El rid¨ªculo como acontecimiento
Con el compromiso de ofrecer a Bildu la derogaci¨®n ¨ªntegra de la reforma laboral a cambio de una abstenci¨®n inocua, el gobierno exhibe su fragilidad cuando la derecha ha sustituido la pol¨ªtica por el griter¨ªo
Hay unos conflictos pol¨ªticos necesarios y otros perfectamente prescindibles. Cuando estos ¨²ltimos dominan la escena medi¨¢tica algo falla. El l¨ªo en que PSOE y Unidas Podemos se han metido ofreciendo a Bildu un compromiso de derogaci¨®n integra de la reforma laboral del PP a cambio de una abstenci¨®n perfectamente inocua s¨®lo cabe en la categor¨ªa del rid¨ªculo. Puede que alg¨²n aprendiz de brujo lo hubiera ideado como una maniobra para dejar a Esquerra en evidencia: Bildu hab¨ªa sabido moverse mejor. O que hubiera un momento de p¨¢nico a perder la votaci¨®n. En cualquier caso, es un fiasco de penosos efectos.
?Resultado? El gobierno exhibe su fragilidad en un momento en que la derecha ha sustituido directamente la pol¨ªtica por el griter¨ªo. Las noticias de la sesi¨®n parlamentaria del mi¨¦rcoles eran tres: que Ciudadanos cerraba un nuevo acuerdo con el gobierno que permit¨ªa sacar adelante la pr¨®rroga del estado de alarma; que Vox y el PP segu¨ªan el guion de una estrategia perfectamente concertada de sustituci¨®n de la argumentaci¨®n pol¨ªtica por un alud de falsedades, injurias y descalificaciones, sin otro objetivo que llegar al momento en que la crisis econ¨®mica ocupe el primer plano para intentar sin contemplaciones el asalto al poder; y que Esquerra Republicana daba un aviso serio (¡°el esp¨ªritu de la investidura se acaba", Rufi¨¢n) a un gobierno que probablemente les necesitar¨¢ para mantenerse.
Vox y PP se han subido al monte: van a por la liquidaci¨®n de la legislatura lo m¨¢s pronto posible
Dicho de otro modo, liberado de los delirios de soberbia de Albert Rivera, Ciudadanos, de la mano de Arrimadas, vuelve a la realidad. Y apuesta por un objetivo razonable: buscar un crecimiento moderado, vestido con piel de centro, para condicionar las mayor¨ªas. Lo que puede ser una trampa para Pedro S¨¢nchez si se olvida de que el centro, a la hora de la verdad, siempre cae del lado de la derecha. Por su parte, Vox y PP se han subido al monte. Ante la imposibilidad de sumar una mayor¨ªa parlamentaria van a por la liquidaci¨®n de la legislatura lo m¨¢s pronto posible, montados sobre la mezcla de moda: discurso reaccionario y patriotero y ortodoxia neoliberal. Y Esquerra no consigue consolidar la estrategia posibilista sobre la que aspira a ganar la hegemon¨ªa en Catalu?a e influir en Espa?a.
Sobre esta realidad se ha impuesto el patinazo del gobierno con Bildu, que se ha adue?ado de las portadas. Un esc¨¢ndalo perfectamente prescindible, que s¨®lo da carnaza a los adversarios del gobierno (la CEOE, no tard¨® un minuto en mostrar lo que le pide el cuerpo) y transmite una imagen de inseguridad que es lo m¨¢s inconveniente en una situaci¨®n como la que vivimos. Si la falta de autoridad y empat¨ªa ha sido el principal d¨¦ficit del gobierno en la m¨²sica de acompa?amiento del confinamiento, s¨®lo faltaba ahora esta nota desafinada.
El presidente quiso todo el poder para ¨¦l, pensando que le izaba, y no trabajo las complicidades
El trauma del coronavirus no ha pillado a la pol¨ªtica espa?ola en su mejor momento. Desde que el bipartidismo entr¨® en crisis sin que sus protagonistas se dieran cuenta hasta la eclosi¨®n electoral del pluripartidismo en 2014, y desde que la cuesti¨®n catalana alcanz¨® su cenit en oto?o de 2017, todo ello con el serial de la corrupci¨®n como trasfondo, la pol¨ªtica espa?ola vive entre la fragmentaci¨®n y la excepci¨®n. La emergencia sanitaria que llev¨® al confinamiento pod¨ªa haber sido una oportunidad para restaurar las complicidades b¨¢sicas y las elementales formas de respeto. Pero dur¨® poco, un PP cargado de resentimiento, ha optado por la v¨ªa reaccionaria y por la guerra abierta. Y Pedro S¨¢nchez y su gobierno, montados en una ingenua confianza en que, en estas circunstancias, nadie osar¨ªa buscar el enfrentamiento, no han tenido la altura necesaria para hacer imposible que los adversarios optaran por la pelea. El presidente quiso todo el poder para ¨¦l, pensando que esto le izaba, y no trabajo las complicidades. Ahora lucha hasta el rid¨ªculo para ganar un apoyo prescindible.
Afrontamos, pues, una fase decisiva con una mayor¨ªa que muestra algunas grietas y una oposici¨®n, sin posibilidad de sumar para construir una alternativa, que ha optado por buscar su futuro en la calle. As¨ª hay que afrontar lo que viene: crisis sanitaria, crisis econ¨®mica, crisis educativa. Hay una melanc¨®lica tendencia a pensar que los pol¨ªticos antes eran mejores. Lo que s¨ª es cierto es que hoy la pol¨ªtica es un ejercicio extremadamente expuesto y con limitados incentivos. Y se nota. Un rid¨ªculo se ha convertido en el gran acontecimiento. Los periodistas tambi¨¦n tendr¨ªamos que reflexionar sobre ello. Por la parte que nos toca.
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