªa sorpresas, lo eran por errores de c¨¢lculo de las predicciones humanas o por la furia de la naturaleza cansada de tanta agresi¨®n. Hasta que un virus, un simple virus, ha recuperado la peste de Albert Camus: ¡°El h¨¢bito de la desesperaci¨®n es peor que la desesperaci¨®n misma¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.