A toda prisa desde Brasil pasando por Madrid, ?uf!
Familiares aliviados reciben en El Prat a pu?ados de viajeros que consiguen regresar a casa ¡®in extremis¡¯
Reinaba este domingo en el aeropuerto de El Prat un ambiente digno de La amenaza de Andr¨®meda, incluso hab¨ªa espacio en la planta cero del parking. Sub¨ª a la terminal junto a un pu?ado de viajeros con cara de agobio entre los que se encontraban cuatro afganos, uno de ellos con el caracter¨ªstico gorro pakul y aire de malo de Homeland. C¨®mo estar¨¢ el patio aqu¨ª que la gente prefiere volver a Afganist¨¢n. Las pocas personas que te cruzabas iban a paso ligero y embozadas, la mayor¨ªa con mascarillas. No llevar una te hac¨ªa sentir desnudo, vulnerable y peor a¨²n, insolidario.
En la zona de Llegadas recib¨ªa un enorme anuncio luminoso de Costa Cruceros que alguien deber¨ªa pensar ya en retirar y que rezaba ¡°Benvenuti alla felicit¨¤¡±. La poca gente que aguardaba el regreso de alg¨²n viajero estaba distribuida al tresbolillo, dejando mucho espacio entre ellos. Si te acercabas, pegaban un respingo o te miraban mal, como si te hubiera abandonado el desodorante. Por megafon¨ªa se repet¨ªa continuamente con voz de ?Que vienen los rusos!: ¡°Debido a circunstancias excepcionales rogamos a las personas que se mantengan separadas al menos un metro¡±. Los paneles informaban de cancelaciones de numerosos vuelos. La habitual atm¨®sfera de alegre y dicharachera espera ante las puertas se hab¨ªa convertido en un velar preocupado y silencioso. Estos d¨ªas nadie te recibe con flores. Cuando se abr¨ªa una puerta y pasaba alg¨²n pasajero se o¨ªan suspiros de alivio y hasta gemidos. El clima era m¨¢s de salida de la c¨¢rcel que de regreso de vacaciones. Pese a las normas, los viajeros y los que los esperaban se abrazaban con elocuente intensidad.
Por fin aparecieron ellas. Dos chicas que se hab¨ªan marchado unos d¨ªas de vacaciones a Brasil antes de la Emergencia, cuando el mundo estaba a¨²n en su sitio. Ten¨ªan que regresar el martes pero el s¨¢bado se encendieron las alarmas. A ver si lo van a chapar todo, las ni?as se nos vuelven cariocas y hay que celebrar la navidad por Skype. Las dos hermanas se hab¨ªan marchado en plan mochila y youth hostels a pisar playa y selva en temporada baja. No parec¨ªa haber problemas -si ten¨ªan cuidado en las calles de R¨ªo¡ª, al cabo iban en direcci¨®n contraria a Italia y all¨ª era verano. Pero de golpe todo empez¨® a complicarse. Llegaron el positivo (falso) de Bolsonaro y el ¡°?Sant Jordi y cierra Catalu?a!¡± de Torra. Las dos j¨®venes regresaban v¨ªa Amsterdam, pero todo apuntaba que o ya ni volaban desde Brasil o se quedaban varadas en Holanda. Como muchos otros viajeros estos d¨ªas, tuvieron que tomar decisiones r¨¢pidas, con la posibilidad de equivocarse. ?Regresar a esa zona cero epidemol¨®gica en que se ha convertido tu hogar o permanecer en una zona segura del mundo pero lejana y con la incertidumbre de que all¨ª suceda lo mismo pr¨®ximamente en la l¨®gica evoluci¨®n de la pandemia? Y si te quedas, ?en qu¨¦ lugar y de qu¨¦ manera, y por cu¨¢nto tiempo?
Salieron corriendo y tras cinco horas de autob¨²s, con los ojos llenos a¨²n de colibr¨ªes y del verdor tropical de Parati y con arena en los zapatos, se plantaron ante el mostrador de Air France en R¨ªo. Les dijeron que no pod¨ªan adelantar los vuelos porque todos iban llenos. Mientras pensaban se iban cerrando pa¨ªses como en un pasmoso Risk en el tablero del mundo. Corrieron a las taquillas de Iberia: hab¨ªa un vuelo a Madrid que segu¨ªa hasta Barcelona. Compraron billetes nuevos por internet en un clima de ?Atr¨¢palo como puedas! mientras se les deste?¨ªa el moreno de la ansiedad. En el vuelo viajaba mucha gente en plan La fuga de Logan. Desembarcaron en un aeropuerto de Madrid vac¨ªo y enlazaron. As¨ª llegaron a Barcelona, a casa, aliviadas y parad¨®jicamente felices, al confinamiento.
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