A la guerra con Pasqual¡
1992, a?o de gloria para Barcelona, fue tr¨¢gico para la ex-Yugoslavia. Y entonces se puso en marcha la campa?a ¡®Sarajevo dep¨¨n de tu¡¯. Sin la luz verde que dio Maragall, nada hubiera sido posible
Pasqual Maragall cumpli¨® hace poco 80 a?os, y hemos podido leer muchos art¨ªculos sobre su persona y su obra, con particular insistencia en el a?o ol¨ªmpico y tambi¨¦n en las llamadas ¡°maragalladas¡±. La primera conclusi¨®n, como dijo una vez el malogrado Alfredo Rubalcaba, es que ¡°en este pa¨ªs enterramos bien¡±. La segunda es que, a la espera de ver el documental Maragall i la Lluna, quisiera aportar mi personal visi¨®n de una ¡°maragallada¡± de considerables proporciones. De ah¨ª el t¨ªtulo de esta pieza: ¡°A la guerra con Pasqual¡±. Literalmente.
Surgi¨® justo al acabar los bombardeos el apoyo a la reconstrucci¨®n del estadio ol¨ªmpico de Zetra
1992, a?o de gloria para Barcelona, fue un a?o tr¨¢gico para la ex-Yugoslavia, y en particular para Bosnia Herzegovina. A primeros de marzo empez¨® en Sarajevo la tercera de las guerra yugoslavas, despu¨¦s de Eslovenia (que tan a la ligera pone como ejemplo alg¨²n pol¨ªtico indepe) y de Croacia, y cuando se acercaba la inauguraci¨®n de nuestros Juegos Ol¨ªmpicos, Maragall decidi¨® reunir a alcaldes de ciudades que hab¨ªan sido ol¨ªmpicas para mirar de hacer algo. Apareci¨® el nombre del alcalde de Sarajevo, entonces el Sr. Kreselvjacovic, un hombre ya mayor, y surgi¨® la idea de proponer una especie de ¡°tregua ol¨ªmpica¡± para la guerra en Bosnia. Algo muy ceremonioso pero poco pr¨¢ctico. A Pasqual le supo a poco, en su entorno surgi¨® un reducido grupo (no pondr¨¦ los nombres para no olvidar a nadie) que, con el apoyo de algunos ¡°externos¡±, puso en marcha la campa?a ¡°Sarajevo dep¨¨n de tu¡±, de donde surgi¨® m¨¢s adelante la propuesta de convertir Sarajevo en el ¡°Distrito 11¡± de Barcelona, y poner en marcha un activismo bastante extraordinario. De all¨ª se pas¨® al env¨ªo (acompa?ado) de convoyes humanitarios a partir de octubre de 1992, en alg¨²n caso incluyendo ambulancias medicalizadas, y multitud de acciones solidarias en todas partes. Sin la luz verde que dio Maragall a este equipo informal, nada hubiera sido posible, cr¨¦anme. El entusiasmo dentro de la estructura municipal tradicional, al principio fue bastante limitado. Pero cuando se sumaron las ciudades de Estrasburgo, Bolonia, ?msterdam y alguna otra, el n¨²mero de los que quer¨ªan salir en la foto fue creciendo.
Al o¨ªr esa palabra Pasqual levant¨® la mirada y dijo: ¡°Sarajevo¡¡±. Sarajevo, mi maragallada preferida¡
Y lleg¨® el momento en que Pasqual dijo ¡°bueno, habr¨¢ que ir, ?no?¡±. En pleno enero del a?o m¨¢s fr¨ªo de la guerra, el nuevo alcalde de Sarajevo, el amigo Tarek Kupusovic, se mostr¨® entusiasmado, quer¨ªa reunir en la ciudad, para celebrar (es un decir) ¡°los 1.000 d¨ªas de guerra¡±, a alcaldes, intelectuales, artistas de toda Europa. Alcaldes en total hubo dos, Pasqual Maragall y Antoni Farr¨¦s. Intelectuales, alguno m¨¢s, entre ellos vino a saludarme nada menos que Bernard Henry Levy, creyendo que yo era el alcalde de Barcelona. Deshice el entuerto y le present¨¦ a Pasqual. Apareci¨® por all¨ª ¨Cy el impacto que nos produjo a algunos fue enorme¨C Marek Edelman, uno de los ¨²ltimos supervivientes de la insurrecci¨®n del gueto jud¨ªo de Varsovia en 1943. Le pregunt¨¦ qu¨¦ hac¨ªa en Sarajevo y me dijo textualmente: ¡°Algo s¨¦ de ciudades rodeadas¡¡±. La comitiva, con Pasqual, Mendiluce y Kupusovic a la cabeza, fue a la plegaria a la mezquita m¨¢s antigua de la ciudad, nos acercamos luego a La Benevolencija, centro jud¨ªo sefard¨ª de la ciudad, y segu¨ªa nevando. Ten¨ªa Pasqual querencia por no desde?ar sitios muy expuestos. All¨ª, ante los restos del Holiday Inn, a 120 metros de las posiciones de los francotiradores serbios, se hizo dar una explicaci¨®n por un suboficial franc¨¦s de los cascos azules, este peri¨®dico public¨® la foto que hizo Enric Mart¨ª de AP. En otras ocasiones volv¨ªa y se deten¨ªa en Mostar, ciudad todav¨ªa m¨¢s castigada que Sarajevo. En otra ocasi¨®n, en septiembre de 1995, el entonces l¨ªder de la oposici¨®n municipal, Miquel Roca, se sum¨® al viaje, y volvi¨® profundamente conmovido, expresando adem¨¢s que aquello era un fracaso de Europa. De ah¨ª surgi¨® justo al acabar los bombardeos el apoyo internacional a la reconstrucci¨®n del estadio ol¨ªmpico de Zetra, que Barcelona impuls¨® junto a la reconstrucci¨®n del barrio de Mojmilo. Despu¨¦s, Joan Clos y Jordi Hereu siguieron la estela, fueron all¨ª, y vieron de primera mano la huella de esta ¡°maragallada¡±, que hab¨ªa cobrado vida propia.
Hace pocos meses, al comienzo de la pandemia, me cruc¨¦ con Pasqual y una de sus hijas en la calle donde viven. Con la hija comentamos varias cosas. Pasqual, cabizbajo, no estaba. O un poco s¨ª estaba, porque mencion¨¦ que yo acababa de volver de Sarajevo, y al o¨ªr esa palabra levant¨® la mirada y, mir¨¢ndome, dijo: ¡°Sarajevo¡¡±. Sarajevo, mi maragallada preferida¡
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