Casado y la desfiguraci¨®n de la pol¨ªtica
El l¨ªder del PP, aun a riesgo de incomodarse con sus barones territoriales que saben lo que est¨¢ en juego, se lanza a la desestabilizaci¨®n, compartiendo con Vox no solo la estrategia de fondo, sino los modos
Los que siempre tienen la palabra popu[/CAP3]lista en la boca para insultar a sus adversarios hace tiempo que han hecho suyas la dos caracter¨ªsticas que configuran la noci¨®n de populismo: la reducci¨®n, en nombre de un ente de ficci¨®n llamado pueblo, de la pol¨ªtica al juego del amigo y del enemigo, es decir, de una lucha infantil entre los buenos y los malos, los patriotas y los traidores; y la acumulaci¨®n de promesas a sabiendas de que no podr¨¢n ser cumplidas. A este esquema responde la estrategia del PP de Pablo Casado.
Cuando solo se han entreabierto las puertas de las casas confinadas, el PP ya ha pasado p¨¢gina de la situaci¨®n de excepci¨®n que vive el pa¨ªs y se ha lanzado a la arenga contra el Gobierno de todos los males, culpable de todas las desgracias, de las que solo ¨¦l y los suyos podr¨¢n librarnos. Para estas batallas se necesitan iconos. Personajes dispuestos a la desfiguraci¨®n de la pol¨ªtica convertida en show medi¨¢tico. Y la selecci¨®n de Casado no enga?a.
El PP ha tenido una figura destacada en el desconcertante episodio del confinamiento: el alcalde de Madrid, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez Almeida. Se ha arremangado desde el primer d¨ªa, ha dado poca cuerda al espect¨¢culo, ha sabido establecer complicidades con las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas, ha trabajado con sobriedad y con el respeto que requiere una situaci¨®n angustiante como la que estamos viviendo. Casado ha pasado de largo. En vez de celebrar el modelo de integraci¨®n y empat¨ªa del alcalde, ha optado por el ruido a la hora de elegir los referentes de su pol¨ªtica: la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel D¨ªaz Ayuso, que desde el primer momento ha jugado a la construcci¨®n de un personaje que desde el desenfado, la teatralizaci¨®n permanente de su actividad y el hiperactivismo medi¨¢tico trasmitiera la imagen de una lideresa cercana al pueblo, que est¨¢ en todas partes y habla sin complejos. Y la portavoz del partido en el Congreso, Cayetana ?lvarez de Toledo, encarnaci¨®n de la altivez, desde un supremacismo que le hace perdonar la vida ya no a sus interlocutores sino a la sociedad entera, convencida de que su misi¨®n es llevar a los espa?oles a la mayor¨ªa de edad. El castillo de naipes de la presidenta de la Comunidad se ha ido cayendo a medida que la cruda realidad de la regi¨®n m¨¢s afectada por la pandemia pon¨ªa en evidencia su gesticulaci¨®n. Y la portavoz ?lvarez de Toledo se va diluyendo en la arrogancia.
La estrategia es de manual, en tiempos en que la verdad y la comunicaci¨®n pol¨ªtica van por caminos completamente separados. Con ella, la extrema derecha ha venido conquistando terreno en toda Europa en los ¨²ltimos a?os. Construir liderazgos agresivos buscando la respuesta irritada del adversario para conseguir el apoyo cerrado de los incondicionales. Una estrategia trampa de la que los dem¨¢s partidos, si caen en la provocaci¨®n, se convierten en c¨®mplices involuntarios. Son efectos de un escenario pol¨ªtico muy fragmentado, sobre el que han convergido dos vectores de alto voltaje: las pol¨ªticas de austeridad salvaje con que el PP afront¨® la crisis de 2008 y el conflicto soberanista catal¨¢n vivido como una afrenta a la naci¨®n espa?ola.
El desgaste de Pedro S¨¢nchez en su navegaci¨®n sobre aguas turbulentas, no exenta de extra?os golpes de tim¨®n, ha hecho que el PP se viera ante una oportunidad, aun a riesgo de poner la gobernabilidad patas arriba cuando sin haber salido de la crisis sanitaria entramos de lleno en la econ¨®mica con la educativa en el horizonte. A falta de proyecto pol¨ªtico, Pablo Casado, aun a riesgo de incomodarse con sus barones territoriales que, cercanos a la realidad, saben lo que est¨¢ en juego, se lanza a la desestabilizaci¨®n sin complejos, compartiendo con Vox no solo la estrategia de fondo, sino tambi¨¦n los modos. Lo preocupante es que no todo es irresponsabilidad de un l¨ªder incapaz de gestionar los tiempos con prudencia y buen sentido. Hay detr¨¢s de ¨¦l demasiadas fuerzas empujando para que la gesti¨®n de la reconstrucci¨®n del pa¨ªs no se desv¨ªe un ¨¢pice del camino trazado en los ¨²ltimos 30 a?os. Y que el impacto del virus no se traduzca en un mayor protagonismo del sector p¨²blico y un cierto control de los mercados, protegiendo de ellos a determinados sectores como la sanidad y la educaci¨®n. Es decir, que paguen los de siempre.
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