Los parques naturales de Catalu?a mantendr¨¢n las restricciones de acceso tras la pandemia
Los expertos coinciden en que alejar los coches de los puntos masificados resuelve en parte el problema
La pandemia y las restricciones de movilidad han acelerado la masificaci¨®n que desde hace a?os sufren los espacios naturales m¨¢s populares de Catalu?a. Del Delta de l¡¯Ebre a la Pica d¡¯Estats, y de La Mola o el Montseny al Cap de Creus, los ayuntamientos y los gestores de los espacios protegidos est¨¢n tomando decisiones para regular la afluencia. La consigna es no prohibir, pero s¨ª restringir y ordenar. Sobre todo, el acceso en veh¨ªculo privado, porque alejar coches minimiza las afectaciones sobre los ecosistemas, la geolog¨ªa y mejora la experiencia de la visita. Tambi¨¦n coinciden en que, m¨¢s all¨¢ de la pandemia, las restricciones han venido para quedarse.
Por citar algunos ejemplos. Esta semana el parque Natural del Cap de Creus y el Ayuntamiento de Cadaqu¨¦s anunciaban que vetar¨¢n los coches y habilitar¨¢n buses lanzadera. En el Delta de l¡¯Ebre, el Ayuntamiento de la R¨¤pita regular¨¢ el acceso a la barra del Trabucador. En la Vall Ferrera, se habilitar¨¢ un sistema de reserva previa de aparcamiento en La Molinassa, desde donde se ataca la Pica d¡¯Estats. En Sant Lloren? del Munt, se plantean hacer pagar por estacionar en el Coll d¡¯Estenalles. En Queralbs, la idea es no permitir subir la pista hasta Fontalba, donde se deja el coche para subir al Puigmal, si el aparcamiento est¨¢ lleno. En el Monsant se controlar¨¢ el aforo en Margalef, porque al espacio de escalada acuden 10.000 personas m¨¢s de las que puede soportar. Tambi¨¦n se ordenar¨¢ la pernoctaci¨®n en campers. Y pegado a Barcelona, Collserola valora si fija barreras de paso, por aforo, horarios o usuarios (ciclistas y peatones).
Son decisiones de ayuntamientos y parques naturales (gestionados por la Generalitat o las diputaciones). Sus responsables recuerdan datos que ilustran el colapso. El 30% del territorio catal¨¢n son espacios protegidos y el 10%, parques naturales. El 80% del total es de propiedad privada y en buena parte con actividad econ¨®mica. Durante la pandemia, los parques han llegado, en el caso m¨¢s exagerado, a multiplicar por siete el n¨²mero de visitantes: de 50.000 a 400.000 en el caso de la Serra de Marina, un espacio pegado a Barcelona (sobre Santa Coloma, Badalona y Tiana). De los 13 que gestiona la Generalitat, seis doblaron los visitantes en los meses m¨¢s fuertes.
El director general de Pol¨ªticas Ambientales y Medio Natural de la Generalitat, Ferran Miralles, admite sobre la masificaci¨®n: ¡°Es una evidencia y nos preocupa mucho¡±. La afluencia es tanta, explica, que por primera vez no solo quienes cuidan el medio est¨¢n en alerta: ¡°Tambi¨¦n el territorio, que tienen propietarios, vecinos y agricultores que perciben cierta incomprensi¨®n e incivismo¡±. Porque adem¨¢s de m¨¢s gente, a la naturaleza se acercan visitantes con un perfil nuevo, ¡°con otra cultura de aproximaci¨®n a la naturaleza¡±. Miralles repasa como, a un territorio frecuentado hist¨®ricamente por excursionistas, se ha incorporado en los ¨²ltimos a?os ¡°un p¨²blico que busca una pr¨¢ctica m¨¢s deportiva y l¨²dica¡±. Y con la pandemia, un tercer perfil que se ha volcado en la monta?a a falta de alternativas por las restricciones de movilidad.
Con este escenario, la prioridad para el Govern es gestionar ¡°el acceso motorizado con veh¨ªculos privados¡±, un cap¨ªtulo en el que incluye las autocaravanas y furgonetas, que al pernoctar en la naturaleza impactan en un ecosistema que incluso en temporada alta gozaba de una tregua por las noches. El pr¨®ximo verano ¡°el esfuerzo se centrar¨¢ en habilitar nuevas zonas de aparcamiento, en no permitirlo en otros puntos [como en determinadas pistas forestales], y en ponernos m¨¢s duros con la vigilancia¡±, de la que se encargan los Agentes Rurales y los Mossos.
Miralles afirma que las restricciones ¡°han llegado para quedarse¡± y compara el proceso de veto al coche en los espacios naturales con las peatonalizaciones en las ciudades: ¡°Los centros han cerrado, ha costado, pero todo el mundo lo acaba celebrando porque la experiencia de la visita mejora¡±. La Generalitat tambi¨¦n explora la contrataci¨®n de vigilantes o informadores, pensando en los guardas que hab¨ªan tenido los parques y que comenzaron a desaparecer al crear el cuerpo de Agentes Rurales. Otra v¨ªa que no necesariamente limita, pero s¨ª se entiende como muy beneficiosa, son las visitas guiadas a los parques: el p¨²blico se marcha conociendo y valorando m¨¢s el entorno.
