Wittgenstein seg¨²n Jaume Asens
Como es sabido, al fil¨®sofo le gustaba de repetir a sus estudiantes ¡°no pienses, mira¡±, para destacar la necesidad de que no quedaran atrapados en las mediaciones m¨¢s o menos especulativas, desatendiendo la realidad
Estos d¨ªas, en los que tanto se vuelve a hablar acerca de tensiones ideol¨®gico-pol¨ªticas en el seno del Gobierno, ha regresado a mi cabeza una peque?a an¨¦cdota ocurrida hace poco m¨¢s de tres meses. Hab¨ªa empezado a leer el titular de una entrevista a Jaume Asens en La Vanguardia cuando no recuerdo qu¨¦ contingencia me oblig¨® a interrumpir la tarea. Solo alcanc¨¦ a la lectura de la frase ¡°El PSOE debe pasar a los hechos¡±, a la que segu¨ªan dos puntos. Resuelta la contingencia, regres¨¦ a la entrevista deseoso de saber a qu¨¦ hechos se pod¨ªa referir el presidente del grupo de Unidas Podemos en el Congreso, puesto que, como resulta evidente, hay mucho donde escoger. Pod¨ªa haberse referido a al futuro de las pensiones, a la de la necesidad de reforzar de manera decidida la sanidad p¨²blica, especialmente en estos dram¨¢ticos momentos, de acometer de una vez por todas la transici¨®n ecol¨®gica o a tantos otros hechos a los que, por su importancia, cab¨ªa hacer menci¨®n y a los que, supuestamente, el PSOE deber¨ªa pasar.
Pero no. El hecho m¨¢s importante para nuestro entrevistado era la reforma del delito de sedici¨®n. No voy a entrar ahora en este asunto en concreto, sobre el que no me siento t¨¦cnicamente cualificado para opinar, sino en el apuntado en el p¨¢rrafo anterior. Como es sabido, Ludwig Wittgenstein gustaba de repetir a sus estudiantes ¡°no pienses, mira¡±, para destacar la necesidad de que no quedaran atrapados en las mediaciones m¨¢s o menos especulativas, desatendiendo la realidad. Ciertamente, el peligro de terminar perdi¨¦ndola de vista siempre acecha a quien filosofa (y, en menor medida, a cualquiera que piense en general).
No obstante, resultar¨ªa enga?oso suponer que las cosas son tan simples, como si la realidad fuera ese ¡°mundo exterior¡± al que se refieren algunas filosof¨ªas, y al que basta con mirar para empezar a conocer. Como si teor¨ªa y realidad fueran dos cosas n¨ªtidamente diferenciadas que de vez en cuando hay que sincronizar para que el conocimiento siga funcionando de manera correcta. Como si no supi¨¦ramos a estas alturas que incluso nuestra propia mirada viene mediada por nuestros conocimientos y opiniones, de forma que vemos lo que sabemos y somos ciegos ante lo que ignoramos, por m¨¢s que lo podamos tener delante mismo de nuestros ojos.
Pero la cosa no acaba aqu¨ª. Incluso aunque Wittgenstein llevara raz¨®n en su recomendaci¨®n, olvidaba algo, nada menor ni irrelevante. En efecto, cualquiera de esos estudiantes a los que el autor del Tractatus instaba a funcionar en los t¨¦rminos se?alados pod¨ªa haberle replicado: ¡°De acuerdo, pensar¨¦ menos y mirar¨¦ m¨¢s, pero ?hacia d¨®nde he de mirar exactamente?¡±. Porque, como tambi¨¦n qued¨® apuntado, hay mucho hacia d¨®nde dirigir la mirada. La hipot¨¦tica pregunta del estudiante devuelve a la cuesti¨®n inicial, ya que lo que resulta muy importante en filosof¨ªa ¡ªseleccionar de manera adecuada el objeto¡ª podemos considerarlo directamente trascendental en el caso de la pol¨ªtica.
Es cierto que en la mayor¨ªa de ocasiones los responsables pol¨ªticos tienden a expresarse en t¨¦rminos enga?osos, como si no mediara decisi¨®n alguna por su parte a la hora de decidir los asuntos en los que se van a ocupar, dando a entender que se limitan a recoger las demandas y reivindicaciones que la ciudadan¨ªa les hace llegar y que equivaldr¨ªan a esos hechos presuntamente inequ¨ªvocos del principio. De ah¨ª que una de las formulaciones m¨¢s de su agrado sea la de que ellos se preocupan por aquellas cuestiones que ¡°realmente importan a la gente¡±.
Para dilucidar si tal cosa es cierta, busquemos un ejemplo bien reciente, a ser posible no demasiado alejado de los planteamientos del propio Asens, que ilustre lo que estamos diciendo. ?Puede afirmarse, sin entrar en flagrante contradicci¨®n, que una idea (la rep¨²blica) que adem¨¢s se propone como horizonte (el horizonte republicano) y que es definida por quien lo hace (Pablo Iglesias) como un significante vac¨ªo, expresa aquello que de verdad se supone que importa a la gente? ?Cabe considerar representativa de las aut¨¦nticas preocupaciones de los ciudadanos una propuesta que resulta incapaz de especificar qu¨¦ ir¨ªa mejor en la vida real de estos si la forma de Estado en Espa?a fuera la republicana? O, por regresar al planteamiento wittgensteiniano, ?se puede mirar hacia un lugar inexistente? En definitiva, ?se puede instar a pasar a los hechos sin especificar cu¨¢les, y con qu¨¦ criterios, son realmente prioritarios?
Manuel Cruz es fil¨®sofo y expresidente del Senado. Acaba de publicar El virus del miedo (La Caja Books).
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