En la encrucijada
Debería iniciarse un proceso para limpiar las calles de la “gráfica táctica” que aflige innecesariamente el paisaje urbano
El Ayuntamiento va a abrirse a hablar sobre las medidas emprendidas en la ciudad después de las distintas opiniones expresadas sobre ellas, En cualquier caso de lo que no hay duda es de que el proceso iniciado va a llevarnos a una ciudad distinta de la actual. Ya expresé mi opinión acerca de que la oposición a estas medidas no era sobre el fondo de la cuestión, sino sobre la forma de llevarlas a cabo, y sobre esto último se pueden hacer distintas observaciones. La primera es sobre la polución visual que supone la intervención “táctica”. Debería iniciarse un proceso para limpiar las calles de la “gráfica táctica” de separadores tipo tigre, new jersey, bolardos y un inacabable catálogo que aflige innecesariamente el paisaje urbano. El arquitecto holandés Aldo van Eyck afirmaba que un modelo de espacio público deseable era el de después de nevar. Un manto blanco reunía todos los elementos del pavimento bajo una capa limpia, sobre la que solo se distinguían las personas. Deberíamos tener esta imagen sobre la mesa cuando pensamos en “actuaciones tácticas”.
La segunda es sobre las aceras. Ahora que se ha decidido ampliarlas debería ser verdad que se va a ganar espacio público, que no es lo mismo que espacio para terrazas. Partiendo de la base que la mejor terraza sería la que está adosada a las fachadas bajo un toldo, un modelo al que no deberíamos renunciar y que no costaría aplicar en calles como la Diagonal. En el resto de calles la ampliación de la acera debería ser real y trasladar las terrazas al espacio ganado a las calzadas, dejando la acera libre para el paseo y para distraerse con los escaparates. En muchas aceras se usan plataformas prefabricadas para ampliarlas en las paradas de Bus. Ese ejemplo debería servir para ampliar las aceras y disponer ahí las terrazas y, con una colocación alternada, posibilitar la carga y descarga. Así el espacio entre los árboles y las fachadas quedaría libre.
La tercera es sobre los chaflanes, la menos afortunada de las intervenciones. La actual “gráfica táctica” ha remarcado innecesariamente la condición de cruce de estos espacios, en detrimento de su condición de plazas y lugares de encuentro, que unos círculos en el pavimento hubieran expresado mejor. No creo que Barcelona pueda prescindir de poner en valor estos espacios. Manuel de Solá-Morales planteaba hace muchos a?os una pregunta inteligente sobre el Ensanche Cerdá: ?Y si el módulo no fuera la manzana y fuese el cruce achaflanado? Ahora deberíamos preguntarnos cuantos de nosotros podemos decir que hemos plantado unas sillas en un chaflán nos hemos sentado y sencillamente nos hemos quedado ahí. Algo que podría recoger la celebración del próximo Ciutat Oberta y servir así para probar nuestros espacios públicos.
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