El Govern, y tambi¨¦n la Diputaci¨®n de Barcelona, estudian, adem¨¢s, hacer una campa?a de comunicaci¨®n para explicar que el medio tiene valores a proteger y propietarios. Especialmente preocupados se muestran por el uso masivo y no siempre respetuoso que el verano pasado se hizo de r¨ªos y pozas, donde es complicado regular accesos o el ba?o. Tambi¨¦n los ayuntamientos se han puesto las pilas dentro de sus competencias. Y aqu¨ª entran las ordenanzas para gestionar el paso a determinadas zonas o fijar precios p¨²blicos para aparcar, que permiten costear la vigilancia o mantenimiento.
En la Diputaci¨®n de Barcelona (que gestiona sola o en consorcio diez parques), el coordinador de Espacios Naturales, Jordi Padr¨®s, destaca la falta de conciencia sobre el hecho de que la mayor¨ªa del territorio protegido ¡°es de propiedad privada y tiene actividad econ¨®mica, forestal, agr¨ªcola o ganadera; y hay que respetarla, no abrir vallas, no llevar perros sueltos, no salir de los caminos¡¡±. ¡°Los propietarios aceptan que se entre sin pedir permiso, pero piden respeto¡±, resume. ¡°La asignatura pendiente es un sistema de aparcamientos que permita advertir de su ocupaci¨®n antes de llegar. Si tenemos los espacios desordenados, perdemos el valor que vamos a buscar al visitarlos¡±, considera.
Quien lleva ya a?os asistiendo al incremento de visitantes a la monta?a es la Federaci¨®n de Entidades Excursionistas de Catalu?a (FEEC). ¡°Antes de todo esto nosotros ya est¨¢bamos, incluso tenemos un representante en cada parque para defender los derechos del colectivo¡±, reivindica su presidente, Jordi Merino. Es partidario de ¡°no prohibir el acceso, pero s¨ª que sea ordenado y regulado¡±, con contadores, controles o aplicaciones. Y cita el caso del ¡°aparcamiento disuasorio en estudio en Saldes, previo al Pedraforca, con un mini bus lanzadera hasta el actual aparcamiento¡±. Merino apuesta por la formaci¨®n y la informaci¨®n, ¡°porque no todo el mundo tiene cultura de monta?a o del entorno natural¡±. Tambi¨¦n para que la gente aprenda ¡°a salir preparada, bien equipada, habiendo mirado la ruta, la previsi¨®n meteorol¨®gica¡±. La propia FEEC ha editado un c¨®digo de buenas pr¨¢cticas en la monta?a para usuarios de bicicleta de monta?a.
Enclaves no protegidos y colapsados
M¨¢s all¨¢ de los parques naturales o espacios protegidos, en los ¨²ltimos a?os y meses tambi¨¦n se han masificado enclaves concretos (cuevas, pozas, ¨¢rboles) que el boca a boca y el altavoz que son las redes sociales han difundido. Desde el Centro por la Sostenibilidad Territorial, Lloren? Planagum¨¤ advierte del problema que supone la masificaci¨®n de estos espacios que no tienen el paraguas de la gesti¨®n activa: ¡°Preocupa porque los Ayuntamientos son peque?os y no tienen capacidad de gesti¨®n¡±.
Ejemplos de estos lugares, carne de Instagram, que del d¨ªa a la ma?ana se han visto desbordados, son el Morro de l¡¯Abella, en Tavertet (Collsacabra); o las rocas d¡¯en Riera, en Torrelles de Llobregat (a media hora de Barcelona), o la poza del Toll de l¡¯Olla en Farena (Serra de Prades). En Torrelles, explica la t¨¦cnica de Medio Ambiente del Ayuntamiento Laia Peidro, tuvieron que vetar el acceso en 2019, ¡°cerrar la pista y el lugar para parar el golpe mediante una ordenanza; y luego pedir ayuda a la Diputaci¨®n para restaurarlo y un estudio sobre su futura gesti¨®n¡±.
Planagum¨¤ cree que igual que en el espacio p¨²blico urbano se habla de capacidad de carga, el concepto es aplicable al medio natural. Y cita tres factores para medirla. Primero, ¡°el impacto de la presencia de personas y veh¨ªculos en la biodiversidad; segundo, ¡°la erosi¨®n del terreno que producen¡±. Y un tercer aspecto ¡°psicol¨®gico, para el mismo visitante, si disfruta o no del lugar al que acude para disfrutar de la naturaleza; y para los vecinos el impacto que producen los visitantes¡±. Planagum¨¤ introduce otro debate: el peligro de estigmatizar la figura del ¡°dominguero¡±, la persona que solo puede salir un d¨ªa a la naturaleza. Si lo hace es porque no dispone de m¨¢s tiempo libre, advierte.
Desde el centro de estudios sobre turismo y sus efectos Alba Sud, el investigador Ernest Ca?ada, a?ade que la pandemia, al detener la movilidad internacional ¡°nos ha puesto ante el espejo de las limitaciones de nuestras infraestructuras para poder acceder a los espacios naturales de proximidad¡±. ¡°Y de rebote pone en evidencia la falta de pol¨ªticas tur¨ªsticas pensadas para la poblaci¨®n local, solo como mecanismo para subvencionar a las empresas tur¨ªsticas receptivas, pero nada pensado para las necesidades y derechos de la ciudadan¨ªa¡±.
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