Dos velocidades en La Rambla
Enfocado hacia el turismo, el popular paseo barcelon¨¦s recibe casi con indiferencia la llegada a la fase 2 del desconfinamiento
N¨²ria Raja, de 66 a?os, est¨¢ entusiasmada mientras desayuna un peque?o bocadillo y su caf¨¦ en el N¨²ria, el emblem¨¢tico restaurante de La Rambla, situado justo delante de Canaletes. Un pu?ado de c¨¢maras se ha plantado a primera hora delante del local para retratar la apertura y la llegada simb¨®lica de la segunda fase del desconfinamiento por la covid-19. Inaugurado en 1926, el N¨²ria solo ha cerrado en sus casi 100 a?os de historia durante la Guerra Civil, por un incendio en 1985 y durante esta pandemia. Montse y Marcel, tercera generaci¨®n de propietarios, aspiran a que los barceloneses regresen a ese paseo tan c¨¦lebre como denostado por muchos que lo asocian a la invasi¨®n de turismo.
¡°Yo lo echaba de menos. Hace 40 a?os que vengo y me he emocionado. A primera hora no hay tantos turistas¡±, dice N¨²ria, propietaria de una papeler¨ªa en el G¨°tic y que parece casi que se justifique por su elecci¨®n. En la mesa de al lado, Manel Nadal, de 53 a?os, farmac¨¦utico, no oculta su preocupaci¨®n: le ha ca¨ªdo la facturaci¨®n en su local entre un 60 y un 70% y teme que no podr¨¢ remontar hasta el segundo semestre del a?o que viene, cuando calcula que vuelva el turismo internacional. Ferm¨ª Villar, presidente de Amics de la Rambla, que agrupa a 300 asociados, con una gorra con ese lema estampado en la visera, defiende la excelencia del paseo y sostiene que siempre da avisos de las tensiones sociales. Por ello, aboga por un turismo de mayor calidad y espera que los barceloneses dejen de esquivarlo y lo sientan otra vez suyo.
Enfocada b¨¢sicamente hacia el turismo, la Rambla intenta reencontrarse a s¨ª misma mientras viaja a dos velocidades. La pandemia ha regalado im¨¢genes casi ins¨®litas: los barceloneses, muchos con ropa con deporte, han vuelto a pasear por ella, a hacer footing o ir en masa en bicicleta en direcci¨®n al mar en las franjas horarias de primera hora o en las del atardecer. Parece casi una Rambla preol¨ªmpica pero la presencia de los barceloneses contrasta con la congelaci¨®n de su vida comercial. Pese al N¨²ria, la mayor¨ªa de sus caf¨¦s, restaurantes, cadenas de restauraci¨®n y tiendas de souvenirs est¨¢n este lunes cerrados. Solo ha abierto un tercio de las florister¨ªas y la misma Boqueria sigue medio dormida.
Andreu Ros, del caf¨¦ de La ?pera, que lleva dos semanas abierto, se ha resignado a reducir la terraza de 10 mesas a cuatro. Un par de clientes est¨¢n en el interior. ¡°Han abierto pocos locales porque el precio de los alquileres es muy alto. Nosotros hemos podido porque el local es nuestro¡±, afirma mientras la barra est¨¢ tapada con un pl¨¢stico para poder pintar. Jorge, de 53 a?os, un quiosquero, 50 metros m¨¢s abajo, asiente y muestra dos locales de tapas que ya no abrir¨¢n. Tras reconocer que puede contar con los dedos de la mano los clientes que ha atendido hoy, explica que las terrazas no abren los lunes pero que sin turistas siempre est¨¢n vac¨ªas. Son cadenas de restauraci¨®n que ofrecen paellas, cerveza y sangr¨ªa a precios desorbitados. Hace tiempo que all¨ª no se sienta un barcelon¨¦s. ¡°Es que pagan mucho de alquiler y ahora han bajado los precios pero ni as¨ª¡±, revela.
Jaume Doncos, de 59 a?os, de la Casa Beethoven, abierta desde 1880 y dedicada a la venta de partituras y de art¨ªculos relacionados con la m¨²sica, conviene que a la Rambla le costar¨¢ resistir porque no tiene vida de barrio. Y muestra desde la entrada del comercio el sinf¨ªn de locales con la persiana echada. Algo recuerda adem¨¢s que esta pesadilla no se ha acabado: el Poliorama se ha quedado congelado en el cartel de marzo con La import¨¤ncia de ser Frank. O el Liceo con Lohengrin. Sus soportales, todav¨ªa ahora, son de noche la casa de un grupo de sin techo. Mientras, eso s¨ª, la gente pasea arriba y abajo con la mascarilla puesta en este lunes que parece un domingo. ¡°S¨ª que hay m¨¢s gente, s¨ª¡±, insiste una urbana. ¡°Antes la gente la cruzaba y ahora recorre la Rambla de arriba abajo. Y eso ya es un paso. De lo que se trata¡±, remacha Villar, ¡°es de que la gente se detenga en ella¡±.
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