En la superficie
Son tantos los frentes que acechan que los debates se abren con la misma impaciencia con que se aparcan. Siempre hay otro espinoso tema que deja inconcluso el anterior, que iba a ser abordado imperiosamente
En tiempo es ese juez insobornable que quita y da razones. Esto sol¨ªa decir Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa cuando iba marcando, sin saberlo, una exitosa manera de ejercer el periodismo. Y mientras insist¨ªa desde la medianoche radiof¨®nica que el rumor es la antesala de la noticia y se proclamaba notario de la actualidad, iba labrando el campo que abonar¨ªan algunos de sus alumnos y recoger¨ªan generaciones posteriores ansiosas de gloria. Aquellas que, con el tiempo, practicar¨ªan en la informaci¨®n pol¨ªtica el minuto de juego y resultado. Y as¨ª fue como todo se convirti¨® en un permanente carrusel deportivo.
La diferencia substancial entre la retransmisi¨®n de un partido de f¨²tbol y un determinado episodio pol¨ªtico o social es que el primero acaba en el tiempo reglamentario y los otros no. Y aunque las consecuencias de una jugada discutible, un encuentro para olvidar, una decisi¨®n tendenciosa o una derrota indigesta se alarguen unos d¨ªas gracias a una controversia viva y una pol¨¦mica apasionada, se espera, porque se sabe, que la pr¨®xima victoria aminorar¨¢ el dolor y ayudar¨¢ a superar el trauma temporal a pesar de que ¡°lo peor no es perder, es la cara de gilipollas que se te queda¡±, como le gustaba sentenciar.
Esa sensaci¨®n la puede tener hoy buena parte de la ciudadan¨ªa observando la intensidad y volatilidad simult¨¢neas de la actualidad. Son tantos los frentes que acechan que los debates se abren con la misma impaciencia con que se aparcan. Siempre hay otro espinoso tema esperando para dejar inconcluso el anterior, que iba a ser abordado imperiosamente. Y como la prisa es enemiga del rigor y la velocidad nada tiene que ver con el tocino, al pasar p¨¢gina de todo tan velozmente se alarga la lista de los problemas pendientes. Se picotea sobre tantos aspectos a la vez que, a pesar de discutir aparentemente mucho, no se concreta nada. Las redes llegaron para acentuarlo. Y as¨ª, del a?o de convivencia con el covid nos queda un carrusel pand¨¦mico que ha reconvertido aquel t¨®pico gol en las Gaunas en las cifras de riesgos y contagios.
La realidad, sin embargo, es mucho m¨¢s compleja. Es el dibujo poli¨¦drico de muchos factores que no siempre pueden afrontarse de manera general. Cada lado tiene su especificidad y cada ¨¢ngulo, sus grados. Pretender atenderlos todos a la vez no hace sino reducir importancias hasta desperfilar la figura geom¨¦trica.
Se ha visto estos d¨ªas de disturbios. Iniciados como protesta por la detenci¨®n de un rapero de quien ya solo habla la diputada Borr¨¤s para elevarlo a categor¨ªa de preso pol¨ªtico, se pas¨® a la necesidad de abrir los l¨ªmites de la libertad de expresi¨®n. Una obligaci¨®n legislativa asumida que se diluy¨® con el conocimiento de la personalidad real del m¨²sico, que, a su vez, hizo fijar la mirada en la desesperanza de sus j¨®venes seguidores defensores de la violencia como ¨²nica alternativa a su desorientaci¨®n. La triste y lamentable conclusi¨®n hizo observar a los milenials desconcertados por no encontrar salidas vitales y laborales a sus anhelos de independencia personal y capacidad: acertar con un trabajo digno para una vida aut¨®noma y poder lidiar con los retos propios de la plenitud de su edad. Pero como en el mientras tanto la rudeza callejera aumentaba de intensidad, la consigna interesada de los sospechosos habituales hizo virar las miradas hacia la acci¨®n policial. Se impuso el relato de exigir la revisi¨®n de la pol¨ªtica de seguridad. Y como si esto fuera tan inmediato como pedir una pizza, el temor a defender una opini¨®n de un gobernante responsable abri¨® la caja de los truenos al aceptar la mayor los negociadores para la formaci¨®n de un nuevo Govern. Las cr¨ªticas afiladas y transversales descompusieron un primer mapa, obligaron a condenar sin paliativos la misma violencia que en el mejor de los casos anteriores se hizo con la terrible adversativa que matiza la contundencia exigida y acabaron con los sindicatos de los Mossos record¨¢ndole a su consejero que era antes titular de un departamento esencial para el sistema que un hombre de partido modulando sus opiniones a golpe de movimientos t¨¢cticos y sist¨¦micos.
Lleg¨® la pen¨²ltima provocaci¨®n. Se incendi¨® un furg¨®n de la Guardia Urbana con un agente dentro, se encendieron todas las alarmas hasta entonces minimizadas, se revisaron declaraciones, tuits y temores, 200 cargos policiales cerraban filas en su leg¨ªtima defensa, se describi¨® a provocadores y violentos mientras pasaban a disposici¨®n judicial y resonaba con fuerza un ¡°?basta!¡± de trabajadores, aut¨®nomos, comerciantes, emprendedores y empresarios castigados porque la mirada de quienes deb¨ªan defenderles se concentr¨® en su propio dedo neg¨¢ndose a observar la luna.
Todo esto en solo dos semanas. ¡°De juzgado de guardia¡±, rematar¨ªa el mejor Butano. Y as¨ª, hasta la siguiente.
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